- “Ya ni llorar es bueno”
Escenarios
Luis Velázquez
VERACRUZ.- UNO. El PRI, decapitado
El PRI en Veracruz, en el peor momento de su historia. Solo priistas “a prueba de bomba”, con una fe inconmovible en Plutarco Elías Calles y la revolución seguirán “al pie del cañón”. Crisis geopolítica en el Congreso local, por ejemplo. De 50 diputados, solo 3 del viejo dinosaurio.
Y con tres de los 50 diputados, el partido tricolor está decapitado. Casi casi al nivel del PT, el PES, el PVEM. O el PAN en su peor tiempo.
MORENA será avasallante con 29 legisladores. El PAN podrá mostrar el puño y el músculo con 17. Una curul para el PVEM.
Terrible si se recuerda, por ejemplo, que el tricolor perdió las 50 diputaciones locales. Ninguno de sus treinta candidatos a la curul ganó en las urnas. “Ya ni llorar es bueno” dice la canción ranchera, tan sabia.
Además, el trío de legisladores rojos que serán, sin una fuerza popular, sin un arrastre social y sin consistencia ideológica.
Juan Carlos Molina Palacios, líder de la CNC, ocupado en sus experimentos genéticos de exportación y en ganar otro premio internacional de ganado cebú.
Érika Ayala, con la compañía constructora en alianza con sus hermanos.
Y Jorge Moreno Puga, con tantos años en la Renata, Reserva Nacional del Talento, su resurrección será, digamos, con sentido patrimonialista.
DOS. “Adiós al PRI”
Es el peor de los tiempos para el viejo partido. Perdió la gubernatura, perdió la mayoría de diputaciones locales y federales y perdió las senadurías.
Y si ganó algunas curules fue por la vía pluri.
Y sin embargo, nadie diría como Gabriel Zaid en 1975 con su libro, “Adiós al PRI”.
En política, ha dicho Jorge Uscanga Escobar, no hay un político muerto como tampoco un partido.
Pero de aquí a resucitar en el ánimo y en las neuronas de la población electoral de Veracruz se antojan años luz.
De entrada, y si el gobernador electo de MORENA hace un buen papel y dignifica la calidad de vida de los 6 millones de habitantes del estado jarocho declaradas por el INEGI en la pobreza, la miseria y la jodidez, entonces, en el año 2024 el partido de AMLO ganaría de calle otra vez la gubernatura.
Y más, si AMLO aterriza lo que llama la cuarta transformación del país, a la altura de la guerra de Independencia, la guerra de Reforma y la Revolución.
En 1997 cuando el PRI perdiera 107 presidencias municipales, el mundo en Veracruz supo que el tricolor era derrotable.
La corrupción política, el desvío de recursos públicos, el enriquecimiento ilícito y la soberbia de los priistas los fue expulsando de palacio poco a poco con las presidencias municipales hasta llegar a la gubernatura y al Congreso local y federal.
Ahora, caray, de 50 diputados locales… solo tres. Y por la vía pluri.
TRES. “Ahí viene el lobo”
En el derrumbe partidista, unas elites están pidiendo la renuncia del presidente del CDE, Américo Zúñiga Martínez.
Y Américo, por lo pronto, ha anunciado la expulsión de los priistas a quienes llama traidores porque cuando miraron el barco huyeron al PAN y MORENA, además de otros, soterrados, que operaron desde el PRI para los candidatos de oposición.
Se ignora si el ajuste de cuentas ayudaría al tricolor a recomponerse.
Y más, cuando Américo anuncia la barredora, en tanto, y por ejemplo, en el CEN del PAN simple y llanamente anunciaron la expulsión de Ernesto Cordero sin preámbulos y sin rodeos, incluso, en la víspera de la elección presidencial del primero de julio.
En el PRI, sin embargo, se están pareciendo al pastorcito de Oaxaca. “Ahí viene el lobo”, te vamos a expulsar, y la noticia sale en portada de los medios y siguen titubeando en la decisión.
Y, bueno, si el PRI ha cacareado un voto duro de entre 800 mil y 900 mil electores y Pepe Yunes Zorrilla solo alcanzó 528 mil 204, significa, entonces, que Américo habría de expulsar a unos, mínimo, 280 mil priistas, o más.
Sería, por añadidura, “la crónica de una muerte anunciada”.
Además, nada se gana con la expulsión. En todo caso, está la parábola del hijo pródigo.
Y más aún, reinventar al partido.
Más todavía, porque de nuevo perdieron la presidencia de la república.
Y en Veracruz, dos veces seguiditas perdieron la silla embrujada de palacio.
CUATRO. Hora de levantar cadáveres
Queda mucho tiempo por delante para resucitar. Mínimo tres años cuando de nuevo se diriman las curules en el Congreso local. Cuatro años, en el caso de las alcaldías. Seis años para la gubernatura.
Cierto, la lucha partidista será bíblica porque tendrán todas las llaves cerradas y quedarán sin el financiamiento a raudales de otros tiempos.
Y más, porque los priistas se acostumbraron a operar con el billete por delante y al que, y por desgracia, solían ordeñar.
Y si Renato Alarcón perdió 170 presidencias municipales y Américo Zúñiga otra vez la gubernatura, las curules locales y federales y las senadurías, solo un militante ferozmente priista aceptaría la presidencia del CDE pues sabe que le corresponde levantar los cadáveres, y al mismo tiempo, resucitarlos y reconquistar la confianza de la militancia.