Por Sanjuana Martínez
México.- “La dirigente del PRD vive y actúa como una líder de derecha”.
En las postrimerías del Partido de la Revolución Democrática (PRD) veremos cosas peores que su alianza natural con el Partido Acción Nacional (PAN). Asistimos a la patética agonía de un gran partido que fue inmolándose poco a poco hasta convertirse en un palero del poder en turno.
Desesperados, los estertores del PRD exhiben la decadencia de una izquierda mexicana marcada por la ambición del dinero, la avaricia de poder y la corrupción.
El PRD y el PAN unidos en alianza de intereses, anuncian una penosa realidad: el fin de la izquierda mexicana como la concebíamos. Si desde hace años, el PRD se fue haciendo un partido cada vez más cercano a los intereses de la derecha capitalista, está coalición es su herida de muerte natural.
Hace tiempo que el PRD debió desaparecer. La urgencia de una refundación obligaban a terminar con ese partido convertido en botín de unos cuantos líderes corruptos y sin escrúpulos como Jesús Ortega y su tribu de los Chuchos o René Bejarano, Dolores Padierna y su tribu.
Y es que las distintas tribus terminaron por destruir al PRD, un partido compuesto por líderes ambiciosos centrados en el interés de acumular dinero y patrimonio. Para comprobarlo allí está Alejandra Barrales Magdaleno y su departamento en Miami valuado en más de un millón de dólares.
La dirigente del PRD vive y actúa como una líder de derecha. Su supuesta ideología de izquierda es pura simulación para sostenerse en un puesto que le reditúa enormes ganancias financieras a la luz de sus recientes adquisiciones en bienes raíces.
Barrales actúa como líder de derecha y se dedica a mentir impunemente, en especial cuando dijo a los medios que su lujoso depa de Miami lo tenía incluido en su declaración patrimonial del Senado, algo que después se comprobó era absolutamente falso.
¿Por qué la ocultación? ¿Por qué la falta de transparencia? ¿Por qué Barrales eligió esconder su lujoso departamento? Seguramente porque fue comprado con dinero poco claro.
Ahora, la líder del PRD en alianza con el PAN, se codea con Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto en las lujosas urbanizaciones de Miami, centro neurálgico del lavado de dinero procedente de actividades ilícitas procedente del narcotráfico y del robo al erario.
¿Quién iba a pensar que una líder de un partido de izquierda que supuestamente defiende los intereses de los trabajadores y las clases más desfavorecidas, se iba a convertir en una potentada política? Seguramente ella jamás pensó cuando era azafata que llegaría a convertirse en presidenta de un partido, eso sí, brincándose sus propios estatutos para alcanzar el poder gracias a sus padrinos.
No es la única. Para ello habría que ver la vida de otros destacados dirigentes de “izquierda” que viven como líderes de “derecha”. Si no los ubican, pregunten a Jesús Ortega y su esposa, la senadora Angélica de la Peña, una pareja que empezó desde abajo y ahora viven de lo mejor. Una pareja de poder que controla los hilos de una de las tribus del PRD y que a cambio, ha obtenido grandes beneficios y por tanto no piensa soltar el poder nunca ni a nadie.
Ambos, junto con Barrales, empezaron con Andrés Manuel López Obrador a quien traicionaron a la primera. Ellos y otros mercenarios de la política se ubican en el PRD como Fernando Belaunzarán, un patético soldado bajo las órdenes de los Chuchos que se dedica a politiquear y mercadear todo a cambio de beneficios personales.
A ellos no les interesa el bien de México ni mucho menos el bien de los ciudadanos. A ellos lo que verdaderamente les importa es seguir ostentando el poder a cualquier precio, incluso vendiendo su alma al diablo.
Porque hay que analizar el papel del PRD en sus alianzas con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Solo hay que recordar su reciente alianza sospechosa en el Estado de México donde su candidato Juan Zepeda le hizo el favor al PRI para impedir el triunfo de la maestra Delifna Gomez, candidata de Morena.
Zepeda y compañía estarán felices porque ganó su candidato Alfredo del Mazo para perpetuar el poder del Grupo Atlacomulco. La pregunta es: ¿cuánto se llevaron por ese favorcito?
Todo indica, que en las próximas elecciones del 2018, las ideologías ni los partidos serán importantes. Ellos, PRD, PAN y PRI ya planean crear un frente opositor para impedir la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia.
Este frente opositor del mal, seguramente contará con todo tipo de prebendas para lograr su cometido. Seguramente significará también la muerte natural del PRD que finalmente clavará el último clavo a su ataúd. Seguramente será el final de una era de partidos para iniciar otra de políticos sin más ideología que la de enriquecerse en puestos de poder, la de delinquir y corromperse por encima de las siglas de sus respectivos partidos, todos unidos, en un frente común de la podredumbre y descomposición; de la pus y el hedor; de la putrefacción y el delirio de poder.
Con este frente perverso, el PRI especialmente puede estar tranquilo porque seguirá ostentando el poder a través de sus esbirros del PAN, PRD, Nueva Alianza y el Verde.
Solo quedará el aspirante de Morena, una decisión que habrá que aplaudirle porque no se puedo juntar con los que representan la mafia del poder. Hace mucho el PRD dejó de ser un aliado de izquierda. Ahora su alianza con el PAN es absolutamente natural y lógica y efectivamente dará sus frutos para bien o para mal. Porque como dice el refrán: “el que a buen árbol se arrima, buena mierda de pájaro le cae encima”.
Tal vez por eso, Morena ni el Partido del Trabajo (PT) quisieron hacer un frente de “izquierda” con el PRD porque el proverbio lo advierte: “con el tiempo, la mierda termina oliendo tan mal que nos es fácil distinguirla del resto de las basuras”.
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Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.
http://www.sinembargo.mx/26-06-2017/3248647