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Staff El Piñero

  • Tres marinos asesinados
  • Nadie puede cantar victoria

Barandal

Luis Velázquez

Veracruz.- PASAMANOS: El secuestro, desaparición y asesinato de tres marinos en Veracruz a principio de año significa la barbarie, pues expresa que los carteles y cartelitos están mostrando el puño a la Yunicidad hasta con las fuerzas armadas.

Desde luego, el saldo de la población civil también es canijo. El mismo día en que trascendiera que los marinos fueron criminalizados, el viernes 7 de abril, en Tantoyuca, la tierra y feudo del secretario de Desarrollo Agropecuario, un profesor y un intendente secuestrados aparecieron asesinados.

Pero además, una maestra y un niño siguen desaparecidos.

El tsunami de la violencia iniciado en el territorio jarocho en el sexenio de Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, con el capo José Albino Quintero Meraz, ex convicto en el penal de Almoloya, todavía anda por ahí, igual que el dinosaurio de Tito Monterroso, igual que el título de la novela de Edmundo Valadés, “La muerte tiene permiso”, igual que los males de la caja de Pandora.

En el relato bíblico ya hablan de sicarios, los pistoleros de los reyes que asesinaban sin piedad a los feligreses que huyendo de la religión católica adoraban a otros ídolos (ídolos falsos les llamaban), incluso, hasta con el legendario y mítico becerro de oro, además de las cortesanas y el adulterio.

Y todo en nombre de Yahvé.

El duartismo llegó a su fin, y también el fidelismo y el alemanismo y el chirinismo, y en Veracruz la ruleta rusa de la delincuencia organizada se ha multiplicado.

Y por desgracia, nada indica que las circunstancias puedan cambiar.

De plano, hasta la esperanza se ha perdido.

Y más ahora cuando resulta inverosímil que el trío de marinos haya sido levantado y desaparecido y ejecutado.

Y “como daño colateral” que repitiera Felipe Calderón que decía George W. Bush con la guerra en el Medio Oriente, la población civil entre la espada y la espada.

Una profesora y un niño desaparecidos en Tantoyuca, además del profesor y el intendente, pasando por el infierno: los dos, secuestrados, y los dos, ejecutados.

Mientras, en Xalapa, y como decía Hillary Clinton, “el tiempo y la vida se pierde en cosas que no valen la pena”, como que el secretario de Seguridad Pública había sido despedido y dejaría el gabinete y el góber azul paseando a su lado en una calle capitalina, nomás para demostrar que le sigue teniendo confianza.

 

BALAUSTRADAS: Al momento, todo ha experimentado la Yunicidad para combatir el infierno llamado Veracruz.

Marinos, soldados, Gendarmería, Policía Civil, israelitas, colombianos, policía estatal y policía municipal y el discurso incendiario.

Incluso, y para llevar todo en orden, digamos, hasta las llamadas guardias comunitarias de Las Choapas, donde los vecinos se armaron para buscar a la esposa de un ganadero secuestrada y que por fortuna ellos lograron.

Y no obstante, los carteles adueñados del territorio jarocho, como si todavía viviéramos en pleno duartazgo.

El resto del país está igual. Quizá peor, como en el caso de Nayarit con su narco-fiscal, detenido en Estados Unidos, y del que el gobernador nada sabía ni conocía, pues el resultado social con el bajo índice delincuencial lo garantizaba.

Digamos, entonces, y en el caso del narco-fiscal, que la historia se estaría una vez más repitiendo como cuando el sexenio de Fernando López Arias, 1962/1968, en que su director de Seguridad Pública, Manuel Suárez Domínguez, terminó suicidándose en una cárcel de Estados Unidos detenido por sus ligas con los malandros.

El caso es que en Veracruz, los cuerpos policiacos fueron filtrados por los carteles y se llegó a “delitos de lesa humanidad” con las desapariciones forzadas, y ahora, ni siquiera los marinos (y por añadidura, los soldados) están a salvo.

Menos, mucho menos, la población.

Todos los días un plagiado, un desaparecido y un asesinato. A veces, más. Y con fosas clandestinas, en la última de las cuales, localizada en el poblado “El arbolillo”, de Alvarado, fueron hallados cuarenta muertos.

 

ESCALERAS: Una y otra vez el gobierno azul ha reiterado que Veracruz será blindado.

En el discurso se ha impuesto la versión de que más allá de las arcas vacías de SEFIPLAN y la deuda pública y el desempleo (diez mil jornaleros jarochos en los campos de concentración de Valle de San Quintín, más miles y miles de paisanos como migrantes en Estados Unidos), está la inseguridad.

Pero la incertidumbre y la zozobra siguen multiplicándose, sin que nadie en cuatro meses y diez días la puede detener, cuando, sorpresas y milagros que da la vida, Fernando Gutiérrez Barrios con su impresionante equipo de seguridad pacificó Veracruz en cuarenta días ante la llamada “Sonora Matancera” de Agustín Silvestre Acosta Lagunes.

El góber azul dice que “es fácil criticar desde afuera” (como él mismo evidenciaba al prófugo de la justicia desde hace 174 días).

Habría de precisarse que nadie critica. En todo caso, se reseñan los días y las noches polvorientos como han pasado, en que la brújula social se ha perdido.

Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz y también la conservó Dante Delgado Rannauro. Luego, advino el Chirinismo y desde entonces, el paraíso terrenal mudó en un infierno.

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