Por: Alberto Carmona|Roberto Polo
Loma Bonita, Oaxaca.- De niño ocupaba cualquier cosa que se pareciera a un carro. Y su sueño –le confesaba a su mamá- era ser chofer de un auto, de un camión, de un tráiler. Y aunque su anhelo se cumplió, en el apogeo de su vida, una mala maniobra del destino hizo que perdiera la vida en carretera.
El 27 de enero del presente año, Adolfo Cruz Octavo tenía la misión de acudir a la ciudad de Oaxaca, pero en el trayecto, en la sinuosa carretera de la Sierra Juárez, el camión que conducía volcó. Cinco de sus compañeros murieron, 28 más resultaron lesionados y aunque él sobrevivió, días después, la gravedad de sus heridas le causaron la muerte.
Originario de Arroyo Metate, una pequeña comunidad de la ciudad de Loma Bonita, Oaxaca, Adolfo vio pasar gran parte de su vida. Allí, gracias a la educación del seno familiar, forjó valores que le valieron ser reconocido como un joven ejemplar, dedicado y comprometido con su familia.
Para su mamá, la señora Adelina Octavo Hernández, Adolfo fue un ejemplo de esfuerzo y de superación personal. Logró ser, pese a las agudas carencias que sufría, lo que de niño soñaba, un operador de camiones. Y lo cumplió en el Ejército Mexicano.
En su infancia, recuerda Adelina, Adolfo siempre tuvo la inquietud de trabajar para apoyar a su familia. Y a partir de los doce años, previo a la secundaria, a escondidas de sus padres, se levantaba a las cuatro de la madrugada para irse a ordeñar vacas y conseguir un poco de dinero. Mientras que los fines de semana, apoyaba a su papá a sembrar chiles y piñas.
En ocasiones –relata- Adolfo llegaba a las ocho de la mañana y no le daba tiempo de entrar a clases, pero siempre le echaba ganas para acudir y cumplir con su desarrollo educativo.
Con cuatro años y medio en el Ejército Mexicano, Adolfo alcanzó el rango militar de cabo conductor cuya función la desempeñaba con orgullo y gustosamente, precisa su esposa María Fernanda Moreno con quien procreó una niña de nombre Renata y que dejó en la orfandad a la edad de un año y siete meses.
A Adolfo, María Fernanda lo recordará como un esposo ejemplar, que dedicó su vida a su familia a la cual estaba entregado por completo y a la que, gracias a su esfuerzo, nunca le faltó nada.
Para pobladores de Arroyo Metate, esta repentina ausencia quebró el ánimo de quienes lo llegaron a conocer. Por ello, cientos abrazaron el sentimiento de su familia y la acompañaron a su última morada, al igual que elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) quienes le rindieron honores y le ofrecieron una sentida despedida. Descansa en Paz, Adolfo Cruz Octavo.