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La Candelaria en Tlacotalpan, una fiesta sin tamales  

El Piñero

 

*¿Sabías qué en la fiesta más grande de la candelaria no hay tamales?

Texto: Yolanda Beatriz Portugal Guzmán

Información/ reporteros Alberto Carmona Contreras / Carlos Alberto Abad Domínguez

Veracruz, México.-  Tlacotalpan y sus 11 mil  habitantes son el epicentro de la religión católica durante la celebración de la Candelaria, la ciudad que hace 20 años se convirtió en Patrimonio Cultural de la humanidad, pasa  a albergar a 60 mil personas, que no sólo participaran de las celebraciones eclesiásticas, también gastronómicas y culturales.

Y en efecto, mientras el resto del país presume sus tamales Tlacotalpan te recibe con bueñuelos, volovanes, nieves, mojarras que bailan al son de los ajos, el tomate, toritos para  alegrar el alma y los pies si nos dejamos, con colores, con fervor, con unos buenos días que se replican en cada una de las casas.

Bueñuelos, esta versión de donas jarochas en sus distintos sabores; Doña Tere los hace todo el año, 200 diarios en temporada baja y 1000 durante las fiestas de Diciembre, sus sabores van desde el camote, pasan por el plátano, Yuca, zanahoria, calabaza, llegando a la manzana y durazno.

Doña Tere orgullosa de sus buñuelos nos dice, es miel de caña, porque si no es miel de caña no es buñuelo.

Durante las fiestas pasa de vender buñuelos a vender mojarras al mojo de ajo y en otras presentaciones, todas del río Papaloapan, y las cuales son degustadas por los visitantes, quienes se han olvidado que es día de pagar los tamales, y se sumergen en la gastronomía de Tlacotalpan.

Ella es testigo de la cantidad de turistas que llegan en ese lugar para  ser parte de la fiesta con mayor sincretismo de la ribera del río.

El Papaloapan es protagonista de deferentes fiestas eclesiásticas, por sus aguas se pasean a los patronos de Tlacotalpan, Chacaltianguis y Otatitlán, pueblos antiquísimos.

Al llegar a Tlacotalpan te llenas la vista de colores, sus casas con esos techos de dos aguas y en  variados tonos te reciben, sus calles por donde caminó uno de los compositores más prodigiosos del país, Agustín Lara, el son jarocho hace eco en medio de las voces de los miles de turistas, que esperan la hora cumbre el paseo de la virgen de la candelaria por aguas del río Papaloapan.

Todos los espacios públicos de este pintoresco pueblo se convierten en un lugar para disfrutar o descansar durante la fiesta que para el 2 de febrero ya lleva 3 días.

En sus calles los gritos de volovanes tlacotalpeños llaman tu atención, aunque quieras resistirte, las canastas en el hombro de los vendedores, en triciclos con ese exquisito bocadillos, que es típico, es parte del ADN del tlacotalpeño, son parte ya del paisaje, ahí nadie hace volovanes por error, los hace porque es una herencia de sus padres,  los más buscados son los de jaiba, nos cuenta don Tomás Martínez, quien desde hace 30 años es   un volovanero orgulloso.

Él hace de 200 a 300 volovanes en su casa, en la cual también hace hojuelas y buñuelos, durante diciembre.

-La gente viene a comer, a comprar volovanes de aquí, están crujientes-

En el vaivén por las calles del pueblo, se pueden ver también vendedores de naranjas rellenas de coco, mangos, por ahí dicen que el amor entra por  el estómago,  tal vez en Tlacotalpan esa regla se haga realidad.

En Tlacotalpan hay dos opciones, encuentras un lugar para comerte una mojarra del Papaloapan y preparada en distintos guisos, un arroz a la tumbada, algo muy jarocho, o comes caminando, recorriendo el patrimonio, un volován, algún otro bocadillo, o te brincas directo al postre y comes  una rica nieve, también hecha ahí, puedes elegir entre los sabores de Jobo, fruta típica de la región o coco, las cuales  no se derriten gracias a la técnica de aplicar una capa de hielo y una de sal, Raúl Sánchez afirma que “Sino le echan sal se derrite el hielo”, sabiduría escondida mientras se disfruta una nieva viendo al Papaloapan.

 

PASEAR POR EL RÍO DE LAS MARIPOSAS

No sólo la virgen tiene la oportunidad de disfrutar de este gran río, sino todos los visitantes, quienes a su llegada pueden adquirir un poco de los famosos toritos, hechos con auténtico alcohol de caña, subir a una lancha y brindar con ellos,  ir en la lancha  no sólo es recorrer las aguas del Papaloapan, es conocer otra parte de Tlacotalpan, la parte  de las residencia de lujo, de los contrastes, de los yates estacionados, y también escuchar al lanchero contarnos de la última inundación, la cual sucedió hace casi nueve años, el río subió 4 metros, el pueblo quedó a su merced pero hoy solo es una historia.

Por pasear en la lancha cobran de 30 a 40 pesos, un paseo de 20 minutos, donde conoces también los cascos de las haciendas.

PERO EL 2 DE FEBRERO tiene como el GRAN ESPÉCTACULO el paseo de la virgen de la Candelaria por el Río, sale de su santuario bajo el cobijo de sus fieles, y  es subida a la panga para recorrer su cauce, para bendecirlo, para bendecir a los que trabajan en él, los tlacotalpeños, le piden buena pesca y que el río no crezca, que los cuide.

En medio de toda la mística, ahora el Papaloapan es quien es invadido por los visitantes, cientos de lanchas  custodian la panga donde va la patrona del pueblo, la gente que logra encontrar lugar en una de las embarcaciones paga 150 pesos por el recorrido de casi 90 minutos.

Pero el río también se convierte es un escenario de contrastes,  personas que pagan 150 pesos por viajar a lado de la panga y poder ver a la Virgen de la Candelaria, a la cual respetan, y de la cual piden intervengan para que las cosas vayan bien, y los otros, los dueños de las residencias, que ese día salen al Papaloapan en sus finos yates, con valor de miles de pesos, toman el sol en ellos mientras la virgen recorre las aguas.

 

La fiesta de la Candelaria es un motivo de reunión y manifestación de las tradiciones más jarochas que existen, tradiciones que tienen presencia a lo largo del río, y que se comparten con otros estados, caminas al ritmo de una jarana, te detienen a admirar alguna casa, su techo, sus tejas, tu oído te lleva a escuchar un verso una décima, tu olfato te lleva a los volovanes, nieves, a las mojarras en el sartén recién fritas, un momento de tranquilidad de  lleva apreciar el bullicio de lanchas que van y vienen en el Papaloapan, tu deseo de disfrutar te lleva a buscar un torito, probar de cacahuate, guanábana, jobo, hacer gestos entre está muy fuerte y que sabroso.

También nos lleva a cuestionarnos nuestros miedos, porque un día antes desbordas emoción con la suelta de toros, esta actividad de reto a nuestros propios límites, la cual tiene como principal objetivo recordar a los hacendados que poblaban esa zona, y que hoy se busca evolucione a que  el animal como un ser vivo respetado.

 

Tlacotalpan nos invita a sumergirnos en una aventura llena de naturaleza, cultura, amabilidad, sabor, olores, caminatas, nos invita a olvidarnos de la realidad y entregarnos a lo jarocho.

 

 

 

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