¿Cuál será el futuro político de la mano derecha de López Obrador?
Tomado de: Por: Rafael Cabrera/GATOPARDO
Tatiana Clouthier fue protagonista de la pasada campaña presidencial y muchos le atribuyen el triunfo de López Obrador. El 1 de septiembre tomó protesta como diputada federal y rechazó integrarse al gobierno. Sin embargo, la declinación es temporal: en 2021, cuando concluya su labor como legisladora, se sumará a la administración federal. Su presencia enamoró a las audiencias por su personalidad y la audacia de sus respuestas, al grado que ya hay quienes la postulan como futura candidata presidencial. Pero la hermana más famosa de la dinastía Clouthier se muestra escéptica: a ella le gusta jugar al presente.
La mañana del lunes 2 de julio de 2018, horas después de que se confirmara el triunfo de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, su coordinadora de campaña, Tatiana Clouthier, tenía un plan: tramitar una nueva licencia de conducir, pues no quería manejar con su documento vencido.
Durante la campaña, Tatiana se alojó en el departamento de su hermana mayor, Leticia, en la colonia Condesa de la Ciudad de México. Entre las giras se escapaba a ver a su esposo e hijos a San Pedro Garza García, en Nuevo León. Aquella mañana, las dos hermanas desayunaron en casa, antes de que fueran a la oficina de licencias en la esquina de Insurgentes Sur y Álvaro Obregón, en la colonia Roma.
—Vamos caminando y así hacemos algo de ejercicio —propuso Tatiana.
Las dos vestían sudaderas y tenis, llevaban las caras lavadas y las cabelleras recogidas, como si fuera domingo. Mientras esperaban que les tomaran las fotos, una mujer rubia y muy arreglada entró seguida de dos guardaespaldas y se metió a la fila sin esperar su turno.
—Ahorita va a ver esta hija de la ching… —exclamó Leticia.
—¡Cállate, por favor! No hagas escándalo. Quiero irme con mi licencia y nada más tengo hoy para hacerlo… —suplicó Tatiana en voz baja.
Leticia se tragó el coraje. Al poco rato la mujer de los escoltas se fue con su licencia. Cuando llamaron a Tatiana, ella quiso saber su identidad.
—Oiga, ¿y quién era la actriz? —preguntó a la empleada que tomaba las fotos.
—No es actriz. Es esposa de un político y empresario…
Tatiana no preguntó más y entregó sus papeles. La funcionaria leyó su nombre y la miró con atención. La reconoció. Ninguna de las dos dijo nada y acabaron el trámite con normalidad. Las hermanas Clouthier recogieron sus licencias y salieron de la oficina.
“Tanta sociedad como sea posible y tanto gobierno como sea necesario”, es una de las frases emblemáticas del panista Manuel J. Clouthier, el padre de Tatiana que fue candidato a la presidencia por el PAN y que, en octubre de 1989, falleció en un sospechoso accidente vehicular. Ella y sus diez hermanos crecieron bajo esos principios: hay que ser ciudadanos de tiempo completo.
Aquel 2 de julio, las hermanas Clouthier caminaban por el Parque México cuando las estaciones de radio comenzaron a llamar a Tatiana para entrevistarla. Estuvieron una hora dando vueltas entre los árboles, mientras atendía llamada tras llamada sobre el triunfo de López Obrador.
—Ay, Tatiana, yo ya me cansé. Mejor voy a subir a la casa —se quejó Leticia, mientras se sentaba en una banca en la avenida México.
—Espera, espera, ya casi acabo… —respondió Tatiana.
—Deberías apagar el celular, se supone que estás descansando.
Cuando por fin subieron al departamento, Leticia fue a la cocina y se asomó al refrigerador para ver qué podía preparar.
—¿Qué quieres de comer?
Tatiana, quien acababa de coordinar una campaña que obtuvo una votación histórica de 53% y que marca un cambio en el sistema político mexicano, respondió con simpleza:
—Prepara lo que sea. Hoy soy nini. Hoy me dejo consentir.
Tatiana Clouthier Carrillo nació el 12 de agosto de 1964. Es la quinta de los once hijos que tuvieron Leticia Carrillo Cázares y Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, casados en 1959. La primera fue Leticia, nacida en 1960. En el 61 nació Manuel y, para el 62, llegó Erick. Rebeca es del 63. Luego nació Tatiana. Más tarde tuvieron a Cid, quien ya falleció. Juan Pablo fue el séptimo. Y, para rematar, los últimos dos embarazos fueron de mellizos: primero Lorena y Lucía, y finalmente Irene y Ricardo. Todos nacieron en Culiacán, Sinaloa, y cada parto estuvo espaciado por once meses.
Los orígenes de los Clouthier se remontan a mediados del siglo xix, cuando un médico de origen canadiense llegó a México a combatir un brote de fiebre amarilla. El médico pronto se casó con una mujer mexicana, al parecer llamada Olga Cañedo, y se asentaron en Sinaloa para dedicarse a la agricultura. Tatiana y sus hermanos son la sexta generación nacida de esa unión.
La familia Clouthier Carrillo vivió en un caserón en la colonia Chapultepec, de Culiacán. Como eran tantos hijos, Leticia, Rebeca y Tatiana compartían habitación. Más que hermanas, crecieron como amigas.
En la casa siempre había bullicio, visitas o gente que iba a pedir ayuda a Manuel padre. Los hermanos recuerdan que aquello parecía el dif y que seguramente media ciudad usó el baño de su casa. Tatiana cuenta:
—Era una casa con un jardín grande donde todos chiroteábamos [jugar]. Donde nos levantábamos temprano. Siempre había ruido, movimiento, cosas sucediendo. Idas a la playa, idas al club campestre a hacer ejercicio.
Los primeros hijos fueron a un colegio privado, el Chapultepec, del Opus Dei. Pero un día Manuel J. Clouthier se peleó con los religiosos por ser elitistas y cambió a los hijos a escuelas públicas. Tatiana hizo la primaria pública. A Leticia, la mayor, le tocó ir a una secundaria de gobierno donde la molestaban por ser güera: la insultaban porque era de dinero o le jalaban el pelo. Un día llegó llorando con su papá:
—No te odian a ti. Odian lo que representas —la consoló.
Más tarde la familia mandó a las hijas al internado femenil San Domenico en California, a que hicieran el high school. Los hombres fueron enviados a otro colegio en Estados Unidos. Ahí todos aprendieron a hablar inglés y después entraron al Tec de Monterrey. Tatiana estudió Letras inglesas y luego Administración pública.
—Sí, he crecido con facilidades, con ciertos privilegios. He crecido con un mundo más suave que el resto de la población en este país. No hice nada para nacer donde nací. Si estuviéramos hablando de una carrera, me dieron algunos metros de ventaja.
A mediados de los setenta, Manuel J. Clouthier comenzó a protestar por las expropiaciones de tierras de cultivo que ejecutaba el presidente Luis Echeverría. El gobierno federal lo vio como un enemigo y comenzó a seguir sus pasos. Don Manuel fue presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y del Consejo Coordinador Empresarial (cce), y candidato presidencial del pan en 1988. Además, fundó el diario Noreste para hacer un contrapeso político, pero durante mucho tiempo se ocultó que era el dueño.
En el Archivo General de la Nación hay cientos de páginas sobre él y su familia. Un reporte de la Dirección Federal de Seguridad (dfs), la expolicía secreta, detalla: “[Clouthier dice] que el único contrapeso posible para el poder del Estado es el poder de la sociedad. En suma, cada vez menos Estado y cada vez más sociedad”. Tatiana y sus hermanos crecieron en el catolicismo y la idea de ser ciudadanos de tiempo completo.
La religión sigue presente en la vida de Tatiana. Cada martes, a las 7:30 de la mañana, asiste a un grupo para leer y discutir la Biblia. Está convencida de que la religión es una vía para ser mejor persona. Para ella, la política y la religión se funden en un mismo propósito: el bien común. En Tatiana no hay una ideología definida. En todo caso, cree que vino al mundo para servir al otro.
—Sí creo firmemente que hay algo más, un poder superior. Creo que esta vida es un camino para una evolución a algo más.
—¿Cómo afecta tu religiosidad en tu actividad política? —le pregunto.
—Yo creo que al mundo venimos a ser mejores personas, a evolucionar, a crecer, a hacer que a todos nos vaya mejor. Si la política es una búsqueda del bien común, y el propósito de la religión en la que creo, es ser mejor, en ese sentido se empatan.
A inicios de 2018, la república amorosa de Andrés Manuel López Obrador —como llama a su proyecto político— se cruzó en su camino y él la nombró su coordinadora de campaña. Antes de la campaña ella trabajaba como directora de una preparatoria en Monterrey, cuyo presidente era Alfonso Romo, futuro jefe de gabinete del presidente.
—Yo sí creo que Andrés es un humanista —dice convencida.
—¿Hablas de Dios con Andrés Manuel?
—No de Dios en sí, pero sí de espiritualidad.
—¿Cómo cabemos ahí los que no creemos en la república amorosa?
—Es que no es una cuestión religiosa. Una república amorosa tiene que ver con un espacio donde podamos estar en mejores condiciones todos. Donde podamos vivir más armoniosamente. Donde no te chingo y no me chingas.
El 8 de febrero de 2018, Tatiana Clouthier se convirtió en un fenómeno de internet, cuando nació su fama de “la tía de los memes”. Aquel día, José Antonio Meade, el derrotado candidato del pri a la presidencia, escribió en su cuenta de Twitter:
—México necesita un presidente serio. Un profesional que sepa enfrentar los retos internos y externos, que garantice estabilidad económica y certidumbre jurídica.
—¿A quién propone?, le respondió Tatiana, irreverente.
—Yo mero, reviró Meade.
El intercambio entre ambos políticos se volvió viral. “Aquí hay algo, aquí hay algo”, se dijo Juan Pablo Espinosa de los Monteros, un joven activista, cuando vio en su celular la sagacidad de Clouthier al responder. Echó una mirada en su timeline y se dio cuenta de que la cuenta de Tatiana era un diamante en bruto.
Juan Pablo se dedicó a buscarla con insistencia, hasta que ella le dio cita unos días después en un café de la Ciudad de México. Él tenía experiencia llevando comunicación digital de campañas políticas y le planteó llevar sus redes sociales. Clouthier aceptó.
El encuentro tampoco fue fortuito. Ambos ya se conocían de Culiacán: “Me conoce desde chico y bien podría ser mi tía”. Sin embargo, no fue un trabajo regalado, pues ambos coincidieron en junio de 2013 en una protesta afuera del Senado. Juan Pablo cuenta:
—Cuando estaba la discusión de la reforma política, hicimos una acampada para exigir las candidaturas independientes. Tatiana llegó a apoyarnos y se quedó a acampar dos noches.
Aquella ocasión, ella no llevaba casa de campaña. Pero la verdad es que eran tan pocos manifestantes, que habían colocado casas de más para fingir que la protesta tenía peso y en una de esas tiendas se quedó Clouthier.
Otro día, cuando Clouthier y Espinosa de los Monteros iban caminando por la calle, ella comenzó a recoger la basura que veía tirada en la banqueta y la llevó consigo hasta que halló un bote de basura. Él no daba crédito. Es un hábito de Tatiana, sin importar que vaya caminando por Paseo de la Reforma.
Poco se sabe de su vida personal, a pesar de su presencia pública. Sin embargo, a Tatiana le gusta el teatro, su actriz favorita es Meryl Streep, le gusta el jazz y la ópera, la música de Silvio Rodríguez y Alberto Cortés, pero ha tomado gusto por Maluma por culpa de sus hijos. No le gusta leer ficción y uno de sus libros favoritos es El arte de lo imposible, de Václav Havel, el primer presidente de la República Checa. Casi no usa joyas y suele llegar con su cabellera rubia aún mojada a sus citas de la mañana. No usa tinte, es su color natural.
Hoy en día, Tatiana tiene más de 570 mil fans en Facebook y unos 382 mil seguidores en Twitter.
—Tengo una hermana que me dice que hablo como Twitter, que yo hablo en 140 caracteres. Entonces, pos no sé.
—Pero eres una twitstar, ¿no?
—Pos eso dicen, ¿verdad? Qué te digo yo.
El papel de Clouthier en la campaña de López Obrador fue crucial. Ella fue una especie de escudo que protegió al candidato y que, al mismo tiempo, era un megáfono que difundió el plan de gobierno. Además, Clouthier ayudó a sumar a los votantes que veían incrédulos al tabasqueño.
—Tatiana vino a refrescar una campaña aburrida. Me parece importante que la campaña ganadora haya sido coordinada por una mujer; pero no hubiera sido el mismo resultado si hubiera sido otra mujer que Tatiana —asegura el estratega.
La personalidad de Clouthier y su velocidad para dar respuestas brutales a sus contrincantes se volvieron la sensación de las redes. Hay varios momentos memorables: a Javier Lozano, vocero de la campaña del pri, lo calificó de “analfabeta funcional” —porque lee pero no entiende—, durante una mesa de debate en el programa de internet de Carmen Aristegui. Cuando el segmento se acabó y las cámaras fueron a pausa, Lozano se encendió:
—¡Te prohíbo que me vuelvas a llamar así en público!
—No te preocupes, a mucha gente le pasa. A mis alumnos de la prepa les digo igual: leen pero no entienden. Pero hay solución —le dijo ella tranquila.
Lozano se quedó desarmado. Aristegui presenciaba divertida la escena.
“Se dice que es un hombre autoritario. Pero Andrés es un hombre extremadamente culto y estratega. Sabe a dónde va, sabe a dónde se está dirigiendo. Y cuando él da un paso o está diciendo algo, es porque va como cuatro o cinco pasos adelante”, dice Clouthier.
Durante la campaña, su equipo trabajaba en memes y materiales informativos para que ella los difundiera en sus redes. De ahí surgió la iniciativa Abre Más Los Ojos, cuyas siglas son amlo. Tatiana también recibió ayuda del publicista Santiago Pando, quien estuvo detrás de la campaña de Vicente Fox, en el 2000.
Cada sábado, Tatiana recibía entrenamiento con asesores para hacer frente a los debates. Las sesiones duraban tres o cuatro horas. Las personas que la entrenaban se dieron cuenta de que tenía un talento natural para dar remates, punchlines, a sus argumentos.
—Me explicaron que en radio o tv hay que darle a la gente un instante para recordar, una imagen poderosa que se pudiera viralizar, y en eso nos concentramos.
Con ese as bajo la manga, Clouthier fue de debate en debate destruyendo a Jorge Castañeda, Aurelio Nuño, Juan Ignacio Zavala y Lozano, como si les tronara los dedos en la cara y ella tuviera la última palabra. El público se enamoró.
Aunque muchos han querido atribuirle el triunfo de López Obrador, ella lo rechaza.
—Yo no puedo decir: “Yo fui la chingona que hizo que Andrés ganara”, porque no es cierto. Y, peor, anularía el trabajo de toda la gente en el país. Yo reconozco lo que hice y aporté por la campaña. Yo sólo fui un medio.
Lo cierto es que la presencia de Clouthier y la del empresario Alfonso Romo, el futuro jefe de gabinete, ayudó a que López Obrador por primera vez ganara la votación en los estados del norte de México, esa zona donde le fue negado el voto en 2006 y 2012. Clouthier y Romo sirvieron de puente entre Andrés Manuel y la clase acaudalada del norte y el sector empresarial.
—Se dice que es un hombre autoritario. Pero Andrés es un hombre extremadamente culto y estratega. Sabe a dónde va, sabe a dónde se está dirigiendo. Y cuando él da un paso o está diciendo algo, es porque va como cuatro o cinco pasos adelante.
La noche del 1 de julio, el equipo de Morena organizó una conferencia en el Hotel Hilton de la Alameda para que López Obrador diera un discurso como candidato ganador. Cuando Tatiana entró al salón, hubo un intento de aplaudirle pero se cubrió medio rostro con su cabellera y se escabulló a saludar. En ella hay una especie de rechazo a la vanidad.
—Hay que entender que las derrotas son huérfanas, nadie las quiere. Pero esta victoria es de muchos —dice Tatiana.
El próximo 1 de diciembre, cuando Andrés Manuel López Obrador tome protesta como presidente de México, Tatiana Clouthier podría haber sido nombrada como nueva subsecretaria de Participación Ciudadana en Gobernación. Pero ella declinó la invitación y optó por quedarse como diputada federal por Morena, cargo al que tomó protesta el pasado 1 de septiembre.
Las razones para declinar la invitación a Gobernación, cuentan personas cercanas a Clouthier, fueron estrictamente familiares. El año pasado su esposo, Jorge Martínez, tuvo unos problemas de salud. Él es un ciudadano mexicoamericano a quien de cariño llama “El Yori” o “Yoriboy”. Él, en correspondencia, le dice “Rayito”, porque nunca se está quieta. La familia es completada por María, una joven de 19 años, y Lucas, de 17. La familia es, por el momento, la prioridad de Clouthier. Y haber aceptado integrarse al gobierno la habría alejado de San Pedro Garza García, el municipio donde vive desde hace décadas.
Sin embargo, la posibilidad de integrarse al gobierno no está cerrada del todo. Una vez terminada su labor en San Lázaro y si todo marcha bien, Tatiana asegura que se integrará a la administración de López Obrador.
—Lo platicado con Andrés es, si las cosas caminan y mi casa camina, y puedo conjugar las dos cosas, después del Congreso me incorporaré al gobierno. Acostumbro caminar despacio, un paso a la vez.
Esa costumbre de caminar paso a paso, sin futurismos triunfantes, es una de las principales cualidades de Clouthier. Le gusta actuar con certezas. Cuando aceptó ser la coordinadora de campaña de López Obrador, se comprometió a serlo hasta el día de elección. Después él la sumó a la transición y ella aceptó, hasta que se integrara al Congreso. Y hay quienes piden que se postule como presidenta en 2024.
—Juguemos al presente. Hay que jugar al presente para que tengamos futuro.
Cuando se le pregunta si sobre ella hay una gran responsabilidad encima por el contundente triunfo de López Obrador, Clouthier saca su voz norteña y dice con cierta molestia: “A ver, de inicio, yo no tengo nada encima. Lo que tengo es un encargo. Y me gusta ese concepto: estamos de paso. No somos dueños del gobierno, estamos encargados”. Mientras endulza su café, se queda pensando y agrega: “Por ejemplo, si mi trabajo fuera servir café, mi encargo es servir café y ya, pero no significa que yo sea la dueña de la cafetería, ¿me explico? Esa idea de sentirse dueños del gobierno y sus instituciones ha hecho mucho daño al país. Por eso vamos paso a paso. Me gustan las certezas”.
Durante las semanas posteriores a la elección, Clouthier, Zoé Robledo y Alejandro Encinas —ambos futuros subsecretarios de Gobernación— se solían reunir en una casona de Lomas de Chapultepec donde Olga Sánchez Cordero, exministra de la Corte y futura Secretaria, tiene su notaría. Ahí comenzó a cocinarse la transición entre el gobierno saliente de Enrique Peña Nieto y el de López Obrador.
La declinación temporal a Gobernación no ha sido el único desacuerdo público de Tatiana con López Obrador. Ella ha sido una voz crítica dentro del círculo del líder de Morena. Cuestionó, por ejemplo, la designación de Napoleón Gómez Urrutia, el polémico líder del sindicato minero, como senador por la vía plurinominal.
—Yo no coincido en todo con Andrés. Por ejemplo, en haber puesto a Napoleón en la lista [al Senado]. Si las cosas iban caminando armoniosamente en la campaña, ¿qué necesidad de ponernos una piedra en el camino?
Ella matiza: “No tener opiniones iguales no es un desacuerdo”. Sin embargo, la designación del expriista Manuel Bartlett como futuro director de la Comisión Federal de Electricidad (cfe) es acaso el desencuentro más grande y polémico entre Clouthier y López Obrador. Ella no dudó en decir públicamente que había mejores perfiles.
Para entender esa historia, hay que remontarse a la elección presidencial de 1988. Aquel año, el priista Carlos Salinas de Gortari ganó en una elección calificada como fraudulenta aún en la actualidad. Como secretario de Gobernación, el responsable de la Comisión Federal Electoral era Bartlett. Cuauhtémoc Cárdenas, el candidato que tenía el apoyo popular, quedó en segundo lugar. En protesta al resultado, se sumaron Manuel J. Clouthier, aspirante del pan, y la candidata Rosario Ibarra de Piedra del Partido Revolucionario de los Trabajadores. La foto de los tres aspirantes derrotados marchando brazo con brazo es un hito de la democracia mexicana.
Mientras la dirigencia del pan negoció con Salinas, Clouthier se mantuvo crítico. Un año después, el 1 de octubre de 1989, el político falleció en un choque vehicular en una carretera federal en Sinaloa. La familia siempre ha sospechado que fue un atentado. Pero la averiguación previa y el juicio que se abrieron determinaron que fue un accidente y el chofer del camión que lo embistió quedó en libertad.
El 2 de octubre, a la casa de Culiacán de los Clouthier llegaron Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo para dar el pésame a la familia. Pero también llegaron dos priistas: el entonces gobernador de Sinaloa, Francisco Labastida Ochoa, y el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, quien fue director de la temida dfs. La familia los dejó ingresar a la casa y le dieron el pésame a la viuda, Leticia Carrillo. Pronto, la familia se dio cuenta de que su presencia era una trampa: si Labastida Ochoa y Gutiérrez Barrios se tomaban una foto con la viuda y esa imagen salía en la prensa, serviría para lavarle la cara al gobierno de Salinas de Gortari de cualquier responsabilidad. Las hijas Clouthier los corrieron a gritos de la casa.
En 2018, la vida puso a Tatiana y a Bartlett en el círculo cercano de López Obrador. Sin embargo, es sabido que no se dirigen la palabra. En los eventos públicos, se les puede ver a cada uno en extremos opuestos. Ella, cuando lo ve, se pasa de largo.
El 1 de octubre de 1989, el padre de Tatiana falleció en un choque vehicular en una carretera federal en Sinaloa. La familia siempre ha sospechado que fue un atentado.
Unos días después de que López Obrador ganó la elección, Tatiana Clouthier caminaba hacia una reunión con el equipo de transición, cuando sintió un apretón en su brazo izquierdo. Era uno de esos apretones en el bíceps como los que dan los policías o vigilantes cuando detienen a alguien. A Tatiana le dolió, se soltó con fuerza y volteó con enojo para ver quién la lastimaba. Era Manuel Bartlett, quien la miraba serio detrás de sus lentes.
—Señora, las cosas no fueron como usted piensa. Deme una dirección para mandarle un libro.
Intercambiaron algunas palabras y ella se fue. Tatiana se quedó con una mala sensación: si Bartlett quería hablar, ¿por qué actuaba con la rudeza de un policía? Pero, sobre todo, en su cabeza se quedó una idea: él le insinuó que en la muerte de su padre pudieron haber participado personas del pan.
La violencia siempre ha acechado a la familia Clouthier. En 1992, cuando Tatiana coordinó la campaña a gobernador de Sinaloa del panista Emilio Goicoechea, un auto trató de sacarla de la carretera justo un día antes de la elección. Ella logró mantener el control de su vehículo y pidió ayuda. Su familia dice que de milagro salió viva.
A Tatiana Clouthier muchas veces le han preguntado si se afiliará a Morena, el partido fundado por López Obrador y que arrasó en el país en la pasada elección. Ella, una y otra vez, ha dicho que no y no. Tatiana tiene sus reservas sobre el sistema de partidos políticos, a raíz de su renuncia al pan en 2005, y ha sido una entusiasta de las candidaturas independientes.
—El pan se perdió y Vicente Fox nunca entendió que ganó porque antes de él hubo un 1968, un 1988, un 1994. No entendió la responsabilidad histórica que tenía, pensó que todo fue gracias a él y a Martita. Y yo no quiero que pase lo mismo con este nuevo gobierno.
La diversidad política en la familia Clouthier es evidente. Manuel renunció al pan desde 1990 y este 2018 quiso ser senador independiente, pero quedó en cuarto lugar. La ola de Morena y López Obrador lo arrasó.
—La gente no quiso votar por mí. Mejor me retiro de la política. Yo con la güera [Tatiana] estoy bien. En la política se gana o se pierde. Como decía mi abuelo: el que juega, pierde; el que toma, se emborracha; y el que se agacha, le pica la cucaracha —dice Manuel.
Su hermana Rebeca, quien aún milita en el pan, también trató de ser alcaldesa de San Pedro Garza García, el municipio más rico del país y también el más anti López Obrador, pero fue derrotada por el independiente Miguel Treviño, en un extraño giro de la votación.
Tatiana Clouthier Carrillo nació el 12 de agosto de 1964. Es la quinta de los once hijos que tuvieron Leticia Carrillo Cázares y Manuel de Jesús Clouthier del Rincón.
Quienes han hablado con Rebeca dicen que estaba devastada. Garza García siempre ha sido gobernado por el pan y, en esta ocasión, los votantes le dieron la espalda. Tatiana admite que pudo haber un voto de castigo contra su hermana por su apoyo a López Obrador. Sin embargo, también acusa irregularidades en el conteo y señala un pacto entre el polémico exalcalde, Mauricio Fernández, con Treviño.
Lorena, otra de las hermanas, está casada con Heriberto Félix, quien es panista y fue secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Felipe Calderón.
—Mi familia no es tradicional. Yo creo que mi familia ha vivido rompiendo esquemas, ¿no? —dice Tatiana.
Para sanar heridas, el julio pasado los hermanos organizaron una gran reunión en Culiacán. Apenas llegó Tatiana, media ciudad ya sabía que estaba ahí. En internet circula un meme que compara a los Clouthier con el reality que sigue los pasos de la familia de Kim Kardashian, por el gran interés que ha generado la familia. Rebeca, Leticia y Tatiana se fueron juntas a Puerto Vallarta semanas después.
—A nuestra familia la han tratado de destruir muchas veces. Pero no les vamos a dar el gusto de que, por diferencias políticas, se rompa —dice Leticia, la hermana mayor.
En diciembre pasado falleció Leticia Carrillo, la viuda de Manuel J. Clouthier, debido a complicaciones médicas tras una operación de rutina. Si del padre los hijos heredaron su bravura, de su madre aprendieron la sabiduría de la prudencia. Una de sus últimas voluntades fue donar la casa familiar de Culiacán a una fundación que preside su hija mayor, Leticia, para crear un centro cultural en memoria de su esposo. El proyecto lleva el nombre “La casa del Maquío”, como se le conocía al político. Actualmente se reúnen donaciones para dar vida al proyecto que busca abrir en 2019, por los 30 años de la muerte del panista.
Debido a que todos los hermanos están entre Sinaloa, Ciudad de México, Nuevo León, Estados Unidos y Francia, la familia Clouthier tiene un grupo en WhatsApp donde todos —tías, tíos, sobrinas y sobrinos— comparten memes y noticias a diario. A raíz de la elección, los hermanos de Tatiana la apodaron “La chaira de San Pedro”, por su conversión de niña bien a simpatizante del lópezobradorismo, al grado que la carcasa de su iPhone tiene la leyenda #AMLOVE. Ella se toma con gracia el sobrenombre.
—Mucha gente en San Pedro dice “¿pero qué le pasó a Tatiana?, ¿por qué está con López Obrador?”, como si yo
me hubiera vuelto loca o algo.
Guarda un breve silencio, dibuja una sonrisa como si estuviera degustando sus palabras y dice jactanciosa:
—Pero sí, tienen razón, se necesita de cierta locura para buscar un cambio en el país.
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