Luis Velázquez | Malecón del Paseo
02 de junio de 2021
EMBARCADERO: Las mañanas cuando el viejito Héctor Fuentes Valdés sale a caminar en el parque de la esquina siempre se topa con otros viejitos paseando a sus perritos… Hay un señor, por ejemplo, que pasea a tres… Otro más, a cuatro… Otro, tiene par de escoltas y cada uno pasea a dos… Es decir, seis perritos en casa… Lo insólito y alucinante es que todos, sin excepción, platican con sus animalitos como si fueran unas personas… Y les hablan y gritonean y regañan y bajan el tono de voz y les platican como si fueran unos bebés…
ROMPEOLAS: Los señores charlan con tanta intensidad y seguridad con sus perritos creídos de que los animalitos entienden… Y les hacen caso… Y “veinte y las malas” que esperarán una respuesta de todos ellos… Tanto amor hay que, por ejemplo, los señores siempre cargan una bolsita de plástico y otra puesta en la mano para levantar las heces fecales, porque en el parque en medio de las flores y las plantas está el siguiente letrero… “Sea decente y levante la hez de sus mascotas”…
ARRECIFES: La identidad entre los señores y sus perros llega a lo siguiente… Hay ocasiones cuando el animalito se cansa… Entonces lo cargan entre sus brazos como si fuera un niño recién nacido y lo acarician y hablan y consuelan… Y dada la ternura, aquellos señores merecen el Premio Anual al Padre Cariñoso… Incluso, algunas veces los escoltas de la familia pasean a los perritos en el parque y los tratan en igualdad de circunstancias, como si fueran suyos… Hay un guardaespaldas que pasean a tres al mismo tiempo y de hecho y derecho, lo jalan, bajito de estatura que es, flaquito, y por fortuna, huesudo…
ESCOLLERAS: Tiene mucho rato que el parque ha dejado de significar un paseo para los humanos y lo es para los perritos… Solo falta que por ahí apareciera la encarnación del poeta francés, Gerard de Nervard, quien solía pasear a su mascota, una langosta, con un moñito de colores, en el bulevar del río Sena, mientras a lo lejos, Ernesto Hemingway lo miraba extasiado… Con todo, resulta inverosímil cuando todos los perritos se ponen de acuerdo para satisfacer sus necesidades y sus dueños pendientes con sus bolsitas de plástico… El corazón se llena de muchísima ternura…
PLAZOLETA: Lo insólito es que las personas suelen platicar con los perritos como si fueran compañeros de ejercicio, oficina, taller… Desde aquí se ignora si los animalitos entiendan y comprendan el lenguaje humano, más allá de reaccionar cuando pronuncian su nombre… Pero, bueno, todo es posible como sucediera con Gregorio Samsa, cuando aquella mañana al despertar se miró convertido en un insecto según cuenta Franz Kakfa en su novela “Metamorfosis”…
PALMERAS: Héctor Fuentes calcula que en el barrio donde vive dos de cada tres familias tienen mascotas… Y lo calcula porque algunas noches, de pronto, un perro empieza a ladrar y sus motivos tendrá… Y al ratito, un montón de perros se han unido a la vocinglería por la única razón de que los ladridos, como el llanto y la sonrisa humana, se transmiten por ósmosis… Y de todos los perros que ladran únicamente el primero sabe, conoce, intuye, huele, olfatea la razón… Los demás se unen al coro por inercia… Quizá será conveniente una iniciativa para cambiar de nombre al parque, digamos, por “El parque de los perros”, como aquella novela de Mario Vargas Llosa intitulada “La ciudad y los perros”…