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LA era del reportero multimedia, este es el nuevo concepto del periodismo

El Piñero

Luis Velázquez

20 de junio de 2017

PASAMANOS: A partir del Internet, el periodismo, como la vida, ha experimentado un giro de más de 180 grados. Incluso, el político más poderoso del mundo gobierna a través de tuitazos. Y a las seis de la mañana, para acalambrar a todos cuando están sin desayunar. Y en Veracruz, por ejemplo, el góber azul ejerce el poder a través de videos, el Periscope y el Facebook Live, del que se ha aclarado fans.

La semana anterior, en la Ciudad de México, una editorial presentó un libro de cuentos. La jefa de prensa cursó invitaciones a los medios, con llamadas telefónicas para garantizar la cobertura.

De pronto, llegó un reportero con su celular y empezó a tomar el video.

Y la vocera se le acercó:

–Y tú… ¿de qué medio eres?

–¿Yo? Yo soy el medio.

–¿El medio?

–Sí, soy reportero multimedia.

–¿Multimedia?

–Sí, yo mismo tomo el video y lo trepó a mi face.

–Pero es que cursamos invitaciones.

–¡No me le pongas de tos! Los eventos son libres. Y si te molestas te exhibo en mis redes sociales. Y además, en el mundo.

La jefa de prensa apechugó vara.

–¡Está bien! dijo y dejó que el reportero multimedia se aplicara.

Es el nuevo concepto del periodismo. El reportero tradicional que gasta la suela de los zapatos buscando la noticia en las mañanas y se friega la columna vertebral en la tarde frente a la computadora ha pasado a la historia.

Ahora, con tener unos cincuenta mil, cien mil visitas en el face, basta y sobra para acalambrar a la mitad del mundo y a la otra.

 

BALAUSTRADAS: El Internet, las redes sociales, el Facebook, el Twitter, el Whatsapp, entre otros recursos, han impactado tanto en el ejercicio periodístico que, por ejemplo, el periódico “El Universal” ha despedido al 70 por ciento de la plantilla reporteril.

Y ahora, trabaja en su mayor parte con reporteros multimedias que por cincuenta pesos suelen enviar una nota informativa de unos dos, tres, cuatro párrafos, y por cien pesos, una fotografía “en el momento que sucede”.

Así, han ampliado de manera sustancial su equipo reporteril, abaratando costos al por mayor y quizá, hasta mejorando los contenidos.

Incluso, en la redacción de los periódicos solo están quedando los reporteros que escriben crónicas y reportajes y hacen periodismo de investigación y el llamado periodismo especializado, maestros y doctores en una materia para volverse más competitivos.

Hay medios impresos en la Ciudad de México, cuenta el reportero y escritor, Ricardo Ravelo Galo, que solo tienen una plantilla, digamos, de unos diez reporteros, cuando en otros tiempos, eran más de cincuenta.

Incluso, en el siglo pasado, The Washington Post en Estados Unidos llegó a tener más de mil quinientos diaristas.

Pero el Post y su competencia, The New York Times, los más influyentes del mundo, también se han vuelto digitales, porque si en el siglo pasado la resonancia de la prensa dependía de la circulación, ahora la clave está en la navegación en el espacio.

Por eso, el reportero multimedia está feliz con su celular, porque toma el video, escribe unos parrafitos del hecho noticioso en el lugar de los hechos, y ahí mismo, luego enseguida, lo lanza al mundo.

Y el político, el funcionario público, el líder… queda exhibido en un dos por tres.

Bastaría referir, por ejemplo, las redes sociales con el video (por enésima ocasión) de la madriza del secretario General de Gobierno de Veracruz a su esposa, quien, como siempre, se queja de que fue hackeada, sin desmentir, claro, la golpiza.

Rogelio Franco Castán, el responsable de la política-política, ha quedado exhibido como un madreador, cuando, caray, tal versión era conocida desde el siglo pasado en el interior del PRD.

 

ESCALERAS: Esto del reportero multimedia tuvo un antecedente singular en México.

Fue con el reportero de Excélsior, Manuel Mejido.

Mejido, por ejemplo, llegaba de enviado especial a una región del país y/o del extranjero.

Y siempre preguntaba, digamos, a los jefes de prensa del gobernador en funciones por los tres o cuatro mejores reporteros de la entidad federativa.

Y pedía que se los acercaran para invitarles un cafecito, un desayunito.

Y los reporteaba sobre la vida pública y la vida privada y la vida clandestina de los políticos y funcionarios públicos y líderes.

En un dos por tres tenía una visión general, profunda y detallada, sobre el latido político y social.

Y al día siguiente, publicaba la gran crónica, el gran reportaje, la columna periodística quedando como un profundo conocedor con datos que ningún otro colega de la Ciudad de México tenía y que, incluso, asombraban a los políticos locales.

Ahora, sin embargo, se estaría dando paso a lo que alguna vez fue llamado “el reportero ciudadano” que se volvía un aliado del quehacer informativo.

El Internet, interrumpiendo en el sentido de la historia y en el palpitar de cada día.

Las redes sociales, los tuitazos, los Periscope, etcétera, revolucionando la vida.

Tan es así que hoy tiene más fuerza y peso social un video en las redes sociales que una noticia de ocho columnas, con el epígrafe de exclusiva, en la prensa escrita.

Ver para creer diría el viejito del pueblo que también tiene su celular de trescientos pesos.

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