Luis Velázquez
Veracruz, México.- Uno. La educación, un fiasco Con todo y reforma, la educación es un fraude. Y lo peor, en las materias básicas. Gramática, historia y matemáticas, el talón de Aquiles. Los estudiantes, en cero. Y más peor, a la secretaría de Educación ni a los maestros ocupa ni preocupa. Las partes sólo muestran el puño y el músculo, calibrando fuerzas.
Los niños, salen de la primaria, y pasan a la secundaria y brincan ya jóvenes al bachillerato, con una pésima gramática. Errores del tamaño del mundo.
Más trágica, claro, resulta la estadística. En el país únicamente la mitad de la población lee. Y eso, un solo libro al año. Y más grave, un libro de autoayuda y superación personal.
Y si de pronto, se habla con un alumno y se le pregunta lo mínimo, lo básico, de un personaje de la historia, pareciera que se les habla en sánscrito.
Ignoran la biografía de Miguel Hidalgo, pero hablan maravillas de Belinda. Nada saben de Benito Juárez, pero todo pueden contar de Shakira. Y si se les pregunta sobre Lázaro Cárdenas o Adolfo Ruiz Cortines, creen que se trata de algún personaje de la galaxia.
Y si se les pregunta sobre alguna cuentita, en inmediato toman el celular y salen del atolladero.
El pedagogo dice que la culpa está en las técnicas de enseñanza. Por ejemplo, nada mejor para enseñar y despertar el interés de los niños en la historia más que contarles historias humanas de los héroes de la patria.
Pero…, oh paradoja, ni los mismos profesores las conocen. Se apegan al librito y siguen creyendo, como en el siglo pasado, que la historia es aprender de memoria las fechas de nacimiento y de las epopeyas y una que otra cosita que los héroes escenificaran y punto.
Pero si nos vamos a las historias de vida (el rostro humano de los héroes), todos, hasta los profes, están reprobados.
Y en la secretaría de Educación Pública y en las secretarías de Educación, a nadie interesa.
Dos. Maestros reprobados
Platique el padre de familia, el tío, el abuelo, con los niños de casa.
Y un día, como simple ejercicio didáctico, a la hora de comer pregúnteles sobre historia, gramática y matemáticas, y estarán a punto de un infarto.
Y desde luego, nunca, jamás, la culpa será de los niños, sino de quienes, tanto padres como profesores, han sido incapaces de motivarlos.
En Cuba, por ejemplo, cuando Fidel Castro y compañía tumbaran al dictador Fulgencio Batista y asumieran la tarea nacional, Castro Ruz dispuso que por decreto ningún niño se fuera a la cama luego de un regaño, y segundo, que todas las noches los menores fueran dormidos con la lectura de un cuento.
Es decir, contándoles una historia.
Pero en un país, como México, donde los padres y los mismitos profesores sólo leen, quizá, un libro al año, se trataría de un milagro.
Y menos, cuando como ahora, cien años después, la autoridad se ufana de que ahora sí, por fin, los niños dejarán de memorizar en las escuelas para aprender el análisis de los hechos y las cosas, explicarse el por qué en cada caso y crear y recrear una reflexión a partir del raciocinio.
Ironías de la vida: en el duartazgo los secretarios de Educación (Adolfo Mota, Flavino Ríos y Xóchitl Adela Osorio) estaban felices de que una escuela primaria hacia el norte de Veracruz, parece de Gutiérrez Zamora, había obtenido el primer lugar nacional en bailable con el Tilingo Lingo, el Querreque y la Bamba.
Tres. Veracruz, en el sótano educativo
La política educativa en Veracruz se agrava cuando cinco meses y 9 días después del bienio azul, ninguna de las 600 mil personas de 14 años de edad en adelante que no saben leer ni escribir, han sido alfabetizadas.
Tantito peor, veinte y las malas a que el titular del Instituto de Educación para Adultos, ni siquiera sabe el infierno en que está sentado.
Y el infierno, por la siguiente otra circunstancia:
Un millón de habitantes tienen inconclusa la educación primaria.
Otro millón, la educación secundaria.
Y 600 mil paisanos, con el bachillerato incompleto.
Lo peor: de cada cien niños egresados de la escuela primaria sólo diez llegan a la universidad y únicamente uno se titula.
Y es que la SEV con los ideólogos de la educación, Enrique Pérez Rodríguez y Abel Cuevas, nada más están en la secretaría con un solo objetivo, como es construir la candidatura de los hijos del gobernador a otros cargos de elección popular, creyéndose la dinastía Kennedy del Golfo de México.
Y la calidad educativa, allá que siga en el largo y extenso túnel burocrático, donde ninguna lucecita alumbra.
Si el duartazgo fue un sexenio de trastupijes en que la política fue concebida como un medio para enriquecerse, el bienio azul significa el más alto culto al nepotismo y que, claro, también lleva al saqueo…, por “más golpes de pecho” que las partes se hagan.
Dos años más, entonces, que también serán perdidos para el esplendor y el resplandor educativo.
Los años perdidos que serán luego de Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher y Rafael Delgado.
La farsa de la educación. Un barco sin timonel en el naufragio. La voluntad de servicio social a la deriva. Los profes hacen como que enseñan y los niños hacen como que aprenden. Veracruz, en el sótano de la educación nacional.