- De juzgador a juzgado
- Vacas gordas y flacas
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. La embriaguez del poder
Nada más terrible para Mauricio Audirac, ex titular del ORFIS, Contralor y SEFIPLAN, que mirarse detenido en el penal de Pacho Viejo.
Y luego, salir esposado del penal para declarar ante el juez acusado de peculado, tráfico de influencias, abuso del poder e incumplimiento del deber.
Además, en una primera ocasión, con la cara tapada, y en una segunda, el rostro descubierto.
Peor tantito, custodiado por varios policías como si fuera Joaquín “El chapo” Guzmán.
Más allá de lo peor: igual que “El Chapo”, con la mano de un policía fuertudo en la cabeza para obligarlo a caminar con el rostro hundido sobre su pecho.
El gentleman de la Cuenca del Papaloapan.
El fino y exquisito político impecable, amigo de Fidel Herrera Beltrán, a quien debe un cargo público en su sexenio y dos cargos públicos en los casi seis años de Javier Duarte.
Un político especializado en Derecho Penal dice:
“La cárcel siempre marca. Así estés una noche, una semana, un mes, un año, muchos años, marca”.
De la gloria vivida y usufructuada durante una década, la llamada Década Perdida, a las rejas del penal preferido de la Yunicidad.
El amigo entrañable de una de las dueñas del periódico “La Opinión”, de Poza Rica.
De la impecable guayabera blanca de manga larga al uniforme de presidiario en Pacho Viejo.
De las barbies que lo seguían y aclamaban a convivir con delincuentes del orden común y asesinos en el reclusorio.
De pontífice de la transparencia y la rendición de cuentas en el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, a los titulares policiacos.
De sus viajes en automóviles y camionetas de lujo y aviones y helicópteros a la crujía.
De dormir en hoteles de cinco estrellas a una mazmorra en un penal que en el fidelato (¿todavía hoy?) fuera co-gobernado por los malandros.
Lo dice el viejo del pueblo y lo repiten los teóricos de la Ciencia Política:
“El poder marea y el poder absoluto marea de forma absoluta”.
Dos. De juzgador a juzgado
Mauricio Audirac fue titular del ORFIS, órgano fiscalizador de la Cuenta Pública para vigilar la aplicación honesta del recurso público.
Fue Contralor, para ultra contra súper dar seguimiento a la integridad de todos y cada uno de los funcionarios públicos.
Fue secretario de Finanzas y Planeación, para vigilar con más, muchísima más transparencia el destino social de los recursos tanto estatales como federales.
Y sin embargo, ahora está acusado de peculado y abuso del poder.
De ser así, pues corresponde a la Yunicidad demostrar todos y cada uno de los señalamientos, se habría excedido en el uso del poder.
Nunca pensó ni vislumbró que “el destino lo alcanzaría”.
Jamás sospechó que algún día los 86 años de dominio priista llegarían a su fin.
Y lo peor, que el trono imperial y faraónico sería asumido por Miguel Ángel Yunes Linares, el enemigo público número uno de Fidel Herrera, su amigo, y Javier Duarte.
En los días angustiantes y desesperantes que estará viviendo dijo al juez que padece insomnio. Y pasa las horas de la noche como los murciélagos y los vampiros. En vela. Despierto. Pensando en lo peor.
Y por eso mismo, solicitó, a través de su defensa, que mejor le colocaran el brazalete electrónico “para enfrentar (ajá) el proceso penal en libertad”.
Pedía, entonces, demasiadas canonjías. El juez se lo negó. Y ni modo, por lo pronto, le auguran un año de prisión preventiva y luego ya verán el desenlace por haber “metido la mano al cajón” en SEFIPLAN, el Seguro Popular y la CAEV.
Con todo, incluso, que “haya tirado la piedra” a Carlos Aguirre Morales y Antonio Tarek Abdalá, asegurando que ellos son los autores del desaseo en los recursos oficiales.
Tres. Hombre del poder y con poder
Durante doce años, Audirac usufructuó vientos favorables en su vida política.
Fue un hombre del poder y con poder. Poder político, económico y social. Olía a poder y como decía Henry Kissinger, hay un montón de mujeres enloquecidas con el poder y que sólo se conforman con estar cerca. Incluso, hay para quienes su felicidad consiste en un pedacito de gloria, como el cuento aquel de un escritor brasileño donde “la flor más bella del ejido” sólo quiere fama y se vuelve pareja del futbolista más famoso en el pueblo.
Incluso, ninguna mella le causó en su piel política que su enemigo público, el cacique huasteco, Ricardo García Guzmán, lo inhabilitara durante diez años para ocupar un cargo público.
Ahora, lo más terrible y doloroso es que se ha vuelto un interno más en el penal de Pacho Viejo, en igualdad de circunstancias que sus antiguos condiscípulos en el fidelato y el duartazgo, Arturo Bermúdez y Francisco Valencia, y de paso, Flavino Ríos, quien dado su estado de salud fue declarado en arraigo domiciliario.
Según la yunicidad, Audirac vació las cuentas bancarias oficiales. Desvió recursos públicos. Y si en su momento y oportunidad giró oficios para recuperar el dinero, pero Carlos Aguirre Morales ni tampoco Tarek Abdalá le hicieron caso.
Terrible desenlace. Un día, de pronto, el destino cambia. Y de las vacas gordas se pasa a las flacas. Y del paraíso se brinca al infierno. Y de la vida en libertad a la cárcel. Y de las páginas de sociales a la nota roja.
El gusto duró casi doce años. El mal fario, el mal karma, lo sigue y persigue ahora. La felicidad, dice el relato bíblico, es muy corta. La desgracia suele durar toda la vida. Y peor tantito, cuando ya se vive la quinta, la sexta, la séptima década. Y lo peor, cuando los hijos ya están grandes y de todo se dan cuenta.
Y aun así, dice el proverbio ranchero, “nadie escarmienta en cabeza ajena”.
Y los políticos siguen cometiendo ilícitos y trastupijes.