Luis Velázquez | Expediente 2021
21 de julio de 2021
La oposición, los líderes adversarios, los Yunes, los Chapos, la iglesia, el arzobispo, los diputados insurrectos, así sean del mismo partido, presidentes municipales, medios incómodos, todos, en la lista negra del secretario General de Gobierno.
No hay frente que no haya abierto. No hay trinchera donde “El dos de palacio” haya levantado polémica, disparado bombas nuclearas, tirado balazos de su Magnum.
La escopeta política “al rojo vivo”.
El boxeador político del palacio del gobierno de Veracruz.
El duro y el rudo. El Silvestre Stallone de la 4T.
Por eso, ahora, cuando de pronto, caray, pareciera zambullido en el silencio, el bajo perfil, causa triple, cuádruple, quíntuple impresión y percepción.
Que se ha dado una tregua. Que le llamaron la atención. Que lo dejaron fuera de la jugada. Que alguien por ahí (superior, claro) le asestó un calambre. Que rindió malas cuentas el 6 de junio. Que lo bajaron del caballo cuando soñaba con la candidatura de MORENA en el año 2024. Y/o que madrina o padrino lo lanzó del paraíso terrenal.
Incluso, si antes tenía, o tiene, Cartel Mediático, hay la impresión de que le bajó unas rayitas.
Es más, según cuenta su biógrafo, hasta el director de TV Más, su sobrino (el padre, originario de Otatitlán) ha dejado de pedir a columnistas tirar incienso al tío y/o pedir rafagueo en contra de los adversarios.
Antes, mucho antes, demasiada, excesiva polvareda levantó en el palenque público.
El punto más álgido fue cuando, entre otras cositas, el diputado local, y de MORENA, Magdaleno Rosales, aseguró que con recursos públicos Érick Cisneros había comprado bienes terrenales en Baja California, su patria adoptiva.
Entonces, Kuitláhuac, el góber, “lanzó espada en prenda” y lo defendió en todo y con todo.
Días, semanas después, envalentonado, el secretario de Gobierno se purificó a sí mismo.
Ahora con el bajo perfil, y quizá “los polvos de aquellos lodos” están lloviendo como en el relato de Gabriel García Márquez en aquel pueblo donde llovía estiércol, quizá excremento de vaca.
RARO Y EXTRAÑO BAJO PERFIL
Es el secretario de Gobierno. El dos del palacio. El segundo del góber. Digamos, el otro yo. El político de más confianza. El operador. El uno y el dos.
Y cuando de pronto desaparece del escenario, ocupa.
Más, y cuando por aquí miraba a reporteros, fotógrafos y camarógrafos, se anotaba y levantaba la mano.
Por eso mismo, cuando tomó el machete y fue a cortar el monte en los camellones acompañado de brigadas sociales, a su lado, los trabajadores de la información.
Y cuando viajó a Baja California para presentar un libro que coordinara, diputados y reporteros en su periplo.
Y cuando debutó en Otatitlán, su pueblo, como “El dos del palacio” para cortar listoncito en Clínica de Salud sin medicinas y cortar otro listón a una exposición de caricaturas, que tanto le gusta y divierten, también, periodistas a un lado.
De allí que su ausencia sea indicativa y significativa.
Y, bueno, ojalá que todo esté bien y que acaso, quizá, quizá, quizá se trate de una estrategia política, un chancecito, para dejar que otros figuren y escalen y remonten.
Pero de igual manera, para evitar el desgaste en que suele incurrirse cuando hay demasiada exposición mediática, política y social y cuando, incluso, las declaraciones están llenas de palabras manoseadas y pocos ciudadanos de a pie creen.
Más, cuando se trata del jefe político de Veracruz en el tiempo de la 4T encargado de llevar y sobrellevar las pasiones humanas.
Y más, cuando de todos los vendavales ha salido ileso, político encumbrado y poderoso que es.
Incluso, nada le hizo el rafagueo del diputado Magdaleno Rosales.
Tampoco las campanadas del vocero del arzobispo, el sacerdote José Manuel Suazo.
Ni los disparos intercambiados con el presidente municipal de Veracruz.
LA OBSESIVA OBSESIÓN
En la cancha pública trasciende su pleito con el secretario de Educación, Zenyazen Escobar, otro calenturiento soñando con la candidatura de MORENA a gobernador cuando, y como dijera Carlos Salinas, que nadie “se haga bolas” porque la favorita de López Obrador es Rocío Nahle, secretaria de Energía.
Pero Zenyazen, igual que Cisneros, creen en la posibilidad y así caminan los días y noches en el poder sexenal.
La obsesiva obsesión que los impulsa y fermenta les llevó a tener, cada uno, su Cartel Mediático con reporteros favoritos, dispuestos a ofrendar, más que la vida, la pluma por ellos.
Y mientras Zenyazen se gradúa de doctor en Educación por universidad mundial, ajá, Cisneros desaparece o parece desaparecer del tinglado marrón y guinda.
Y en tanto Zenyazen sigue en los medios y la línea ágata, Cisneros, “nadando de muertito” y sin asestar carambolazo de billar político.
Con personalidad mediática y combativa, belicista, con estilo autoritario de ejercer el poder, quizá “El dos del palacio” se reinventa, más que como un halcón afilando las pezuñas, como un guerrero reposado, calculador y frío.