- Más le vale bajo perfil
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. La esquela de Javier Duarte
Nunca ha dicho una sola palabra sobre el presunto dinero oficial para el senador Héctor Yunes Landa para su campaña electoral de candidato a gobernador.
Tampoco de la lana entregada, según Yunes Landa, a Cuitláhuac García, a quien vio saliendo de la Casa Veracruz con un maletín negro y una doble sonrisota tamaño sandía.
Menos ha tocado el asuntito de Gerardo Buganza Salmerón como su candidato al trono imperial y faraónico para usufructuar la silla embrujada de palacio.
Ni una palabra, menos, cuando la yunicidad anunció que iba por Karime Macías, sus padres y 8 familiares.
Pero ahora, cuando falleció el profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo, dueño durante más de tres décadas de la sección 32 del SNTE, Javier Duarte publicó una esquela de media plana en la prensa escrita.
“Lamentan (Duarte y Karime Macías Tubilla (así se firmó) profundamente el fallecimiento de su muy querido amigo maestro… Juan Nicolás… Nuestro muy estimado coordinador”.
La fecha, el sábado 23 de septiembre del año fatídico que corre y fatídico por tantos temblores y huracanes y malandros.
Duarte, desde el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, emitiendo la orden a los suyos para expresarse con una esquela en el duelo de los profesores del SNTE.
El biógrafo diría que “nobleza… obliga”, pues Callejas fue leal y fiel a la llamada Docena Trágica de Veracruz iniciada en el año 2004 y concluida el año 2016, cuando el PRI perdió la gubernatura y el Congreso local, y este año, las presidencias municipales.
Murió Callejas, casi 3 meses después de la tercera derrota de su partido, el tricolor, que lo encumbrara con 5 diputaciones locales y federales, siempre de jefe máximo, y siempre por la vía pluri.
Y con tantos favores, digamos, institucionales, que dispensara a Duarte, el político preso más famoso del país, se añadió al montón de esquelas.
Dos. Mucho hartazgo sembró Duarte
Muchas cositas han sucedido del año anterior y luego de su huelguita de hambre de 17 días en que dada la gordura su vida peligraba y la levantara, ni una palabra más de Duarte en el carril político y mediático, luego de su cólera porque la yunicidad le ha desatado “una persecución política” y “una cacería de brujas”, como también lo preconizara Callejas Arroyo.
Desde luego, está claro que ni una cosita ni la otra, sino que dado los abusos y excesos en el ejercicio del poder y en la tarea de gobernar, los duartistas “se pusieron de pechito” al gobierno del cambio, y ni modo, “el que hierro mata… a hierro muere”.
El peso de la justicia está en el aire. Todos ellos, los duartistas presos, enfrentan un proceso penal. Y de acuerdo con el nuevo sistema penal, dicen los enterados, ha de esperarse el dictamen.
La muerte de Callejas padre obligó a la esquela y el pésame, y manifiesta que el ex góber tuitero se mantiene al tanto de la vida pública y la vida de sus amigos, socios, aliados y cómplices, como de seguro estará informado de que la Fiscalía ha solicitado por segunda ocasión la comparecencia de Fidel Herrera Beltrán, su padre putativo, para aclarar paradas, así como también está en curso la solicitud de desafuero de sus diputados federales, Tarek Abdalá y Alberto Silva Ramos, en tanto el SAT va por otros duartistas, reproduciendo el mismo esquema en Estados Unidos en contra de Al Capone.
Y como el gobierno azul sigue para adelante con las denuncias penales y que de 64 en la Fiscalía ahora subieron a una centena según el Contralor Ramón Figuerola Piñera por “mal manejo de recursos públicos” y que incluyen trastupijes en todas las secretarías del gabinete legal y ampliado, Duarte estará consciente ya de que su huelga para frenar “la cacería de brujas” ningún resultado obtuvo.
Y por tanto, más vale un bajo perfil (sin aparecer, por ejemplo, en esquelas), pues el hartazgo social en su contra y los suyos se multiplica con más intensidad que los peces y los panes.
Tres. Duarte sigue irritando a la sociedad
Varios ex gobernadores están presos, además de Javier Duarte.
Entre ellos, Roberto Borge y Mario Villanueva, de Quintana Roo. Andrés Granier, de Tabasco.
Guillermo Padrés, de Sonora. Tomás Yarrington, de Tamaulipas.
César Duarte, de Chihuahua, y Eugenio Flores Hernández, de Tamaulipas, prófugos de la justicia.
Todos ellos, acusados de pillos y ladrones.
Y no obstante, ningún político ha escarmentado con el pasado sórdido y siniestro, cuando el enriquecimiento ilícito a la sombra del poder se multiplica.
Roberto Sandoval Castañeda, quien el martes 19 de septiembre dejara la gubernatura, sumió a Nayarit en la violencia y dejó una megadeuda, además de coleccionar en su sexenio denuncias por extorsión, despojo, robo, amenazas, secuestro, violación, asesinato, levantones, fabricación de delitos y narcotráfico (Proceso 1938
En Baja California, Francisco Arturo Vega de Lamadrid dejará una deuda de 82 mil millones de pesos con un crédito bancario pagadero en 37 años.
Y todavía de ñapa, y como en el caso de Duarte, publicando esquelas de su aliado fallecido, mostrándose y exhibiéndose como un ángel de la pureza, y al mismo tiempo, desafiando la conciencia social de la población que tanto lo rechaza.
El daño político y moral, sin embargo, es para su partido, el tricolor, que de acuerdo con una encuesta de Los Pinos se ubica en el tercer lugar de la preferencia para la elección de gobernador el año entrante, mientras que el PAN se mantiene en primero y MORENA en segundo.
Javier Duarte sigue irritando a la población electoral.