Luis Velázquez | Expediente 2021
14 de mayo de 2021
“El país de un solo hombre” se ha reinventado en el país. A tono con el relato bíblico, cuando los jefes tribales eran los tlatoanis, los chamanes, los jefes máximos, con la 4T, todo indica, el país se quedó en “el control centralizado”, en la “era del partido dominante”, en el país donde únicamente suenan y resuenan los chicharrones de las tribus políticas encaramadas en el poder.
Benito Juárez ejerció el poder con autoritarismo total. Por aquí tomó posesión presidencial impuso su filosofía política y social. Y otorgó cargos públicos y bien pagados y jugosos a sus tres yernos.
Igual, igualito, Francisco Ignacio Madero cuando su primer acto de gobierno fue indemnizar a sus familiares por las haciendas expropiadas en la revolución.
Igual, igualito, Lázaro Cárdenas del Río otorgando cargos públicos menores a sus parientes, con bajo perfil, para evitar a los quisquillosos.
Es la herencia maldita en la república.
Moctezuma II era el tlatoani mayor. Dueño del imperio y su emporio. El emperador a quien los jefes regionales rendían culto y pleitesía.
Porfirio Díaz Mori, quizá, alcanzó la plenitud del poder. Treinta y años trepado en lo más alto de la pirámide política.
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, definió al PRI en el poder como “La dictadura perfecta”.
Plutarco Elías Calles ha sido el único presidente de la república que impuso como tal y como ex a cuatro sucesores.
Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez, Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas fueron impuestos por su Santo Dedazo.
Cárdenas, el último, le salió rezongón y lo exilió en Los Angeles, y luego enseguida asestó manotazo y cambió a los Ministros del gabinete legal, gobernadores y jefes militares callistas.
Aquí mando yo, exclamó como eje central y vaso comunicante de su sexenio.
El poder, dice el viejito del pueblo, nunca se comparte. Incluso, ni se presta.
Y con todo y lo que se diga, dos años y 5 meses y cacho después, el obradorismo “parece decidido a empujar el país de regreso a una era de gobierno de partido dominante” publica la
articulista y escritora Denise Dresser en su ensayo “El Presidente de México busca enfrentarse con Washington” publicado en la revista Foreign Affairs Latinoamérica.
“AL ROJO VIVO”…
La prueba de fuego está “al rojo vivo”. Por ejemplo, los últimos indicativos.
Uno. La sistemática obsesiva obsesión de tener una prensa arrodillada.
Es más, inmolándose diciendo que nunca, como ahora, la prensa tan dura y ruda en contra de un presidente de la república.
Con todo, más dura fue la prensa con Benito Juárez y Francisco Ignacio Madero y en el primer año de Lázaro Cárdenas, y los tres aguantaron vara en nombre de la libertad de expresión y de prensa.
Dos. La guerra abierta declarada al Instituto Nacional Electoral.
Y desde luego, el anunciando que irán por la mayor parte de los titulares del INE, iniciando por Lorenzo Córdoba, el presidente.
Tres. La advertencia de que si pierde la mayoría en el Congreso de la Unión el próximo 6 de junio con la elección de diputados federales, entonces, reformará la ley para evitar que ellos decidan sobre el presupuesto anual.
Cuatro. La feroz lucha en contra de sus antecesores en el poder presidencial a quienes de todo, absolutamente de todos, inculpa.
Pero, vaya paradoja, en ningún caso procede con la denuncia penal concreta, específica y maciza en la Fiscalía General de la República.
Cinco. El bombardeo nuclear en contra de parte de los empresarios, digamos, aquellos ligados a sus antecesores.
Más, cuando en el mejor caso de Lázaro Cárdenas, Francisco Madero y Benito Juárez, operaban con bajo y discreto perfil para, en todo caso, aplicar la ley y proceder.
Seis. La intentona para tener un Poder Legislativo y un Poder Judicial a sus órdenes, señor.
Igual, igualito que una Suprema Corte de Justicia de la Nación y un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y un Instituto Nacional Electoral, INE, a sus órdenes, señor.
“El país de un solo hombre” diría el historiador Enrique González Pedrero, inspirado en su biografía monumental sobre Antonio López de Santa Anna.
RÉGIMEN POPULISTA Y AUTORITARIO
Por ósmosis, el régimen populista autoritario, el ejercicio de “un control (político) centralizado” se extiende y prolonga a los estados del país.
En las demarcaciones gobernadas por un priista o panista, ni se diga.
Pero también, en las entidades gobernadas por gente de MORENA, entre ellas, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla, Morelos, la Ciudad de México y Baja California.
El ejercicio del poder se focaliza en una frasecita bíblica, memorable, recordable y citable.
“Aquí mando yo” exclamó la Fiscal General elegida para 9 años cuando tomara posesión de su palacio de justicia en Xalapa.
El control del poder. El control de las instituciones. El control del presupuesto. El control de la asignación de obra pública. El control de los medios. El control de los partidos políticos opositores. El control, en todo caso (que pactos pudieran denominarse) de los carteles y cartelitos.
Los gobernadores son los pequeños virreyes en sus pueblos, y al mismo tiempo, los mandamases, jefes de jefes, tlatoanis mayores.
Plutarco Elías Calles fundó en 1929 el partido abuelito del PRI, el Partido Nacional Revolucionario, PNR, y para conservar el poder y mantener contentos, dichosos y felices a todos, les otorgó las gubernaturas.
Es decir, repartió el poder, el pastelazo en tajadas iguales para todos.
Con la 4T la historia ha encarnado.
Pragmatismo puro, vocación feudal autoritaria, todos los mexicanos traemos un PRI chiquito en la sangre y las neuronas.
El PRI autoritario.
En todo caso, el ciudadano deseoso de mandar y de imponer su ley, sus órdenes, sus palabras.