• Hasta hoy sus “juguetes” han sido machetes y botas para trabajar en el campo.
Carlos Abad/El Piñero
Tener un árbol de navidad, con esferas, un “nacimiento” y esperar la llegada de Melchor, Gaspar y Baltazar es un lujo para miles de familias que viven en extrema pobreza en nuestro país, donde la prioridad es comer y no adornar conforme a la época; hoy te presentamos la ilusión de 3 niños originarios de la comunidad indígena Chinanteca del Camalotal, Tuxtepec, Oaxaca, quienes tuvieron que cortar una rama, adornarla con sus juguetes usados e improvisar un pesebre, para esperar la llegada de Santa Claus y los reyes magos por primera vez en sus vidas.
Primero platicamos con Jesús Palacios Moreno, él tiene 10 años de edad, no puede estudiar el quinto año de primaria en línea, pues su familia carece de recursos económicos para comprarle un celular, tableta o computadora, así que en su tiempo libre “Chucho” se las ingenió para poner su primer árbol de navidad e inaugurar su nacimiento, donde espera poner la carta para la llegada de los 3 reyes magos “corte el árbol del otro lado del arroyo, donde tenía la leña mi tío”.
A pesar de que es un niño, “Chucho” debe ayudar a sus padres a cortar chile para ganarse la vida “ayudo a mis papás en la milpa y a hacer tamales, que después vende mi hermano Pancho, quien también trabaja de cortador de caña a sus 13 años”, este último no se pudo quedar a la entrevista, porque pasó el cabo para llevarlo a un trabajo forzado de sol a sol.
¿Le haz escrito una carta a santa claus y a los reyes magos?
No, nunca.
¿Porqué?
Porqué nunca me traen regalos
¿Qué te gustaría que te trajera Santa Claus y los reyes magos?
Despensas, juguetes, mi arbolito de navidad, un nacimiento y mi serie, contestó Jesús, ilusionado con que un día pueda tener entre sus manos lo que siempre ha soñado.
Su hermano Sebastián apenas tiene 8 años, estudia el tercer grado de primaria y sus únicos juguetes los usó para adornar su rama de navidad, porqué él sabe que el espíritu jamás se debe perder “quiero un árbol de navidad como los que veo en la tele, colgué juguetes porqué no tengo esferas”.
Eugenia Moreno Maroto es la mamá de los 3 niños entusiastas, ella es el sustento de la familia con un trabajo mal pagado que no contempla ninguna prestación de ley “apuradamente tenemos para comer, cortamos chile, nos pagan a 2.50 el kilo, en medio día cortamos 35 kilos y no tenemos dinero para comprar un árbol de 350 pesos”, expresó.
El padre de los tres niños se llama Antonio Palacios y tiene 78 años de edad, el señor ya no puede trabajar por su avanzada edad y una enfermedad que no lo deja en paz “no tengo dinero y ellos necesitan muchas cosas para jugar”.
Este es el pesebre de Pancho, Chucho y Sebastián, lo colocaron sobre una mesa de madera, y en él pusieron los juguetes que un día se sacaron en la feria, colocaron una imágen de la virgen de Guadalupe, pero no tuvieron dinero para comprar los borreguitos, ni a Jesús, María y José, menos a los 3 reyes magos y ni pensar en arrullar al niño Dios, porque entre comer todos los días y adquirir piezas de cerámica, barro o yeso, la prioridad siempre será el hambre para los hermanos oriundos de Tuxtepec.
“Me gustaría que los reyes magos y santa claus, me traigan los regalos que yo quiero, también a mí hermanito y a mi hermano más grande” dijo Chucho antes de despedirse.
Al caer la noche, los hermanos Palacios Moreno desdoblan su cobertor, que los ayuda a no pasar frío en esta época invernal, donde todos deberán dormir en el suelo/piso, soñando que un día Santa Claus y los Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltazar) puedan dejar los regalos que jamás han llegado, pero mientras duermen, ellos imaginan que al otro día juegan con un Rayo McQueen, dragones, dinosaurios, pelotas y demás juguetes, en lugar de machetes y herramientas de trabajo que ocupan para ganarse la vida en el campo.