- La miseria atroz
Luis Velázquez/ Malecón del Paseo
Veracruz.- EMBARCADERO: Es la hora de los indígenas en Veracruz…
“Los pobres entre los pobres”…
AMLO, el presidente de la república, se ha purificado en varias ocasiones con sus tlatoanis y los jefes máximos le han entregaron el bastón de mando… Incluso, como nunca antes con otros políticos, se ha arrodillado, y en público, ante ellos…
La madre tierra habla…
Igual, el góber de Veracruz ha sido purificado por las tribus indígenas…
La última vez fue en Papantla…
Por eso, es el tiempo del millón de indígenas de Veracruz arraigados desde la noche de todos los tiempos en las regiones étnicas de Huayacocotla, Chicontepec, Otontepec, Papantla, Zongolica, los Valles de Santa Martha y Uxpanapa y Soteapan…
Todos ellos, ganando 70 pesos diarios por un jornal que inicia antes de la salida del sol y termina cuando la luna alumbra el surco…
Todos, atrapados y sin salida en la miseria, la pobreza y la jodidez…
La mayor parte, enfermos, trasladados de un pueblo al pueblo más cercano con Clínica de Salud unas veces en un catre, y otras, a las espaldas de un montón de hombres que se van turnando, y por desgracia, enfermos irremediables, mueren en el camino…
ROMPEOLAS: La más alta deserción escolar en Veracruz se da en las zonas indígenas con los niños de la escuela primaria… Cada año, los padres los sacan de la escuela para el corte de caña, cítricos y café, pues significan una mano de obra más para cortar, aunque sea, en cada jornada, unos cuantos kilitos… Y en contraparte, los profesores de la secretaría de Educación llegando a sus pueblos el día martes, impartiendo clases hasta el día jueves, pues descansan lunes y viernes… Y lo peor, solo trabajan de 9 a 12 horas, es decir, 3 horas diarias, incluida media hora de recreo… Y lo peor entre lo peor, sin que la SEV aseste un manotazo para ordenar el caos… Un niño pobre, decía Víctor Hugo, el autor de “Los miserables”, tiene el mismo legítimo derecho a ser educado con la misma calidad que un niño rico…
ASTILLEROS: La peor migración en Veracruz, igual que en otras entidades federativas, proviene del campo, cierto, pero más aún, de las regiones indígenas… Migran a los pueblos urbanos vecinos y la Ciudad de México para convertirse en albañiles… Y en el mejor de los casos, migran a Estados Unidos echando un volado a la suerte, a la cárcel y a la muerte… Un día, los pueblos étnicos convertidos en pueblos fantasmas, porque los hombres se arraigaron en otros pueblos, incluso, en el país vecino, y hasta se emparejaron con otras mujeres… Hijos apenas grandecitos que se van y nunca, jamás, regresan, y abandonan a sus padres y hermanos pequeños, sin ningún remordimiento de conciencia… El gran fracaso de la política económica y social… Pero también, educativa y de salud… De pronto, ¡zas!, a los pueblos indígenas llegaron los carteles a sembrar droga por todos lados… Y las únicas víctimas, los indígenas, pues los capos capos son, y usufructúan impunidad, aliados con frecuencia con los policías, los jefes policiacos, los caciques regionales y los políticos en el poder sexenal y municipal…
ARRECIFES: Según la radiografía social aproximada, hay en las cárceles de Veracruz unos novecientos indígenas privados de su libertad por un delito de lesa humanidad, como es el robo de una gallinita, un pollito, para llevar el itacate a la casa para los niños, la esposa y los padres ancianos… Y como hablan dialecto, su idioma, entonces, condenados de por vida, además, claro, de la miseria, incapacidad económica y social para pagar la multa… Cada año, en navidad (ahora en la Cuitlamanía ni eso), sin embargo, el Estado “se cura en salud” y libera a unos cuantos indígenas para así, digamos, apaciguar el grito de la conciencia… Pero en contraparte, los transgresores de la ley por el robo de un pollito siguen presos… Y presos en un Veracruz donde, y por ejemplo, los duartistas internados en el penal de Pacho Viejo acusados de pillos y ladrones ya son liberados por la Cuitlamanía y sus jueces estelares…
PLAZOLETA: El bienio azul se fue y el último sexenio priista también, y sin embargo, la jodidez económica y social en las zonas indígenas de Veracruz siguen peores… En los últimos años de gobierno, ninguna fuente de empleo creada en sus regiones para mejorar la amarga calidad de vida cotidiana… Incluso, en la yunicidad en la secretaría de Desarrollo Económico prefirieron integrar un club de cafetómanos para vivir en gerundio, es decir, planeando lo que nunca aterrizaron… Los 24 meses de la gubernatura pasaron sin crear una sola fuente de empleo en las regiones étnicas, se ignora, quizá, sí en los centros urbanos o suburbanos… Y la miseria se multiplica… Con todo y la fanfarria anual por el Festival Tajín… Con todo y algunos llamados Pueblos Mágicos que ahora, con MORENA, han quedado sin presupuesto para que el país, y Veracruz, por añadidura, vivan en la austeridad republicana… ¡Ah!, pero el populismo barato y ramplón también está en purificarse con el incienso indígena, hablar, ajá, bendiciones, a la madre tierra y arrodillarse ante los jefes tribales…
PALMERAS: El sexenio de AMLO y de Cuitláhuac García apenas, apenitas, comienzan… Quedan seis largos y extenuantes años para aterrizar el discurso… El presidente Lázaro Cárdenas del Río, uno de los ídolos con Francisco I. Madero, Benito Juárez (indígena), Miguel Hidalgo y José María Morelos, de Andrés Manuel López Obrador, empeñaron la palabra por los indígenas… Pero una palabra presidencial con vida efímera, porque en el siguiente sexenio otras fueron las prioridades… Y los indígenas volvieron a la peor noche de sus días infernales… Basta, por ejemplo, un recorrido, digamos, turístico, por algún pueblo de Chicontepec o Zongolica, de Papantla o Soteapan, para toparse con la miseria más atroz y canija… Hoy, como antes, la Cuitlamanía los sigue utilizando para purificarse y para que en el pecho les cuelguen las cadenas de flores y con el incienso desparramado y la cabeza inclinada, les desparramen las bendiciones de un tlatoani indígena y que antes, hace 500 años, se llamaba Quetzalcóatl, aun cuando enfrente Huitzilopochtli, el dios de la guerra, el dios sediento de la orgía de sangre, clamaba doncellas vírgenes y rumía ferocidad… Pero, bueno, tengamos fe en la república amorosa que una vez más, el tiempo de los indígenas está sonando…