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La insana convivencia política en un país polarizado

El Piñero

Luis Velázquez | Expediente 2021
27 de mayo de 2021

López Obrador ha logrado lo que nunca antes, jamás, el priismo, el panismo y el perredismo, anexos y conexos: dividir a familias enteras en el país. Incluso, peleadas a muerte. Dejándose de hablar. Y con los padres, prohibiendo a las esposas e hijos hablar a los parientes.

Un jefe de familia dijo a su mujer:

“Cuidadito y perdonas a tu prole porque te las verás conmigo”.

La lealtad ciega, mejor dicho, la fe ciega, total y absoluta, “al rojo vivo”. Jamás un país tan polarizado, más, mucho más allá de la ruptura, el odio, el rencor y la venganza anidada en las tribus partidistas y los políticos opositores.

Hombre del Edén, hombre del trópico, fogoso y volcánico, López Obrador ha obtenido lo que jamás en la historia como es lograr que las familias lleguen a odiarse.

Ni siquiera, vaya, Jesucristo alcanzó tales niveles pues, entonces, el mundo se dividía entre católicos y fariseos, cada uno ocupado en su parcela de poder.

Es más, ni en el Callismo se llegó a tales niveles de discordia. En todo caso, era la rebatinga por el poder pero reducido a las elites y las cúpulas.

Insólito: ahora, aunque la familia tenga su ingreso económico en tareas totalmente ajenas a la política y la vida pública, la pasión obradorista, digamos, alrededor de “El rayito de esperanza”, alcanza pasiones descarriladas.

De hecho y derecho, como si una familia se declarara obradorista con “lealtad ciega”, y la otra familia con la misma sangre evidenciara y cuestionara a la 4T.

Hay padres, hermanos, tíos, primos, cercanos y lejanos, compadres, vecinos, conocidos, enemistados.

Si están con López Obrador, entonces, la vida se llena de “hacha, calabaza y miel”.

Pero si estás en contra por equis razones, entonces, los parientes quedan satanizados y condenados al rincón más arrinconado del infierno.

Casi casi, como si se tratara de un nuevo Mesías anunciando el paraíso terrenal para los feligreses.

Pero, claro, un Mesías exigiendo “lealtad ciega”, total, absoluta, donde está prohibido dudar y más, mucho más, tener dudas.

“Estás conmigo o estás contra mí” es, sería, será el lema filosófico, social y político.

TIEMPO DE LA SANA CONVIVENCIA

Antes, mucho antes, cuando en el país se multiplicaron los partidos políticos, las familias se volvieron plurales.

El padre, en un partido. La madre, en otro. Los hijos, digamos, unos tres promedio, cada uno en un instituto político diferente, y en todo caso, como simpatizantes y/o sufragando en las urnas por cada uno.

Además, la familia vivía en la pluralidad total con respeto entre sí. La sana convivencia. Debatiendo y riñendo, incluso, por un partido y/o un candidato.

Y aun cuando la plática derivara encendida, dura y ruda, hacia el final del día terminaban abrazados, juntos, perdonándose, olvidando los agravios.

Ahora, con la 4T, mejor dicho con el obradorismo, la pasión enconada. La ruptura. “El pleito a muerte” y en serio.

Algún día, sin embargo, la 4T, el obradorismo se irá. En todo caso existiría un obradorismo sin López Obrador, y con otro estilo personal de ejercer el poder.

Quizá, digamos, el estilo de Claudia Sheinbaum, quien parece la consentida para el año 2024. Marcelo Ebrard Casaubon. El senador Ricardo Monreal.

Y para entonces, caray, las familias enconadas cuando López Obrador se haya ido, como dice él mismo, a su rancho, “La chingada”, en Chiapas.

O como el hippie Enrique Peña Nieto, a España.

O Porfirio Díaz Mori, al exilio dorado en París.

O como Antonio López de Santa Anna, con su exilio en Tubarco, Colombia, donde incluso le levantaran una estatua.

Plutarco Elías Calles, exiliado por Lázaro Cárdenas en Los Angeles.

En total, y a la fecha, veinticuatro ex presidentes de la república obligados a dejar el país luego del mandato constitucional.

Ningún político, sea quien sea, vale la pena de la ruptura familiar.

TREPIDANTE PASIÓN POLÍTICA

En el movimiento estudiantil del 68 en París, el escritor Carlos Fuentes Macías escribió un libro/crónica intitulado “París, la revolución de mayo”.

Entre otras cositas enaltecía que de pronto, y gracias a la rebelión juvenil, los franceses habían descubierto que llevaban muchos años sin comunicarse, considerando que hablar es integrarse, re/conocerse, re/identificarse, re/descubrirse.

Ahora, con el obradorismo, muchas, millones quizá de familias en el país, descubrieron que la pasión política es más fuerte, intensa y trepidante que la sangre familiar, y en nombre de López Obrador se han dividido y roto, se ignora si para siempre.

Fue el mismo caso, por ejemplo, cuando un montón de escritores de América Latina, entre otros, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar, se desencantaron de Fidel Castro Ruz y rompieron para siempre, en tanto Gabriel García Márquez, fascinado con la cercanía del poder, siguió a su lado.

Y los amigos entrañables que eran siguieron cultivando el surco de la relación afectiva, pero entre más lejos, mucho mejor.

El caso de Benito Juárez con Ignacio Ramírez, El Nigromante, y Francisco Zarco, entre otros, y quienes hasta fueron Ministros de su gabinete legal.

Ellos eran amigos de Castro y Juárez. Pero en el caso de López Obrador, la cizaña es familiar. En todo caso, apostando a un tiempo de vida demasiado corto y que terminará en el año 2024.

Lástima para las familias escindidas por la pasión política loca y desenfrenada; ni que fuera Dios…

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