En 1954, el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, violó a los 15 años al entonces aspirante a sacerdote Fernando Martínez. Luego, de 1969 a 1993, ya como cura católico, Martínez abusó sexualmente de al menos nueve menores de edad del Instituto Cumbres, tanto en la Ciudad de México como en Cancún.
Ante los señalamientos, Maciel lo trasladaba a otras ciudades. Este enero fue apartado del estado clerical, pero sigue dentro de la orden de la Legión de Cristo. Biani, una de sus víctimas en la década de los 90, alertó que sus encubridores siguen en la cúpula de esa congregación y exige que el Vaticano la disuelva porque, cuestionó, “qué garantías tenemos de que los niños que están hoy en esas escuelas no estén siendo violados”.
Dulce Olvera
Ciudad de México (SinEmbargo).– El sacerdote católico mexicano Fernando Martínez Suárez abusó sexualmente de al menos nueve menores de edad estudiantes del Instituto Cumbres de la Ciudad de México y de Cancún, Quintana Roo, de 1969 a 1993, de acuerdo con un informe de los Legionarios de Cristo publicado en noviembre pasado. En diciembre de 2016, Martínez fue trasladado a Roma, Italia, donde supuestamente no tiene contacto con niños y este 13 de enero fue apartado del estado clerical sin ministerio sacerdotal. Sin embargo, por decisión de la Santa Sede sigue siendo parte de la congregación, también conocida como la Legión de Cristo.
“El Vaticano debería disolver la Congregación porque en todo este tiempo desde el escándalo de Marcial Maciel no ha habido ningún cambio en términos de los abusos que comete esta institución impunemente”, afirmó una de las víctimas, Biani López-Antúnez, quien actualmente se dedica a la museografía. “Me parece insuficiente que a Martínez solo le hayan quitado la sotana, pero lo siguen protegiendo en Roma y no lo trasladan a México para que responda aquí ante las autoridades civiles”, expuso en entrevista con SinEmbargo.
Para sentir justicia luego de casi tres décadas, Biani pidió al Gobierno mexicano reformar para que el abuso sexual no prescriba en determinados años y se finquen responsabilidades, ya que las “heridas no prescriben” y las víctimas denuncian “cuando podemos y nuestros procesos personales nos permiten juntar la suficiente fuerza para enfrentar un proceso de esta naturaleza” y, además, los intereses de la infancia deben estar “por encima de cualquier cosa”.
“Yo fui abusada en ese colegio [Instituto Cumbres Cancún] de los ocho a los diez años. Fueron dos años de abusos continuados y no solamente abusaba de mí, sino que me obligaba a ver cómo abusaba de otras niñas”, dijo. “Yo era consciente de al menos tres víctimas más. Desde que se ha empezado a investigar hemos encontrado que somos más víctimas”.
“El daño está ahí siempre. Ha sido muy difícil emocionalmente y en todos los aspectos de mi vida, porque uno revive los abusos en tu propio cuerpo y vuelves a tener depresión, ansiedad y una serie de síntomas que sucedieron en el abuso. Todas las víctimas tenemos esa vuelta en el cuerpo y vamos sobreviviendo porque entendemos que es necesario hacer esta lucha independientemente del costo personal que estemos teniendo”, aseguró.
El 21 de diciembre la Congregación Legionarios de Cristo publicó un informe donde reveló que desde su fundación en 1941 al 16 de diciembre de 2019, 175 menores fueron víctimas de abusos sexuales cometidos por 33 sacerdotes de la congregación, entre ellos, 60 menores abusados por su fundador, Marcial Maciel, quien falleció en 2008.
En su gran mayoría las víctimas fueron niños adolescentes de entre 11 y 16 años. De los 33 sacerdotes pederastas, 14 fueron víctimas de abuso sexual dentro de la Congregación, entre ellos el Padre Fernando Martínez, violado por Marcial Maciel en Ontaneda y Roma en verano y otoño de 1954, cuando tenía 15 años.
“Quienes encubrieron nuestro caso son los directores territoriales de Legionarios Luis Garza Medina, Eloy Bedia Diez, y desde 2014 Eduardo Robles-Gil. Eran los encargados de supervisar las escuelas y a sacerdotes, y son los mismos que ocupan la cúpula legionaria al día de hoy. Ellos siguieron las órdenes de Maciel, que ya está muerto y es la raíz podrida de toda esta Congregación. Dicen que ya están renovados, pero si son los mismos que encubrieron nuestro caso qué garantías tenemos que los niños que están hoy en esas escuelas no estén siendo violados y que dentro de 25 años van a salir a hablar”, cuestionó Biani en charla con este diario digital.
MACIEL LO FUE TRASLADANDO A OTRAS CIUDADES
De acuerdo con el informe del caso de Martínez, publicado por los Legionarios de Cristo el 22 de noviembre, desde 1969 –cinco años después de recibirse como sacerdote– fue señalado por un padre de familia de haber abusado de su hijo de entre 4 y 6 años en el Instituto Cumbres Lomas de la Ciudad de México. Los superiores informaron al Padre Marcial Maciel, quien decidió trasladarlo a Saltillo, Coahuila, sin informar a las autoridades judiciales ni eclesiásticas.
Hasta 1971 Martínez fue el director del Cumbres de esa ciudad del norte, y aunque luego regresó a la capital del país al Instituto en Lomas, de 1974 a 1976 de nuevo fue director del colegio en Saltillo, donde cometió otro abuso. Una vez más en la Ciudad de México, en 1990 el Padre Martínez abusó de una niña en las instalaciones del Instituto Cumbres Lomas y fue denunciado por la madre.
Quien recibió la denuncia fue el director territorial en México de los Legionarios, Luis Garza Medina. Al informar al Padre Maciel, decidió nombrarlo director del Instituto Cumbres de Cancún en el verano de 1991.
Aunque el Padre Martínez le contestó que no se sentía firme para aceptar el cargo “con todos los antecedentes recientes”, fue trasladado y cometió abusos contra al menos seis niñas de entre 6 y 11 años en el Instituto Cumbres de Cancún, una de ellas, Biani López-Antúnez. El Padre lo reconoció.
“Sabiendo que no era la única denuncia, sino que venían desde 1969, sabiendo que era un depredador sexual, lo ponen en Cancún y ahí obviamente suceden estos abusos que eran totalmente prevenibles”, acusó Biani. “Cuando yo lo denuncio junto con otras tres niñas, y que Ana Lucía ya había denunciado, es decir, cinco denuncias en el mismo Colegio, ya no lo mueven dentro del país sino que lo sacan”.
En 1993, cuando el director territorial era Eloy Bedia, los superiores informaron de los abusos al Padre Maciel, quien lo trasladó a Salamanca, España, en calidad de administrador del seminario de la Congregación en esa ciudad. Aunque Bedia prometió a los padres de las niñas abusadas que el Padre Martínez se sometería a un tratamiento, y ya no tendría ningún contacto con menores, no se cumplió, dice el informe de los Legionarios.
En mayo de 2019, cuando Martínez ya estaba en Roma sin sanción, Ana Lucía Salazar lo señaló públicamente de haber abusado de ella en el Instituto Cumbres de Cancún cuando era niña. La Congregación de los Legionarios anunció una investigación externa de la agencia Praesidium sobre el caso para complementar la investigación interna en curso, y se le notificó al Padre Martínez la prohibición de vestir distintivo clerical fuera de las casas de la Congregación; la prohibición de escuchar confesiones de los que viven en las comunidades de la Congregación; la prohibición de participar en concelebraciones comunitarias de la misa a las que asisten religiosos en formación u otros fieles; y recibirá acompañamiento psicológico.
El 23 de mayo de 2019 el Instituto Cumbres de Cancún denunció el caso a la Fiscalía General de Justicia del Estado de Quintana Roo.
“Son denuncias que son parte de la falsa de los Legionarios. La hacen sabiendo que ellos no son quienes deben denunciar porque no son las víctimas y que son delitos que ya prescribieron. Denuncian a sabiendas de que el Ministerio Público no lo va a investigar con el fin de decir después que ellos colaboraron con las autoridades. Es la manera en que ellos se escudan cuando saben que no habrá ninguna consecuencia”, dijo Biani.
“Están tratando de usar a la víctimas para lavarse la cara, están usando este caso para hacer ver que ya son transparentes y que están avergonzados. Pero es una farsa”, acusó.
El informe sobre el caso Martínez concluye subrayando el “error gravísimo de asignar, en este caso, a un sacerdote que había cometido abusos a un puesto de trabajo pastoral con niños y jóvenes en otro lugar” y condena “la existencia de una cultura defensiva que priorizaba la imagen y fama de la institución por encima de las personas, y al sacerdote abusador por encima de la víctima”.
El 20 de enero pasado, cuando comenzó en Roma el Capítulo General 2020 de la Congregación, los Legionarios de Cristo publicaron un comunicado en que informaron que “se someterá a una investigación, en coordinación con el Dicasterio competente de la Santa Sede, para individuar las responsabilidades personales por negligencia o encubrimiento en este caso”.
El otro informe general de los Legionarios revelado en diciembre expone que de los 33 sacerdotes que abusaron de 175 menores, seis fallecieron sin ser juzgados, uno fue condenado, otro –ya removido del estado clerical– está en juicio actualmente. Los demás, la mayoría, hasta ahora no han sido procesados por diversos motivos, como la situación legal en los diferentes países o los plazos de prescripción.
Además, 18 de los que cometieron abusos sexuales a menores siguen en la Congregación. De los cuales 14 no tienen ministerio sacerdotal público; cuatro tienen un ministerio restringido que excluye pastoral con menores (colegios, grupos juveniles, etc.) y cuentan con un plan de seguridad.
“El abuso sexual de menores en la Congregación estuvo mezclado con el abuso de poder y de conciencia por parte de algunos que aprovecharon sus puestos para abusar”, dice el informe.