- “Yo iba temblando a la Fiscalía cuando me dijeron que los huesos en la fosa clandestina eran de Pedro Alberto Huesca Barradas”: integrante de Colectivo
- Ella y su nuera eran las únicas que buscaban al exagente del Ministerio Público en Cardel, apoyadas siempre por el Colectivo que la llamaba “La guerrera”
- La duda está clavada. ¿La Fiscalía estará buscando a los presuntos asesinos, que son unos policías?
Itzel Loranca
Veracruz,.-A su salida de la Fiscalía Regional zona Centro, la señora Griselda Huesca Barradas fue cobijada con abrazos. Las manos compasivas de las mujeres que desde hace meses la habían acompañado en la búsqueda de su hijo, Pedro Alberto Huesca Barradas; las manos de quienes lo encontraron.
Bajo tierra, escapando a la luz, los restos fueron desenterrados por madres del Colectivo Solecito de Veracruz, en las primeras semanas de la Brigada de Búsqueda de Desaparecidos.
A la brigada, que ellas emprendieron el miércoles tres de agosto con ayuda de otros familiares en búsqueda del estado de Guerrero y voluntarios, se sumaron las tomas de muestra de ADN a cientos de seres queridos de personas desaparecidas.
La primera coincidencia obtenida por la división Científica de la Policía Federal, fue entre las muestras que dio la señora Griselda y restos hallados en las fosas clandestinas al norte de la ciudad de Veracruz.
La noticia fue un impacto para la madre de Pedro y el resto de sus compañeras en el colectivo.
“Ya iba casi temblando porque en el trayecto hacia la Fiscalía me dijeron que lo habían encontrado a su hijo en las fosas. Las primeras fosas y que coincidían con su hijo y el secretario”, expresa una de las mamás, que al igual que otras mujeres, en cuanto supo de la noticia corrió al encuentro de la “señora Gris”, como le dicen de cariño.
LA MAMÁ DE PEDRO
La lucha de la señora Griselda para varias mamás del colectivo Solecito ha sido un ejemplo.
Es descrita como “guerrera”, pues aunque las lágrimas la invadían en varias ocasiones, con una sonrisa en el rostro ofrecía su ayuda y su tiempo en varias tareas del grupo. Fue una de las que participó en la brigada de búsqueda, llevando botellas de agua a los voluntarios y voluntarias.
Meses después, esas personas a las que acompañó en las jornadas de localización, serían las que le brindarían una palabra de ánimo, un abrazo y respaldo, como varias veces antes, frente a la Fiscalía en Veracruz.
El apoyo de cientos de mujeres que la señora Griselda ha recibido contrasta con su situación hace apenas unos años. Su búsqueda la comenzó casi en solitario.
Ella y la esposa de su hijo Pedro, eran las únicas que daban seguimiento a la investigación 272/2013-CAR-04, en la que quedaron asentadas las circunstancias de desaparición del agente encargado de los casos relacionados a los cárteles de la droga en la zona centro de Veracruz.
Pedro tenía 33 años el 15 de abril de 2013, cuando al mediodía, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se lo llevaron junto con su secretario. Ese mismo día quedó asentada la denuncia por su desaparición.
Días después, el 28 de abril, un “halcón” o informante de un grupo delincuencial, fue detenido. Para el mes de mayo, un policía había sido apresado. Ambos, imputados con los delitos de Secuestro y Espionaje contra las Instituciones de Seguridad Pública.
Hasta el momento, se desconoce si alguna sentencia se ha pronunciado en contra de ellos. El caso aunque mediático en el primer año de la desaparición, cayó en el olvido de las autoridades durante los meses siguientes.
LA PRIMERA COINCIDENCIA
En un predio cerca del fraccionamiento Colinas de Santa Fe, en la ciudad de Veracruz, se encontró el cráneo de Pedro, hijo de Griselda y agente del Ministerio Público del operativo “Veracruz Seguro”.
También se ubicó el cráneo de Gerardo Montiel Hernández, secretario del agente Huesca, llevado junto con Pedro por policías de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) en Ciudad Cardel hace casi cuatro años.
Sin embargo, los restos óseos aun no son entregados a los familiares, pese a la desesperación que esto les causa. La FGE afirma que no podrá hacerlo hasta que encuentre todos los que correspondan a Pedro y a Gerardo.
A la fecha, las excavaciones emprendidas por las madres al norte del municipio portuario, han permitido el hallazgo de más de 160 cráneos en decenas de fosas clandestinas. Cada agujero, la posibilidad de encontrar restos de los hijos de otros, o de sus compañeras.
Huesos que significarán para las familias el término de la esperanza de encontrar con vida a un ser querido, y el inicio del duelo. Un proceso que las madres de desaparecidos han descartado en la búsqueda de volver a abrazar a sus familiares.
LOS QUE FALTAN
La noticia del hallazgo de Pedro Alberto, es la primera de localización de un desaparecido para el Colectivo Solecito de Veracruz y la primera coincidencia que existe con los restos desenterrados en las fosas cerca de Colinas de Santa Fe.
Pendientes de identificar están otros cientos de huesos, utilizando las muestras de ADN de más de 400 personas, recabadas en las cinco convocatorias que el colectivo organizó en la ciudad de Veracruz, además de las ciudades de Coatzacoalcos y Córdoba.
No son los únicos restos que la Policía Científica tiene que analizar.
Están los más de 10 mil fragmentos recuperados en Amatlán de los Reyes, San Rafael Calería, El Porvenir y un pozo en Paso del Macho, tras las labores de la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas.
Además, los restos encontrados en dos diferentes puntos ubicados en el municipio de Ixtaczoquitlán, y un sitio en Paso de Ovejas, por el Colectivo de Familiares de Desaparecidos Córdoba-Orizaba.