Luis Velázquez | Barandal
28 de julio de 2021
ESCALERAS: En el tiempo de la 4T, a los políticos les está dando por registrar su nombre como una marca exclusiva. Digamos, la marca de un perfume, un vestido, unos zapatos. De hecho y derecho, la frivolidad total.
Los primeros en registrar su nombre como una marca fueron López Obrador y su esposa. La semana anterior, Marcelo Ebrard Casaubon, el secretario de Relaciones Exteriores, defendiendo su candidatura presidencial de MORENA como gato bocarriba. Más, cuando, caray, su profesor Manuel Camacho Solís fue cambiado por Luis Donaldo Colosio cuando creía tenerla amarrada en el salinato.
PASAMANOS: Al ratito, Claudia Sheiunbaum, la jefa de Gobierno en la Ciudad de México, y la favorita, también registrará su nombre como una marca.
Le seguirá el senador Ricardo Monreal Avila para felicidad de sus trece hermanos, pues en automático significará que el apellido Monreal ha entrado a la fama nacional.
“Veinte y las malas” que, en tal dinámica, Kuitláhuac García también registrará su nombre como una marca. Kuitláhuac, y con K…, digamos, como parte de la sublimidad “del pinche poder”.
CORREDORES: Nunca los Kennedy de Estados Unidos ni tampoco Jacqueline Kennnedy ni Jacqueline Onassis ni Marilyn Monroe registraron su nombre como marca.
Y, sin embargo, fueron famosos, además de EU, en el mundo, y hasta impusieron moda.
Pero, bueno, hay quienes, engolosinados con el poder, lo necesitan como parte de su mural egocéntrico.
Los Yunes Linares y Yunes Márquez y los Fideles Herrera Beltrán y Borunda se han tardado mucho, demasiado, en registrar su nombre como marca.
BALCONES: De acuerdo con el sicólogo del barrio, los políticos primero sueñan con el poder.
Y cuando lo tienen sueñan con entrar a la historia. Y luego, a la gloria. Y a la inmortalidad.
Y, por eso mismo, explicaría la obsesiva de las tribus políticas de registrar su nombre, casi casi como, por ejemplo, aquella de “Soy Totalmente Palacio”, Soy Totalmente Marcelo Ebrard, soy
López Obrador, soy Monreal, soy Belinda, soy Cristhian Nodal, soy Juanga, soy Michael Douglas, soy Kardashian.
De seguro Marcelo Ebrard creerá tener amarrada la candidatura presidencial de MORENA y más aún, asegurado el triunfo en las urnas que, por eso mismo, lo convencieron de que su nombre es una marca vendible, digamos, más que en el país, en el mundo.
PASILLOS: Sin necesidad de registrar el nombre como marca, Pancho Villa entró en la leyenda, la magia, la gloria y la inmortalidad. También Emiliano Zapata.
Más inmortal que todos ellos, Ernesto El Che Guevara, y quien como nunca registró su nombre, su cara, con aquella foto legendaria mirando el horizonte, cachuchita de por medio, el pelo ondeando con la brisa marina, diseñada hasta en la ropa interior de las mujeres.
¡Ay, Ernesto Guevara, hazme un hijo!, gritoneaban las mujeres del mundo… y que ya desearía, digamos, Marcelo Ebrard.
VENTANAS: En China, las mujeres desfilaban en largas, gigantescas hileras, esperando ser anotadas para tener sexo con Mao Tse Tung.
Sin que su nombre fuera una marca, Lenin, Vladimir Illich Ulianov, tenía mujeres de sobra, pero rechazaba a todas porque soñar con la revolución rusa era el más poderoso afrodisíaco de su vida.
Cada pueblo, entonces, con sus hombres y mujeres marca. Todo mundo, sobre todo, las mujeres, sueñan con usar vestidos de marca, zapatillas de marca, collares y relojes de marca y automóviles de marca.
La fiebre, pues, descarrilada, volcánica y avasallante.
Mal hizo Jesucristo en irse al otro mundo sin registrar su nombre y figura como marca, pues cada quién lo pinta como se lo imagina…