Luis Velázquez | Expediente 2021
15 de junio de 2021
La oposición política a MORENA debiera estar llena de vergüenza partidista. El partido obradorista los derrotó y “con un poquito de gracia y otras cositas” bien pudo aplicar el principio filosófico priista de “De todas… todas”, del siglo pasado.
Triunfo avasallante en las urnas. Casi cien presidencias municipales y 26 diputaciones locales… más las pluris. Y 17 diputados federales en Veracruz.
“Los muertos que vos matáis… gozan de cabal salud” diría el coordinador estatal de MORENA, anexos y conexos.
Cada parte tendrá sus razones de peso y con peso para justificarse. Pero en el otro lado del palenque público están las siguientes:
1. PAN, PRI y PRD, y los demás, lanzaron candidatos ligados al poder partidista. Parejas, hijos, hermanos, tíos, primos, y hasta barbies. Así, únicamente se abona la inconformidad social. La lección histórica está demasiado lejos de aprenderse. No más caciques ni caciquitos en el poder.
2. El colmo: hubo municipios donde la hija permitió que su señora madre, quien ya había sido alcaldesa, se lanzara de nuevo. Y, lógico, un pueblo es como una mula que cuando a la mitad del camino se harta, se detiene a la orilla del precipicio, zangolotea, tira la carga y se enmula y ni un paso pa’lante ni uno pa’atrás.
3. Hubo partidos, como el PRI, que partieron más a su instituto político aplicando, además de un Dedazo, el Autodedazo. Marlon Ramírez, para diputado local pluri en la lista número uno. Anilú Ingram, para diputada local pluri en la número dos. Y Héctor Yunes Landa, para legislador local en el número tres, y quien perdiera. Así, digan misa concelebrada solo germinaron el surco de la inconformidad partidista.
4. Marlon Ramírez, obsesionado con el poder, digamos, quizá con otras cositas, impuso a los suyos como candidatos. Incluso, “dio atole con el dedo” a figuras partidistas y un cuarto de hora antes del registro en el OPLE, tumbó al titular e impuso a uno de sus favoritos, como en Xalapa, por ejemplo. Lo mismo que aplicó a su ex amigo, Raúl Díaz.
MIELES DEL PODER
5. En las demarcaciones, el reparto de las nominaciones fue entre las cúpulas, las elites, las tribus, los mandamases, los Odoricos Cienfuegos. Los líderes sociales naturales fueron excluidos. La vieja guillotina. Si eres de mi equipo, bendito Dios. Si eres de otro equipo, te jodes. Más, mucho más, porque los excluidos tenían un arraigo popular y liderazgo social fuera de serie. Impresionante, por ejemplo, el caso del candidato del Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cazones que fue asesinado; muerto y sepultado ganó en las urnas.
6. Cada jefe tribal de la oposición reclamando cuotas y parcelas de poder como si las alcaldías y curules fueran una hacienda porfirista para repartirse los bienes. Fue, cierto, la filosofía política de Plutarco Elías Calles cuando en 1929 fundara el partido abuelito del PRI, el PNR, y distribuyera las gubernaturas entre generales y caciques a cambio de mantener pacificada cada región. Casi cien años después, el CDE del PRI de Veracruz, igual, igualito, peor copia Xerox. Y de ñapa, de espaldas a la pared, sin aprender la lección. ¡Vaya soberbia!
7. Los líderes estatales de la oposición negociaron entre ellos, en corto, las nominaciones. Todos, de espaldas a la militancia, aquella que se jode y hace talacha y tiene muchos años en “la perrada”. Y, bueno, MORENA los supo cachar y trabajar desde el subsuelo. Ellos, ni lo advirtieron.
8. A las cúpulas dirigentes les faltó pueblear. Escuchar a la gente. Medir el pulso. Calibrar la tendencia electoral. Aplicar el termómetro a la posibilidad. Acierto mediático fuera de duda: Paquita la del barrio. Pero quedó probado que una cosita es el éxito artístico y otra ser mirada como política. Paquita quedó en quinto lugar soñando con la diputación local por el distrito de Misantla.
LA LUCHA FUE CONTRA AMLO
9. Creyeron los líderes que con sus decisiones serían invencibles en las urnas. Nunca “bajaron al piso”. Se treparon en el macho y siguieron empujando la carreta, pero por el camino erróneo.
10. Estaba claro que se trataba de una elección de Estado, con todo el aparato gubernamental encima. Pero a la oposición le faltó grandeza de miras para definir la estrategia pues, además, luchaban contra López Obrador, el gran dador de los programas sociales. Ni modo, “al mejor cazador se le va la liebre”. Pero ellos, los dirigentes partidistas llevan ya muchos años en el palenque sin aprender las lecciones. Insólita, las derrotas de Américo Zúñiga y Adolfo Mota, “chuchas cuereras”, generales de 5 estrellas que han sido. Es más, Rafael Hernández Villalpando, jugando a la reelección, se definió como “una paleta chupada, muy chupada” y así, derrotó a Américo Zúñiga. ¿Fue el factor Villalpando, el factor López Obrador, el factor MORENA, el factor góber precioso de la 4T? Perdieron la noción de la realidad de que luchaban con el dinosaurio presidencial, el fajador del siglo XXI.
11. Las cúpulas partidistas desconocen el ejercicio de la autocrítica. Enloquecen con el incienso tirado a su paso. La silla partidista los terminó de enloquecer. Incluso, hacen rabietas cuando los demás, los suyos, o los medios, les hacen una autopsia. Se dejan llevar por el hígado y el corazón y hasta el sexo. Las neuronas las tienen de más y de sobra. Y, bueno, el proverbio social lo dice: “No hay peor sordo que quien no desea oír ni escuchar”.