Por: Víctor Hugo Mendoza Murcia
Loma Bonita, Oaxaca.- Loma Bonita es tierra fértil para la agricultura, así se demuestra al tener granos, leguminosas, frutas perennes y frutas de estación sembradas a lo largo y ancho de nuestra geografía; mango, piña, limón, litchi, pomela, chile, maíz, frijol, arroz, en fin, una pléyade de productos agrícolas que nos promueven de manera agrícola por todo el país y fuera de nuestras fronteras.
Corrían los años 2011 y 2012, entre algunos de esos días, alguien le susurró al oído al líder caciquil del PRD en Loma Bonita, que la construcción de una planta de bioetanol en nuestro terruño podría ser una realidad, ambicioso proyecto que presidia una empresa oriental llamada SUMITOMOCORPORATION de México, S.A. DE C.V. (dependiente de su matriz japonesa y especialista en proyectos energéticos) y Energía de SÍNTESISSAPI DE C.V. (empresa de capital mexicano especializada en proyectos de energía) ambas empresas fueron consultadas por el entonces edil de la capital piñera sobre la posibilidad de la construcción de una planta de bioetanol, los asesores de cada empresa establecieron que había ciertas características específicas que deberían cubrir los productores lomabonitenses para poder garantizar el abasto del producto para la consecución del bioetanol.
La yuca fue seleccionada porque no produce tanto desperdicio como la caña de azúcar, es más barata de producir y no exigía un grado específico de madurez, además de su alto nivel de azúcares concentrados, los cuales permitirían la elaboración del bioetanol.
Teniendo los datos duros sobre su escritorio, Reyes Álvarez procedió a planificar sobre el proyecto anhelado, ese donde podría hincar los dientes ya que la propiedad de la empresa no podría ser del municipio, debería ser de particulares y ahí es donde estaba el grueso del negocio.
Promovió como un hecho el que ya estaban por instalar la planta de bioetanol, o por lo menos muchos productores campesinos así lo entendieron, y Él no se preocupó de aclararlo, así que entusiasmados con la idea de que lograrían tener ventas cautivas frente a la empresa, muchos de esos pequeños productores en diversas comunidades procedieron a adquirir sus simientes de yuca, obviamente todo estaba controlado, quien vendía, quien coordinaba, quien compraba, incluso, otros personajes muy conocidos de nuestra ciudad participaron en esto que se consideró el engaño más grande sufrido a manos de los productores agrícolas.
Alfredo Ortiz coordinador del proyecto de Bioetanol de Loma Bonita y Benigno Vázquez en ese entonces Regidor, eran parte del proyecto, jamás comentaron que ese proyecto no era viable o que la superficie a sembrar era increíblemente grande, imagínense, habría que cosechar ¡3,000 toneladas de yuca al día! Esto es una hectárea produce promedio unas 10 toneladas de yuca se requerían 300 hectáreas diarias para la producción que se necesitaba,
Muchos productores vendieron la mitad de sus parcelas, otros se endeudaron hasta donde pudieron para poder sembrar, algunos más rentaron terrenos y hasta los más pudientes se vieron afectados.
Cuando pasó el tiempo, la yuca ya estaba por ser cosechada y la planta de bioetanol jamás se instaló, fue cuando los productores se dieron cuenta del engaño, millones de pesos tirados a la basura, y es que, debido a la sobreproducción de la misma, el mercado se abarató enormemente, muchos vendieron su yuca como forraje ganadero, otros la perdieron, algunos mas no pudieron sacarla de alguna manera, debido a que ya había crecido demasiado, eso fue una «masacre» económica.
Se perdieron hectáreas de tierra propias que fueron vendidas para buscar al anhelado sueño, se perdieron créditos que se usaron para la compra de insumos necesarios, se perdió tiempo, que bien podría haber servido de catalizador para buscar una mejora real y no fantasiosa, se perdió dinero y confianza en el cambio que tanto prometió…
Pero el pueblo es de memoria corta y eso es con lo que Felipe Reyes Álvarez cuenta, con el olvido de las personas más pobres, que sabe bien con una despensa quedan satisfechos, con la promesa vacía de que ellos «ganan» cuando el único que ha ganado, es Él.