Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: El CONEVAL ha exhibido una vez más a Veracruz. Con Chiapas, Oaxaca y Guerrero, en el cuarto lugar en número de pobres en el país. Pero la numeralia de la miseria también tiene nombres de políticos. Y en el caso local son los siguientes:
En la secretaría de Desarrollo Social: Marcelo Montiel Montiel. Sus amigos calculan su fortuna en dos mil millones de pesos. Tanto, que le alcanzó, cuentan, para obsequiar su mansión en el centro urbano de Coatzacoalcos, evaluada en doce millones de pesos, al obispo del pueblo.
Alberto Silva Ramos. “Yo, dijo, sacaré de la pobreza a dos millones de habitantes de Veracruz”. Ahora, está demandado por desviar dos mil millones de pesos, además de que su antecesora en la vocería, Gina Domínguez Colio, lo acusa de corrupto.
Jorge Carvallo junior. Su padre lo define así: “Es el hijo más ruin que he tenido”. La fama pública lo registra como dueño de ranchos, ganado, una flotilla de transporte federal de carga y hasta un avión. Para verse más guapo, ajá, se operó la nariz y luego se aplicó una liposucción.
Ranulfo Márquez. Pasó por la SEDESOL de noche. Nunca trascendió la obra social en nombre de los pobres que hizo o pudo hacer.
Y Alfredo Ferrari Saavedra. Premiado con la SEDESOL luego de su paso por la presidencia del CDE del PRI. El chorizo puro. El desparpajo.
Delegados federales en la SEDESOL:
Marcelo Montiel Montiel. Una frase bíblica lo describe así: “Los pobres son pobres porque quieren”. En la SEDESOL soñó con perpetuar su cacicazgo político en Coatzacoalcos y luego de imponer a dos alcaldes (Marco Teurel Cotero y Joaquín Caballero Rosiñol) soñó con imponer a Víctor Rodríguez, su hombre de más confianza. Fracasó.
Ranulfo Márquez. Debut y despedida en la SEDESOL, luego de ser acusado de manipuleo electoral de los programas sociales.
Y Anilú Ingram Vallines. La Barbie que fue de Javier Duarte (directora de Radio, diputada local, fallida candidata a diputada federal descarrilada “por los enanos del PRI” según los definiera, iracundo y colérico, Javier Duarte). Ha utilizado la SEDESOL (donde la incrustara MAO) para construir la candidatura priista a Senadora de la República el año entrante.
Ellos son los políticos que en el tiempo delineado por CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) estuvieron a cargo del barco oficial para combatir la pobreza, la miseria, el desempleo, el hambre, la baja calidad educativa, de salud y de seguridad.
Ninguno de ellos, en la picota, salvo el caso de Alberto Silva Ramos, el diputado federal a quien la Fiscalía azul ha solicitado su desafuero acusado de pillerías en el duartismo.
PASAMANOS: Ellos son los culpables, además de Javier Duarte (y su parte a Rosario Robles y José Antonio Meade), de la pobreza y la miseria en Veracruz y en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
Paradojas de la vida: el CONEVAL exhibe, mejor dicho, denuncia la pobreza cada año, en tanto los políticos responsables son intocables e intocados.
Y por el contrario, hasta los promocionan para más cargos públicos.
Y de ñapa, y con cargo al erario, se boletinan en la prensa escrita, hablada y digital, como los mesías que están creando y recreando al nuevo hombre del país.
Los pobres así (y como siempre), “carne de cañón electoral” a quienes los políticos ablandan con despensas mensuales o bimensuales en un Veracruz, por ejemplo, donde medio millón de personas (del total de ocho millones) sólo hacen dos comidas al día de tan jodidos que están.
Y en un Veracruz donde la entidad federativa (tan rica y pródiga en recursos naturales) se ha convertido en el primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales para llevar la torta a casa.
Y en un Veracruz donde sólo resta migrar a los campos agrícolas del Valle de San Quintín (en realidad, campos de concentración) y a Estados Unidos.
Y en un Veracruz donde la mitad de la población trabajadora y la otra mitad está indignada y encabritada con los miserables salarios de hambre.
Y ni se diga, claro, con la corrupción política, que no sólo es del duartazgo sino de todos los tiempos.
CASCAJO: La ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos incluye en su articulado la negligencia del político al frente de una dependencia.
Y la negligencia también orilla a la inhabilitación del funcionario para un cargo público durante varios años y que puede terminar en la cárcel.
Pero aquí, se les premia.
Alberto Silva y Jorge Carvallo, diputados federales.
Derrotada en las urnas, Anilú Ingram fue descubierta como el ángel de los pobres y enviada a la SEDESOL federal, desde donde sueña con el Congreso de la Unión.
Y nueve meses después, la titular de la SEDESOL, Indira Rosales San Román, y luego de sacar de la pobreza a las indígenas de la montaña negra de Zongolica, soñaba con la candidatura al Senado, pero de pronto, dijo (según ella) que sólo pensaba en terminar con eficacia y eficiencia el cargo estatal, y entonces, apareció la diputada local, Jazmín Copete, como la nueva mesías senatorial.
Y si los otros (Marcelo Montiel, Ranulfo Márquez y Alfredo Ferrari) están en la banca (por ahora) es que así son los tiempos políticos, a veces sumidos y otras sumados y otras más en la espera.
De nada sirve, entonces, que el CONEVAL indigne a la población con la numeralia de la pobreza y la miseria… cuando ningún político culpable es enviado al paredón penitenciario.
Los políticos tienen como gran campo de batalla la disputa por los cargos públicos donde puedan “ordeñar la vaca suiza”.
La batalla de los pobres (“héroes oscuros” les llamaba Víctor Hugo) suele darse en contra de la miseria, el abandono, la desgracia y la degradación social.