Luis Velázquez | El Piñero
01 de septiembre de 2021
La saña y la barbarie, además de “la alevosía, ventaja y premeditación”, instauradas en Veracruz como parte del terror, el pánico, el miedo “y el miedo al miedo”. Los carteles y cartelitos, malandros y malosos, sicarios y pistoleros, delincuencia organizada y común, puliendo y volviendo a pulir la guillotina en contra de las mujeres.
Veracruz, campeón nacional, del primero al quinto lugar dice la secretaría de Marina, en feminicidios.
Uno de los últimos feminicidios, atroces y con toda la perversidad del mundo.
Se llamaba Mary Carla Hernández Ortiz y fue ejecutada en Cosoleacaque.
El domingo 29 de agosto, en la tarde/noche, desapareció.
Uno, secuestrada.
Dos, desaparecida.
Tres, asesinada.
Cuatro, amarrada de manos y pies con un mecate.
Y cinco, arrojada al río en Soteapan.
Su coche, localizado en una calle de Cosoleacaque.
Mary Carla vivía sola, únicamente acompañada de una mascota llamada Kavy, y que también desapareció.
Vivía en la colonia Fertimex.
Era animalista y también artesana.
Simple y llanamente demasiada, excesiva saña y barbarie.
Toda la perversidad del mundo.
Una más.
Una más, además, en la impunidad.
Los días y noches que caminan llenos de miedo.
El terror y el pánico en el diario vivir.
Otras mujeres, además del plagio y desaparición y el asesinato, decapitadas.
Todavía más, asesinadas a puñaladas, una tras otra, con furia y saña, pasiones descarriladas… hasta quitarles la vida.
En unos casos, ejecutadas después de hacer el sexo y el amor.
Caray, aquel hombre joven del sur de Veracruz que asesinó a su esposa y la sepultó y luego huyó llevándose a los tres hijos menores.
El polvoriento sur de Veracruz.
Allí por donde pasa el tráfico de drogas del sur al norte del país.
El primer pueblo de Veracruz por donde pasan los migrantes de Guatemala, Honduras y San Salvador camino a Estados Unidos.
Migrantes hombres y mujeres detenidos para cobrar un rescate a los familiares en América Central.
Incluso, filmados en la golpiza para enviarse a la familia.
Hombres embargados para volverlos malandros.
Mujeres detenidas para habilitarse, primero, como compañeras de los malosos, y luego, confinarlas en la prostitución.
El paraíso terrenal que fue, o es, del huachicoleo.
El primer reportero de 19 asesinados en el duartazgo originario del sur de Veracruz.
Nunca, jamás, el sur de Veracruz tan flagelado por la adversidad desde hace ratito.
El pantano que traga y desaparece para siempre.
La violencia en el antro “El caballo blanco” en Coatzacoalcos y el asesinato de montón de personas, incluso niños, en un club social de Minatitlán.
Los autobuses de pasajeros incendiados en la madrugada.
El sur, el rincón más arrinconado del infierno, allí donde ni siquiera Luzbel llega…
LEGADO DE EXGOBERNADORES
El legado de Patricio Chirinos Calero fue el ingreso a Veracruz del primer cártel de la delincuencia organizada.
El legado de Miguel Alemán Valdés, el incendio del mercado Hidalgo en la ciudad jarocha con veintinueve víctimas y su ausencia indicativa y significativa “porque no era bombero”.
El legado de Fidel Herrera Beltrán, las grandes “cabeceadas” con tanta chispa que dejaba contenta a la mitad de la población y a la otra mitad.
El legado de Javier Duarte, Veracruz “convertido en el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril” y la entrada de Veracruz a las fosas clandestinas.
El legado de Miguel Ángel Yunes Linares, el ejercicio del nepotismo soñando con heredar el cargo el primogénito.
Con el gobernador actual, Veracruz, campeón nacional en feminicidios, secuestros y feminicidios, además de una población, ciudadanos de a pie, que cada vez se pitorrean más de sus ocurrencias.
El peor sexenio para la población femenina considerando que 6 de cada diez habitantes son mujeres.
Nunca en la historia mujeres secuestradas y hasta en sus propias casas y luego de llevar a los niños a la escuela y desaparecidas y ultrajadas y asesinadas y tirados los cadáveres a los ríos y decapitadas.
A estas alturas, cuando de hecho y derecho han caminado casi tres años, ninguna esperanza posibilita el necesario cambio social donde el llamado Estado de Derecho, cuya esencia política, social y filosófica es garantizar la seguridad en la vida y los bienes.
Además, mucha, demasiada, excesiva saña en cada feminicidio.
Caray, si ya secuestraron a una mujer…
Y la desaparecieron…
Y quizá la habrían ultrajado, entonces, resulta imperdonable que todavía la asesinen.
Y luego de ejecutada, la amarren de manos y pies.
Y después tiren el cadáver en un río.
Se debe, entre otras cositas, a que los asesinos físicos e intelectuales saben que aquí, en Veracruz, “no pasa nada”.
Y por eso mismo se ensañan y emponzoñan.
Veracruz necesita un vengador anónimo tipo Charles Bronson.
Un Superman.
Un Batman con Robin.
TODOS ESPERAN UN MANOTAZO
De por sí, la mujer relegada. Desdeñada. Menospreciada.
Tratada, vista y considerada como una ciudadana de cuarta, quinta, sexta categoría.
Todavía peor, con los feminicidios.
Así como dijera aquel, “¡Ya paren esta masacre!”.
La autoridad que logre frenar, diluir, achicar, desaparecer incluso los feminicidios alcanzará, más que “el reino de los cielos”, los honores más altos y elevados.
Se trata de tarea descomunal.
Pero el día cuando por aquí una mujer sea asesinada, en las próximas 72 horas el o los homicidas físicos e intelectuales sean ubicados, rastreados, detenidos y sometidos a proceso penal, ese día el resto de malandros saldrá huyendo de Veracruz a las montañas, digamos, del sureste mexicano. Incluso, hasta se esconderían en América Central.
Un manotazo tras otro de la secretaría de Seguridad Pública, las policías municipales, la Guardia Nacional, los soldados y los marinos sería suficiente para modificar por completo y para bien el rostro feminicida de Veracruz.
¡Tengamos fe, fe ciega, esperanza radiante!
Lo dice el viejito del barrio, aprendiz de sociólogo y meteorólogo: Entre más negra está la noche significa que pronto amanecerá…