Redacción | El Piñero
En un preocupante panorama, el reciente hallazgo de restos óseos en un terreno baldío entre las alcaldías Tláhuac e Iztapalapa, en la Ciudad de México, ha reavivado el debate sobre la presencia de fosas clandestinas en el país. Aunque las autoridades capitalinas determinaron que los restos pertenecían a animales, el fenómeno de las fosas clandestinas sigue siendo una realidad preocupante en México.
Según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), hasta abril de 2023 se habían registrado 2,859 fosas clandestinas en el país. Estos sitios, presuntamente empleados por el crimen organizado, son un sombrío recordatorio de la violencia que aqueja a diversas regiones.
Veracruz encabeza la lista nacional con 344 fosas descubiertas, seguido de cerca por Colima con 308 y Sinaloa con 283. Estados como Guerrero, Michoacán y Jalisco también reportan cifras alarmantes, con cientos de fosas identificadas en sus territorios.
Sin embargo, la problemática no se limita a unos cuantos estados. Incluso entidades con menor incidencia, como Baja California Sur o Yucatán, enfrentan el desafío de las fosas clandestinas. Puebla, por ejemplo, ha registrado 13 casos, mientras que otros como Tlaxcala reportan apenas siete.
Estos números reflejan una realidad dolorosa y compleja. La búsqueda de desaparecidos y la erradicación de la impunidad son tareas urgentes que requieren el compromiso tanto de las autoridades como de la sociedad en su conjunto. Enfrentar el problema de las fosas clandestinas exige un esfuerzo coordinado y continuo para garantizar la seguridad y la justicia para todas las personas en México.