Luis Velázquez Barandal
10 de julio de 2019
ESCALERAS: La vida en Veracruz ha llegado al extremo. En manos de los carteles y cartelitos, sicarios y hasta policías, malos policías les llaman, se padece el peor de los tiempos.
Por ejemplo, en Cuitláhuac, un hombre, vendedor de mangos, fue asesinado de un balazo en la cabeza delante de su hijo.
Los pistoleros llegaron a un costado de la autopista Veracruz-Puebla, tramo La Tinaja, donde el hombre vendía sus manguitos.
Discutieron. Al parecer, por el cobro de piso, digamos. Y lo balearon.
El hijo subió a su padre herido, mientras sangraba, a la camioneta para llevarlo a un puesto de socorro. Murió en el camino.
Sí, señores, delante de su hijo. La peor crueldad. Más que la alevosía, la premeditación y la ventaja, la ponzoña. La barbarie. La crueldad.
PASAMANOS: Barbarie en Zontecomatlán. Un hombre se gastó la quincena en la parranda. Llegó a casa en estado alcohólico. La esposa, María Cirila, de 65 años, le pidió el dinerito. Se enojó. Y la agarró a machetazos.
Luego, se fue en contra de una de sus hijas. María Rosa. Enfurecido porque defendió a su señora madre, le cortó la mano.
Se dirá que es violencia intrafamiliar. Los machos, pues, que en el relato bíblico están consignados. Por ejemplo, María Magdalena, víctima de su esposo, un hombre violento que la golpeaba sin cesar, nomás porque era el hombre de la casa.
CORREDORES: En los últimos 7 meses y diez días, 132 mujeres han sido asesinadas. Ya los carteles o los cartelitos, ya los maridos celosos y enfurecidos, machitos, ya el ajuste de cuentas o el rencor y el odio, pero nunca como ahora, Veracruz en el ranking nacional de los feminicidios.
Lo decía Miguel Ángel Osorio Chong como secretario de Gobernación: el asesinato de una mujer, sea como sea, es un feminicidio.
Pero, bueno, los teóricos y las buenas conciencias políticas se la pasan justificando su incompetencia para garantizar la seguridad, fallido Estado de Derecho que se vive y padece.
Además, claro, de los secuestros de mujeres y hombres, primer lugar nacional, las mujeres plagiadas, desaparecidas, ultrajadas, asesinadas, cercenadas, decapitadas y arrojadas en la vía pública.
Veracruz, el peor mundo para la vida tranquila y en paz de las mujeres.
Al lado de la inseguridad, la impunidad. Así, los malandros “se crecen al castigo”. Ni la secretaría de Seguridad Pública ni la Fiscalía garantizando el Estado de Derecho.
Podrán, si gustan, oficiar misa. “Curarse en salud”. Declararse “ángeles de la pureza”. Veracruz borbotea sangre femenina.
BALCONES: Muy compleja serán las neuronas de los malandros.
Por ejemplo, si ya mataron a una mujer, por ejemplo, ninguna razón hay, existe, para violarla. Y para cercenarla. Y para decapitarla. Y para tirar sus restos en la vía pública.
Ninguna razón existe tampoco para que los malandros asesinen a un hombre, sencillo vendedor de mangos en la carretera, delante del hijo, como en Cuitláhuac.
Tampoco para que el hombre de Sontecomatlán matara a machetazos a su esposa y todavía cortara la mano a la hija.
Se trata de la peor saña y barbarie del mundo. Y sin entrar en el terreno sicológico o siquiátrico, lo peor entre lo peor de la naturaleza humana.
Y por eso mismo, el genocidio lento, poco a poco, pian pianito. Quizá el exterminio de mujeres.
¡Piedad, secretario de Seguridad Pública, piedad Fiscal, por el respeto a la vida en Veracruz!
PASILLOS: Cada mes, la barbarie se multiplica en la tierra jarocha.
La niña de 12 años asesinada con sus padres en Santa Ana Atzacan.
La señora, madre de familia, secuestrada, asesinada y decapitada y arrojado su cadáver en una calle de Coatzacoalcos.
La madre de 17 años del norte de Veracruz, Los Naranjos, plagiada y asesinada cuando la madre se declaró incompetente para pagar el rescate y tirado su cadáver en Tantima.
Las dos migrantes, la última de 19 años de edad, originarias de San Salvador, emboscadas y asesinadas en Agua Dulce y en los límites de Isla y Rodríguez Clara.
Hemos de preguntarnos cuántos cadáveres más necesita el gobierno de Veracruz para actuar con firmeza y resultados concretos y específicos, más, mucho más allá de la venta de esperanzas.
VENTANAS: Cada asesinato, y más, mucho más de niños, mujeres, jóvenes y ancianos debilita la confianza, la fe y la esperanza ciudadana en el gobierno de Veracruz.
Claro, también de hombres, aun cuando quedaría en el aire la posibilidad de que fueran malandros, tiroteados en un fuego cruzado, y si andan en malos pasos.
Pero cuando las víctimas de la ola de violencia desbordada, fuera de control son niños y mujeres son palabras mayores.
Y entre más niños y mujeres sean ejecutados, más deplorable el descrédito y el desprestigio de la elite gobernante.
Y entre más homicidios se cometan y todos, o la mayoría, o un porcentaje elevado siga quedando en la impunidad, el fracaso rotundo y categórico de la secretaría de Seguridad Pública.
PUERTAS: Y mientras Veracruz se desangra, las elites políticas en un duelo implacable.
El gobierno de MORENA que es contra el gobierno panista que fue.
La senadora Gloria Sánchez, mujer prudente y mesurada, tirando más leña y gasolina al caso del Fiscal.
La Contralora, interponiendo más denuncias penales contra la yunicidad.
Un juez dejando en libertad a la lideresa de los 400 Pueblos y la Fiscalía ordenando su reaprehensión.
La SEV denunciando más “aviadurías” en la COBAEV.
El Fiscal Anticorrupción anunciando que va contra el gobernador y su Contralora.
Y así por el estilo. Aguas revueltas y revolcadas. Las cañerías refocilándose en el estercolero. El ajuste de cuentas entre las cúpulas partidistas. La lucha sórdida y siniestra por el poder político.
Tengamos, ajá, fe y esperanza. ¡Vaya ridiculez, cuando los llamados “vacíos del poder” son ocupados por los carteles y cartelitos! ¡Ellos, dueños del día y de la noche y del destino común!