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En la era Yunista, nunca los graves pendientes sociales de Veracruz han sido puestos en las ruedas de prensa

El Piñero

Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.-26 de julio de 2017
Uno. Mundo color de rosa

De acuerdo con la tradición y la práctica universal, todos los días el gobernador de Veracruz (así fue con Javier Duarte y Fidel Herrera, por ejemplo) es entrevistado por los diaristas, y todos los días las preguntas son cómodas, light, chabacanas, y sin ninguna insidia, ni menos, llevar a un atolladero al jefe máximo de la revolución azul hecha gobierno.
Es más:
Igual que en los mandatarios de la Decena Trágica, 2004 a 2016, jamás se presenta el ejercicio democrático de repreguntar, porque la palabra del góber azul es la defnitiva.
Todavía más:
Igual que en el pasado inmediato, hay un cartel de palacio integrado por reporteros afines que truenan cualquier pregunta incómoda y que, además, son inducidos para preguntas a la medida con frecuencia por el jefe de prensa que así cumple su papel.
Ha de precisarse, no obstante, que en los casi ocho meses de gobierno azul nunca, jamás, los graves pendientes sociales han sido puestos en las ruedas de prensa tanto oficiales como callejeras, quizá, sin duda, porque es la tónica.
El desempleo, los salarios de hambre, la migración a las campos agrícola del Valle de San Quintín y a Estados Unidos, la parálisis de la economía, la creciente prostitución que ha convertido a Veracruz en el primer lugar nacional en producción y exportación de cortesanas, los desaparecidos, la baja calidad educativa y de salud, son temas prohibidos que en ningún momento han sido abordados ni por la prensa ni tampoco por el góber azul.
Incluso, si la inseguridad y su hermana gemela, la impunidad, constituyen el más grave pendiente social, el asunto ha sido olvidado en la agenda pública, y más, los casos estrujantes como son, entre otros, el asesinato de un menor y su maestra en Tantoyuca, los diez cadáveres tirados en Boca del Río, las tres edecanes desaparecidas y asesinadas de Amatlán y Córdoba, la chica decapitada de Minatitlán tirada cabeza en un lado y el cuerpo sin aparecer y los cuatro niños asesinados, con sus padres, en una colonia popular de Coatzacoalcos.
Desde luego, se trata de temas incómodos y quizá por eso mismo, y para evitar que la Yunilandia se incomode, mejor olvidar los asuntos como buenas conciencias que los medios desean ser.
Y más en estas horas cuando la mayoría sigue mendigando un convenio mensual como los que tenía Javier Duarte y que significó el gasto de ocho mil millones de pesos sólo en medios durante el sexenio anterior, a tal grado que varios fundaron hasta sus periódicos impresos y existían quienes cobraban más de un millón de pesos mensuales por tirar incienso al gobernador.
Por eso, y cuando nadie pregunta sobre los 600 mil analfabetas de catorce años de edad en adelante…
Y cuando tampoco nadie cuestiona sobre el millón de paisanos con la escuela primaria incompleta…
Y el otro millón con la secundaria a medias…
Y los 600 mil con el bachillerato inconcluso…
Y con la calidad educativa en el sótano nacional…entonces se deriva que las partes han creado como personas VIP un mundo color de rosa, traje a la medida, para felicidad de todos.
Así somos ¡y qué le vamos hacer! diría un personaje de Carlos Fuentes Macías.

Dos. “El que manda… manda”

En la teoría de la comunicación se habla, entre otras cositas, de la agenda setting y que simple y llanamente consiste en determinar la identidad de los actores sociales, políticos y económicos que suelen imponer la agenda pública de cada día y de la semana.
Y, bueno, en todos los países hay hombres fuertes donde, y como dice el viejito del pueblo, “ni una hoja se mueve sin la voluntad del jefe supremo”.
Vladimir Putin en Rusia, Raúl Castro en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Eruviel Ávila en el estado de México, Arturo Núñez en Tabasco, Alejandro Murat en Oaxaca, “El bronco” en Nuevo León, Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz, imponen su agenda setting y el 90, 95 por ciento de los medios se mueven al ritmo que ellos marcan y enmarcan.
En ninguna parte, “el más leve aleteo de la duda” como decía don Daniel Cosío Villegas de Luis Echeverría Álvarez, se asoma en la piel mediática, empezando por las ruedas de prensa.
Son, se insiste, preguntas a modo, dirigidas y teledirigidas por una mano santa, que en otras ocasiones, digamos hacia el siglo pasado, quizá también en el sexenio anterior, eran del vocero en turno con unos sobrecitos, unos embutes para los apologistas.
Por eso, incluso, el uso de la guayabera solía imponerse entre los reporteros enviados especiales a cubrir la gira de los presidentes de la república, porque los jefes de prensa tenían varias opciones para poner un sobrecito con dinerito fresco en alguna de las cuatro bolsas (dos arriba y dos abajo) de la ropa de vestir.
Ahora, con frecuencia, se agrega otro ingrediente, además de imponer y manejar la agenda setting.
El góber suele alardear de su pasado y de sus virtudes físicas como si se trataran de asuntos de Estado.
Por ejemplo, fue a San Andrés Tuxtla, se puso su traje de buceo y se lanzó al fondo del Golfo de México, donde se tomó la fotografía explorando la reserva natural marina.
Llegó a los toros de Xico en una motocicleta exponiendo la vida en la carretera.
En Xico pronunció el discurso oficial y recordó que hace más de cuarenta años allí inició su carrera política como agente del Ministerio Público en el distrito.
Hay caminatas de chamacos en el bulevar Ávila Camacho del puerto jarocho y se pone su traje deportivo y en nombre de Dorian Gray se lanza a la fascinante aventura.
Y el hecho, claro, sirve para una crónica, una secuencia gráfica, una foto de portada.
Nada, pues, que ofenda ni lastime ni hiera ni perturbe ni moleste al jefe máximo.
Un priista lo ilustra de la siguiente manera concreta y específica:
“El que manda… manda”.

Tres. El tlatoani jarocho

De seguro alguna parte de la prensa estará fascinada con el nuevo tlatoani jarocho.
Por ejemplo, el góber azul lanza su látigo contra la Procuraduría General de la República, PGR, ofreciéndose como testigo en el proceso penal a Javier Duarte, y aun cuando lo dejaron fuera en la audiencia de trece horas del sábado 22 pues la PGR tiene para ganar el pleito con todo, le dice que en la próxima será citado.
Y los medios lo festinan.
Se lanza a la yugular del secretario de Hacienda a quien rechaza que endrogue otra vez a Veracruz con más créditos y que deba solicitar por anticipadas las participaciones federales, y aun cuando después resbala, y la prensa lo declara el góber más bragado del país.
En Poza Rica repite la misma frase de Javier Duarte de que “irá por los malandros” y los medios lo aclaman.
Miguel Ángel Osorio Chong (MAO dirá aquella), secretario de Gobernación, lo recibe en audiencia privada, se toma la foto y la publicita en la prensa diciendo que la audiencia se prolongó cuatro horas, sin que nadie conozca el resultado.
Y la prensa queda subyugada porque el señor azul juega en las grandes ligas.
Nada, pues, que lo evidencia ni cuestione.
Cero crítica y cero autocrítica.
Y si existe alguna prensa incomoda, entonces, corre la misma suerte que en otros momentos estelares y es reducida al silencio, al limbo y a la indiferencia, allá solita que se quede hablando en el desierto.
Ninguna pregunta venenosa, ácida ni amarga, para el príncipe.
Y todavía de ñapa, cuando el vocero se topa por ahí con algún reportero suele lanzar la misma pregunta:
“¿Cómo ves al gobernador?” pregunta.
Y la respuesta es igual de catatónica:
“No lo veo” le han dicho.
Y ante sus limitaciones culturales y voluntad democrática, el vocero enmudece.

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