Uno de los principales atractivos de los conjuntos residenciales, así como turísticos y hoteleros son las piscinas o piletas. Desde hace varias décadas son un elemento casi imprescindible para el disfrute y el esparcimiento de familias y amigos.
Sin embargo, sus aparentes aguas limpias pueden esconder cantidades de microrganismos altamente dañinos para la salud. Así lo asevera el gerente de instructores de natación de Safety Training Awards del Reino Unido, Luke Griffiths, durante una entrevista publicada en el diario The Sun..
Griffiths advierte que tragar de esta agua es con frecuencia el origen de infecciones en el estómago debido a que pueden contener microbios como los llamados Cryptosporidium y Giardia intestinalis, capaces de provocar diarrea, fiebre y otros malestares que pueden confinar a quienes los contraen hasta por tres semanas tirados en una cama.
Estos microorganismos son tan peligrosos que sus efectos pueden ser mortales en el caso de una persona con un deficiente sistema inmunológico.
Como protección a la salud, el experto en natación señala la importancia de observar si el agua de la piscina presenta turbidez. Si ni siquiera se distingue el fondo, entonces lo más recomendable es no zambullirse. Otra condición que deben tomar en cuenta los usuarios de las piletas es si las paredes son limosas o resbaladizas, en cuyo caso es casi segura la invasión hasta de algas capaces de causar una infección por Pseudomonas aeruginosa, que terminaría en una neumonía e incluso hasta en un shock séptico, lo que se traduciría en una insuficiencia multiorgánica, comprometiendo el funcionamiento de órganos como los pulmones, el sistema renal y hepático.
La ameba “comecerebros”
Es tal la amenaza de estos gérmenes que el riesgo de contagiarse con ellos al meternos en una piscina seguirá latente aun cuando se tomen todas las precauciones del caso. Entre los microorganismos que tienen su caldo de cultivo en aguas como las de las piscina está la popularmente llamada ameba “comecerebros” y cuyo nombre científico es la Naegleria fowleri, según advierte el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos.
Se trata de un parásito que entra por la nariz para movilizarse hasta el cerebro para generar daños muchas veces de consecuencias irreversibles y mortales. Penetra en el organismo al nadar o bucear en aguas no tratadas con cloro de manera correcta.
Uno de los casos más conocidos de muerte por infección de esta ameba, capaz de generar daños cerebrales, fue el de un hombre de 29 años. Su fallecimiento ocurrió en septiembre de 2018 tras adquirir el contagio en el BSR Cable Park’s Surf Resort de Texas, un espacio destinado para los surfistas. Igualmente, hace unos meses en Lima, capital de Perú, una niña de apenas 10 años de edad también fue víctima de la Naegleria fowleri, la cual contrajo cuando disfrutaba de las aguas de la piscina de un complejo deportivo de esa ciudad.
De manera rara, saciar la sed con agua infectada con este parásito no representa ningún riesgo para la salud, según afirman los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. No obstante, los especialistas recomiendan que las personas se cuiden de que al bañarse en casa el agua no penetre por las fosas nasales, pues es por esta vía por donde se introducen las amebas.
También aconsejan no sumergirse en las tinas o bañeras ni dejar que los pequeños de la casa se diviertan jugando con mangueras sin la vigilancia de sus padres u otros adultos.