Yolanda Portugal | El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca.- En los años sesenta un par de estudiantes de la UNAM escribieron esto sobre Loma Bonita:
“Loma Bonita, ciudad de 14,000 habitantes, presenta el aspecto de un pueblo grande con calles de tierra y otras cubiertas de zacate; y cuyas casas de madera y palma se confunden con árboles, lo cual hace que en ciertos momentos, de la impresión de ser una aldea enclavada en medio de la selva”
Descripción que me atrevo a asegurar aplicaba para muchos pueblos de la región.
Las casas de madera y palma por muchos años fueron un símbolo de personas de clase baja, según las mediciones económicas, sin embargo, su uso fue evolucionando con el paso de los años, y hoy son usadas para mitigar el incesante calor que se vive en esta región que suele llegar hasta los 48°, por lo que se convierten en un enemigo para sobrevivir.
Su hechura es artesanal, y en su mayoría natural, la cual también se ha ido modificando con el tiempo, pasando del uso 100% de materiales naturales, amarrado con ‘pita’, al uso de castillos de cemento para la base y clavos para la techada, a comparación de una casa de cemento es mucho más rápida hacerla, una semana máximo, con un modelo de trabajo que se parece mucho al tequio.
Hoy, ya no son un símbolo de personas de escasos recursos, pues se han diversificado y son construidas en todos lados.
El trabajo comienza yendo al ‘monte’, sitio donde se buscan las palmas para el techo; los trabajadores, que en la mayoría de los casos, son hombres que se dedican principalmente al corte de piña, pero en temporadas bajas realizan otras actividades eventuales.
Antes, para subir a la palma se utilizaban maneas, hoy también usan escaleras de aluminio, todo ello combinado con la agilidad del cortador y un machete bien afilado, con el que se cortan las palmas, que caen desde la punta.
Esto también tiene algunos peligros, como encontrar avispas o alguno otro animal.
Mientras que para la estructura se corta madera de palma y se traslada al sitio de construcción.
Entre seis y ocho hombres colocan la estructura, dependiendo del tamaño, se hacen las llamadas tijeras, que van en los extremos y darán forma a una casa de dos caídas para agua.
Posteriormente se colocan los tapijoles, vigas cargadoras, contraviento y taparatones, dejando una estructura bella y cuasi perfecta.
Este trabajo puede llevarse hasta dos días; es peligroso ya que hay que trabajar sobre el nivel del suelo, en esta ocasión fue en un segundo piso, lo que lo hace más peligroso.
Montada la estructura, se procede a degollar las palmas, una técnica que consiste en afilar un machete , con el que se hace un corte en las varillas que forma la palma, evitando cortarlas del todo, ese corte funciona para doblarlas y así tener una mayor capa y evitar que se filtre la lluvia.
Se degüellan las palmas necesarias para la casa, en promedio se hacen palapas de 600 palmas, con ese acabada se procede al techado, que es con clavos y tupiendo la estructura, y así lograr una casa sin que se filtre la luz y el agua.
Esta madera y palmas tienen una vida de entre 10 y 15 años de edad, ya que, dentro del conocimiento popular, se cree que para que sea una madera o palma duradera se debe cortar en luna menguante.
El precio varía según el tamaño y especificaciones del cliente, y es importante valorar que con este tipo de casas se emplean varios hombres, quienes mantiene viva este tipo de arquitectura.
Este es otro de los oficios que vive en muchas regiones del mundo y que cada una le da su toque particular que los hace distinto