•Entre líderes juveniles te veas
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: El lenguaje de los jóvenes resulta insólito. Ahora, por ejemplo, se llaman “estúpidos, desgraciados, mendigos, tontos”, etcétera, y dicen que es por cariño. Por eso, cuando la dirigente estatal de la Red de Jóvenes (priistas) por México, Damara Gómez Morales, llama “rata” a su antecesor, Sandro Gómez, signficaría, quizá, que mucho lo estima.
Amor apache, dirían en el siglo pasado.
Y cuando, además, se refiere a que Sandro desertó del PRI para refugiarse en el PAN, entonces, Damara expone su más profunda filosofía política y social y dice que “las ratas tienen que estar con las ratas”.
En la novelística han escrito la historia de las ratas que cuando sienten, huelen y olfatean que el barco se está hundiendo se tiran… así sea a la mitad del océano.
En “La peste”, Albert Camus cuenta la historia del pueblo aquel invadido por un ejército de ratas y que poco a poco van muriendo y al mismo tiempo causando una mortandad humana.
Paquita la del barrio, la estrella de Alto Lucero, ha tenido éxito rotundo con su canción “Rata de dos patas” para describir, entre otros, a los hombres infieles y a los políticos, escrita por un compositor que fue presidente municipal de Huatusco.
Ningún animal como las ratas causa tanto furor en casa, quizá, a la altura de las cucarachas.
Las ratas, además del término despectivo, rata inmunda, también describe a los políticos ladrones y pillos, tipo, digamos, Javier Duarte y los suyos con el dinero público de cuyo desvío están acusados.
Lo peor de la vida, sin embargo, es “escupir para arriba y que el escupitajo te cae encima”.
Pero, bueno, si Sandro es hombre y Damara mujer, y si es cierta la hipótesis universal de que las mujeres son más, mucho más honestas que los hombres, entonces, la frase bíblica (“Las ratas tienen que estar con las ratas”) se estaría cumpliendo “al pie de la letra”.
PASAMANOS: Damara acusa, además, de mentiroso a Sandro, quien cuando fue ungido dirigente estatal le llovieron los halagos y el incienso de las elites priistas.
Le dice que alardeó de llevarse veinte mil jóvenes del PRI al PAN, y, claro, Sandro nunca se los pudo haber llevado, porque simple y llanamente, la llamada “Red de jóvenes” se sacaría el Melate si los tuviera.
Y más porque al mejor estilo priista cada militante ha sido encargado de convencer a cinco o diez más para votar el primero de julio.
Y de ser así, hablando de diez personas por cada uno de los, digamos, veinte mil jóvenes, significan doscientos mil sufragios amarrados para el candidato del PRI a gobernador y que, por cierto, son los mismos que July González Sheridan, la candidata del PAN a la silla embrujada del palacio, ex de MORENA, ofreció a la cuadra panista quitar a Cuitláhuac García.
Total, que cuando faltan dos semanas para la hora estelar de las encuestas, el PRI y PAN pelean los votos de los más de dos millones de jóvenes en un Veracruz donde 6 de cada 10 ciudadanos con credencial de elector forman parte ya, ya, ya del Partido Abstencionista.
Y desde hace mucho.
Y en un Veracruz donde el hartazgo y el desencanto social están desbocados, mejor dicho, descarrilados por completo, fastidiados de la pobreza, la miseria, la jodidez y los políticos enriquecidos a la sombra y la impunidad del poder.
CORREDORES: En los días que caminan (“Vivir es un gozo” decía Simone de Beauvoir), los candidatos presidenciales se han dicho de todo.
Por ejemplo, se han acusado de corruptos y que significa el peor agravio en un país en el primer lugar de corrupción política en América Latina y uno de los primeros lugares en el mundo.
De entrada, y de acuerdo con el lenguaje popular un político corrupto es un rata.
“Rata de dos patas” diría Paquita la de Alto Lucero.
Y si Damara llama rata a Sandro, entonces, lo está clasificando.
Incluso, satanizando.
Todavía de postre le dijo:
“Se agradece el que por fin se haya ido. Nos hizo un favor”.
En contraparte, el presidente del CDE del PRI, Américo Zúñiga, llamó traidores a los priistas que agarraron otro camino luego de tantos cargos públicos desempeñados, entre ellos, Regina Vázquez Saut, Basilio Picazo, Ricardo García Guzmán y sus dos hijos, Renato Tronco, Fernando Arteaga, Felipe Amadeo Flores Espinoza y Mario Tejeda Tejeda.
Ha de preguntarse, entonces, y por mera curiosidad, cuál adjetivo calificativo será peor:
Si rata o traidor.
Traidor, por ejemplo, y ante la historia, Judas con Jesús, el indio yaqu, escolta de Miguel Hidalgo, que lo decapitó por treinta monedas, Jesús Guajardo con Emiliano Zapata y Álvaro Obregón con Pancho Villa.
Ratas, los diecisiete ex gobernadores del PRI (entre ellos, Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge, Guillermo Padrés, Eugenio Flores Hernández, Tomás Yarrington, Andrés Granier y Mario Villanueva), acusados de ladrones del erario.
Traidores o ratas, en todo caso, el signo de los tiempos, a tono con la modernidad.
BALAUSTRES: De ahí pa´el real, el discurso de la nueva dirigente juvenil del PRI incurrió en lugares comunes, palabras manoseadas, términos desusados, nada del otro mundo que impactara, digamos, por su frescura ideológica y su formación social y política y/o, mínimo, sus lecturas.
Por ejemplo:
A: Las gracias a Américo Zúñiga “por el respaldo a la juventud priista”.
B: Nosotros, los que nos quedamos en el PRI “tenemos principios”, ay, los principios.
C: “El PRI es el único partido que premia la participación de los jóvenes”.
D: “Los jóvenes priistas ganarán las elecciones” el primero de julio.
Nada, pues, del otro mundo.
El mismo viejo y dinosáurico discurso de hace más de cien años.
Sabrá el chamán el proceso democrático con que Sandro, el desertor, fue elegido.
Sabrá el viejito del pueblo la calidad democrática para ungir a Damara lideresa estatal, porque si fue con la misma filosofía política de cuando impusieron dirigentes tricolores a Regina Vázquez Saut, Lillián Zepahua, Regina Vázquez Saut, Elizabeth Morales y Corintia Cruz Oregón, caray, el médium Plutarco Elías Calles cuide al partido tricolor.