- Ejecuciones extrajudiciales
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: El legado histórico de Javier Duarte a Veracruz está, quizá, en su conciencia. Secuestros, desapariciones, asesinados, pozoleados y fosas clandestinas. Y de ñapa, la (presunta) alianza con los carteles y cartelitos.
Incluso, nada fácil sería que tarde o temprano enfrentara la justicia internacional, pues la desaparición forzada es un delito de lesa humanidad que nunca prescribe.
De acuerdo con las denuncias penales del gobierno panista, ellos incurrieron en el saqueo del erario. Pero también, se dieron gusto desapareciendo personas y cadáveres.
Y el agravio a la población fermentó y se multiplicó.
A nombre del Estado, el duartazgo justificó el uso de la fuerza pública en contra de los ciudadanos con una vida común y sencilla.
Cayeron en la ejecución extrajudicial.
Entregaron a Veracruz en manos de los malandros.
Ellos, la generación política en el poder sexenal, se enriquecieron, y al mismo tiempo, los carteles se adueñaron de la jugosa plaza jarocha.
Nunca Fidel Herrera Beltrán será perdonado por imponer a Duarte en la silla embrujada del palacio, aun cuando él mismo desde cuando era cónsul de Enrique Peña Nieto en Barcelona se deslindó de su antiguo discípulo.
PASAMANOS: Una verdad histórica se ha impuesto. Desde el gobierno, la corrupción política es un patrón.
Y si pudiera contabilizarse el número de muertos en el sexenio anterior (y los que van del bienio azul), Veracruz está a la altura de otros episodios sangrientos del país como por ejemplo, Ayotzinapa, Tlatlaya, Nochistlán, Tanahuato, Apatzingan y San Fernando, Tamaulipas, allí donde, por ejemplo, 72 migrantes fueron asesinados hasta con el tiro de gracia… por si aún respiraban.
“A sangre fría”, los secuestrados, desaparecidos, asesinados y pozoleados en la tierra jarocha fueron ejecutados.
Igual que en la guerra de Independencia cuando los realistas colgaban de los árboles a orilla del camino a los campesinos de Miguel Hidalgo para intimidar a la población.
Por eso, las ongs de los Solecitos y Colectivos han de tocar las puertas de la comunidad internacional para llamar a los duartistas a rendir cuentas, pues el penal de Pacho Viejo está quedando demasiado chiquito para quienes en nombre del Estado metieron a la población local en un largo y extenso túnel del que muchos, demasiados, excesivos hogares siguen enlutados.
CORREDORES: Un hijo pierde a la madre o al padre y queda huérfano. Un hombre pierde a su esposa y enviuda. Una pareja se separa y son divorciados.
Pero el diccionario de la Real Academia Española nunca ha creado ni recreado una palabra para definir el estado emocional y espiritual de los padres que pierden a los hijos.
Y los perdieron (y siguen perdiendo), entre otras circunstancias, porque los políticos los secuestraron, desaparecieron, asesinaron, tiraron a la barranca de la muerte, lanzaron a las aguas de un río o una laguna, arrojaron a un pozo artesiano de agua dado de baja y sepultaron en fosas clandestinas.
Es el legado sórdido y siniestro de la generación priista en el sexenio anterior de Veracruz.
Así fue en Argentina con el dictador Rafael Videla.
En Chile con el general Augusto Pinochet.
En la República Dominicana con Rafael Leónides Trujillo.
En Nicaragua con Anastasio Somoza.
En Cuba con Fulgencio Batista.
Y en Perú con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
Y sobre todos ellos cayó el juicio internacional.
Javier Duarte y los suyos han de incluirse en el mismo catálogo de la muerte.
Genocidio se les llamaba en otro tiempo.
RODAPIÉ: 34 duartistas están sujetos a un proceso penal en Pacho Viejo. La mitad de ellos, entre políticos, jefes policiacos y policías, por desaparición forzada.
Y más allá del dictamen, el hecho de una sentencia, una condena, será insuficiente como una lección histórica para la nueva generación política en el poder sexenal.
La ley ha de aplicarse con el rigor jurídico, sin tregua ni misericordia de igual modo como ellos nunca, jamás, la tuvieron con sus víctimas, los hijos desaparecidos, pero también, los niños, las mujeres, los jóvenes, las personas maduras y los ancianos ejecutados.
Trepados en el autoritarismo y la soberbia, ellos se excedieron. Abusaron del poder. Atropellaron el Estado de Derecho. Desaparecieron personas en los retenes. Convirtieron el terreno anexo en el Frac. Colinas de Santa Fe en cementerio particular compartido con los malandros. Detuvieron jóvenes y los ejecutaron y los pozolearon y tiraron sus cenizas en los ríos.
Y les valió.
Y el bandidaje ha de ser castigado en los tribunales internacionales.
Un juez español, Baltasar Garzón, sólo descansó cuando el general Augusto Pinochet fue juzgado en el foro mundial, aun cuando, claro, jamás será olvidado que Baltazar Garzón avaló a Javier Duarte en aquel tiempo cuando detuviera a un par de tuiteros y refundiera en Pacho Viejo, acusados hasta de disolución social.
BALAUSTRES: Ahora ellos “se curan en salud”. ¡Cínicos!
En el sexenio pagaron trece mil millones de pesos a los medios a cambio de incienso a su paso.
Y, claro, a cambio de enlodar a los críticos, desde ONG hasta académicos y disidentes, operados por sus voceros, una de ellas, presa en Pacho Viejo, y el otro, en la mira, apenas, apenitas se le termine el fuero legislativo.
Quedan 5 meses, quizá menos, a la primera generación panista en el poder oficial, y más allá del próximo sexenio, la yunicidad necesita darse prisa en el proceso penal a los duartistas presos, pues cada político arrastra su librito.
Será terrible llegar al fin de la yunicidad con un juicio penal incluso a todos ellos.
Las ONG y Colectivos, por el contrario, han de apresurarse para llevar a todos ellos al juicio internacional con la asesoría de ONG nacionales, académicos y despachos jurídicos solidarios en vez de estar peleando si Jorge Wínckler se va o queda como Fiscal.
El daño familiar, moral, social y de vida es imperdonable.