Expediente 2019/Luis Velázquez
Veracruz.- Las elites políticas oscilan, dice el sicólogo social, entre golpes espectaculares y caídas estrepitosas.
Por ejemplo:
El legado histórico de Miguel Ángel Yunes Linares fue encarcelar a más de treinta políticos acusados de pillos y ladrones.
El legado histórico de Javier Duarte, los llamados “Escuadrones de la muerte”, los agentes de Tránsito y policías desapareciendo personas en los retenes carreteros.
De Fidel Herrera Beltrán, su herencia para las generaciones sucesorias fue soñarse candidato presidencial siguiendo la huella de Guadalupe Victoria, Antonio López de Santana Anna, Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines.
De Miguel Alemán Velasco, su éxito singular gracias a su esposa, Cristhianne Magnani de Alemán.
De Patricio Chirinos Calero, haber ganado el apodo de “La ardilla”, porque pasó el sexenio en Los Pinos asesorando a Carlos Salinas según describía Porfirio Muñoz Ledo.
De Dante Delgado Rannauro, el gran programa de Solidaridad para construir servicios públicos.
De Fernando Gutiérrez Barrios, el policía-político, pasar de gobernador a secretario de Gobernación.
El legado histórico de Agustín Acosta Lagunes fue “La Sonora Matancera”, el antecedente de los carteles y cartelitos.
De Rafael Hernández Ochoa, la matanza de campesinos en Martínez de la Torre, suficiente para el congelamiento político de Luis Echeverría Álvarez durante 3 meses.
De Rafael Murillo Vidal, el Carbonelazo, la fallida candidatura a gobernador de Manuel Carbonell de la Hoz, solo 72 horas en la gloria.
Y de Fernando López Arias, su paso de Procurador General de la República del presidente Adolfo López Mateos cuando encarcelara a Demetrio Vallejo, líder ferrocarrilero, y al pintor David Alfaro Siqueiros.
Por eso, y cuando apenas han transcurrido 8 meses del primer gobierno de izquierda en Veracruz en el siglo XXI, ha de preguntarse su legado histórico, ahora, digamos, cuando todavía es tiempo de planear su entrada, primero, a la historia, y después, a la gloria, y luego, acaso, quizá, a la inmortalidad.
MUY PRONTO LLEGÓ EL DESENCANTO SOCIAL
Para el politólogo Ramón Benítez, todavía es demasiado temprano para evaluar la era de MORENA y AMLO en Veracruz, pues apenitas están en la llamada “curva del aprendizaje” y por eso mismo tanta pifia.
Y más, por lo siguiente:
Uno. La mayoría del gabinete legal y ampliado aterrizó en la oficina secretarial sin experiencia, sin fogueo en el campo de batalla, sin la mínima idea del arte de gobernar y el ejercicio del poder.
Dos. Y lo peor, inexpertos, llegaron a tomar decisiones y en donde la mayoría ha resbalado.
Tres. Y más peor, siguen aprendiendo.
Cuatro. Tampoco, y por desgracia, ni el capitán ni el segundo del capitán habían incursionado en la difícil conducción del aparato gubernamental.
Pero, bueno, dice el maestro, “echando a perder se aprende”, y 8 meses después la respuesta es avasallante: la población ha caído en el desencanto del primer sexenio de izquierda, izquierda delirante, en el Veracruz del siglo XXI.
¡Ay, sin embargo, un espinoso destino social de la población con tres graves y terribles males!, los siguientes:
A: la desigualdad social, económica, educativa y de salud.
B: la inseguridad en el diario vivir.
Y C: la impunidad.
Lo insólito es el desparpajo de las elites políticas, donde las partes viven conflictuadas, desprestigiándose y desacreditándose entre sí como si la grandeza de Veracruz estuviera en el reality show.
Nadie, sin embargo, ningún miembro del gabinete legal ni tampoco de la LXV Legislatura, tiene la suficiente autoridad política, social y moral para reorientar el rumbo con mesura, prudencia y cautela.
ESTERCOLERO EN PUERTA
Durante 8 meses, el vaso comunicante del gobierno estatal han sido las descalificaciones. Mejor dicho, las acusaciones osadas. La última, declarar narco/gobernadores a Miguel Ángel Yunes Linares, Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán.
Se trata, claro, de palabras mayores. Algunos hablarán de palabras audaces y temerarias, pues en el mejor de los casos, y en nombre de la dignidad y el honor, Yunes, Duarte y Fidel bien podrían interponer denuncia penal, digamos, por calumnias y difamaciones, pero también, por daño moral.
Y daño moral, porque con todo, significa una proeza demostrar con hechos concretos y específicos y pruebas y evidencias y coincidencias y papelitos notariales y recibitos de dinero, quizá bienes materiales, el presunto pacto entre el trío de ex gobernadores y los malandros.
Desde luego, en ningún momento significa una hazaña insuperable, pues bastaría referir el destino penitenciario de algunos ex gobernadores (Mario Villanueva, de Quintana Roo, y Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores, de Tamaulipas) por sus ligas con el narcotráfico.
Pero en el caso de Veracruz, una cosita es la declaración mediática, y otra, mil años luz de distancia, la denuncia penal en la Fiscalía General de la República aportando las pruebas suficientes para proceder a la captura y el proceso penal.
Y más allá de echar gasolina al fuego, fuego pirotécnico, elemento distractor, reality show, el reino de MORENA es incoloro, inodoro e insípido. Y sin rumbo, claro.
Y lo peor, ya tan pronto con el fétido estercolero de la corrupción encima, casos la compra de las patrullas, las ambulancias y las medicinas y la concesión de obra pública por dedazo y la renegociación de la deuda donde y por lo regular, la fama pública consigna comisiones millonarias de las instituciones bancarias.