Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. Nuevo libro de Ricardo Ravelo
En unas cuantas semanas circulará el nuevo libro del reportero y escritor, Ricardo Ravelo Galo, originario de Carlos A. Carrillo, residente en la Ciudad de México desde hace más de veinte años.
Se llama “Los incómodos” y es la historia de los ex gobernadores pillos, ladrones y corruptos, a partir de los expedientes en la Procuraduría General de la República que les tienen abiertos y siguen documentándose.
Serán tres tomos, pues ahorita misma hay diecisiete ex mandatarios en la picota, el último detenido, Eugenio Flores Hernández, de Tamaulipas, cuya historia delincuencial es inverosímil, pues cuando fue el jefe del Poder Ejecutivo otorgó cargos públicos a los malandros y que eran el vaso comunicante con los barones de la droga.
En el primer libro aparecen varios ex gobernadores, uno de ellos, la historia truculenta de Javier Duarte y su esposa Karime y los duartistas afines.
Así, y en la fiebre literaria que lo convulsiona por aquí entregó semanas anteriores el original a la editorial en automático, y con el brazo caliente como recomendaba Ernest Hemingway y tanto aplicara Gabriel García Márquez, se ha encerrado en su departamento a escribir el segundo tomo.
Todos los días, empuja la carreta. Pero antes de teclear toca el piano para deleitar a su gatita, su amiga y compañera desde hace muchos años.
A veces, también, sale a caminar y trotar, y luego enseguida, a escribir.
Cada día escribe durante unas seis a ocho horas, reproduciendo la disciplina de Hemingway, quien solía escribir mil palabras cada día.
Dos. Ravelo con Hemingway
Ravelo es un fans de Hemingway.
Alguna vez viajó a Cuba, única y exclusivamente para seguir la huella de Hem (así le llamaban sus amigos) en La Habana, en donde fue “feliz e indocumentado”.
Fue Ravelo a la finca Vigía, donde Hem vivía en un extenso y largo terreno lleno de árboles y que parecía un bosque y en donde, por cierto, Ravelo se quedara, con el permiso de los vigías cubanos, con varias hojas grandes de un almendro cuya sombra tanto disfrutaba el autor de “El viejo y el mar”.
Y ya en México, Ravelo las enmarcó y que cuelgan en un cuadro en la pared de su departamento.
En aquel periplo, y durante un par de días, se concentró en las librerías de libros usados en La Habana Vieja y compró cuarenta y cinco libros de Hemingway, todos leídos, todos rayados, todos usados.
Entonces, los llevó con un amigo encuadernador que los resucitó a la vida y se los regaló a don Julio Scherer García, el director fundador del semanario Proceso.
En reciprocidad y en la euforia total y absoluta, don Julio le envió una cartita con tres palabras reveladoras:
“Don Ricardo, usted me sorprende”.
Además, le obsequió una botella de cogñac que desde entonces, Ricardo conserva intocable en su departamento, esperando, digamos, algún momento estelar de su vida para consumirla con los amigos.
Y/o quizá él solo, tocando el piano, digamos, tipo Agustín Lara.
Tres. 300 cascos de whisky
En la finca Vigía, Ricardo quedó más sorprendido que nunca cuando conoció el sótano de la casa de Hemingway.
Y es que en el sótano había, más o menos, unas trescientas botellas vacías de whisky y que Hem se había tomado en una parte de su vida en Cuba.
Era, claro, una de sus bebidas preferidas.
Y se las tomaba siempre con los amigos y con la mujer en turno que tenía, pues era muy bueno para la enagua.
En la finca también hay montañas de los originales donde Hem escribía sus novelas, cuentos, crónicas y reportajes.
Hem, como se sabe, siempre escribía de pie para reciclar la circulación de la sangre.
Y siempre escribía a mano con lápiz y tenía en su escritorio un montón de lápices con la punta afilada para tomarlos de inmediato cuando era necesario.
Y todos los días, con una disciplina militar, escribía mil palabras diarias y que incluso contaba y escribía en la pared pintada de blanco cerca de donde escribía para mantener la disciplina.
Aquellos originales constituyen el gran tesoro, tesoro invaluable, que Cuba conserva.
En la finca hay una foto gigantesca donde en una calle de La Habana, Hemingway y Fidel Castro se topan y se ponen a platicar, asombrado y deslumbrando el padre de la revolución cubana, pues en el fondo, también era un escritor frustrado, lleno de nostalgia.
Ravelo quedó fascinando con su viaje a la Cuba de Hemingway y cada vez que puede regresa alucinado a la finca Vigía, por donde, incluso, desfilaron las mujeres más bellas del mundo, algunas de las cuales, mientras Hem escribía ellas nadaban desnudas en su alberca esperando que él también se zambullera.
El nuevo libro de Ravelo, “Los incómodos”, es el libro número nueve.
Se ha especializado en el narcotráfico y ahora profundiza en los políticos, gobernadores todos, que en la codicia del poder y el dinero, el dinero fácil, se aliaron con la delincuencia organizada.
Hemingway, como tantos otros, dejó una obra periodística singular en crónicas y reportajes a partir de su experiencia en la primera y la segunda Guerra Mundial y en la guerra española, pues a los 19 años de edad inició como reportero de la fuente policiaca.
El siguiente paso de Ravelo bien pudiera ser la literatura ficcional, aun cuando, y como él mismo dice, la realidad es más apasionante que la imaginación.