Eres lo que comes, y aunque pienses que comer azúcar y grasa todo el día te vuelve una persona sumamente dulce y sabrosa, en realidad lejos de esto, tiene un enorme y negativo impacto sobre la salud de tu cuerpo.
A lo largo de muchos años de investigación, se ha encontrado de manera consistente el papel de la dieta como factor para el desarrollo de enfermedades del corazón, entre ellas el infarto. La dieta se relaciona directamente con las placas de grasa que se forman en tus arterias, así como con la presión arterial de tu cuerpo y su elevación (por la cantidad de sal ingerida) entre muchos otros factores de riesgo como la obesidad, el desarrollo de diabetes, entre otros.
De acuerdo con datos del Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud de Washington, al analizar los factores de riesgo para enfermedades isquémicas del corazón (infartos) en México, se puede observar que casi 50% de todos los infartos se deben a comportamientos que afectan el metabolismo, como por ejemplo nuestro hábito por comer comida chatarra.
Esto tiene explicaciones más allá de un simple gusto y es que la diversidad, fácil acceso y lo económico de estos alimentos, sumado a lo que hacen en nuestros cerebros (ya que estimulan centros de placer de forma muy similar a algunas drogas), los hacen peligrosos para nuestra salud.
No todo es malo, la dieta puede ser muy perjudicial para el corazón, pero también puede ser muy benéfica si se aplica de forma correcta. Una dieta como la mediterránea: alta en fibra vegetal (con muchas frutas y verduras), alta en colesterol bueno (aceite de oliva no calentado), consumo bajo de vino tinto, alto consumo de legumbres (alfalfa, chícharos, fríjol, habichuela, garbanzo, haba, ejote, lenteja, cacahuates, soya, entre otros), alto consumo de cereales y granos (avena, arroz, trigo), bajo consumo de carnes rojas, alto consumo en pescado y consumo moderado de lácteos; han demostrado reducciones incluso mayores a 50% en el riesgo de padecer ciertas enfermedades cardiovasculares.
Aunque pueda parecerte costoso o complicado, siempre hay formas de comer mejor: si prefieres consumir soya (incluso con sabor a carne) en vez de carnes rojas, si prefieres comer lechuga en vez de papas fritas, si prefieres una copa de vino ocasional en vez de una botella de refresco, estarás mucho más saludable y tal vez incluso gastarás menos.
Recuerda que, a diferencia de una persona con peso normal, una con sobrepeso u obesidad tiene mayor probabilidad de padecer:
- Presión arterial alta
- Niveles elevados de colesterol y triglicéridos
- Diabetes
- Enfermedades del corazón (entre ellas infartos)
- Algunos tipos de cáncer
- Derrames o embolias cerebrales
- Problemas en las articulaciones
- Enfermedades de la vesícula biliar
- Depresión, ansiedad y otros transtornos mentales
- Apnea del sueño y otros problemas respiratorios
¿Cómo lo que comes (o no comes) aumenta tu riesgo de sufrir un infarto?