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Lo que pasó en Culiacán narrado por alguien que sí estuvo ahí

El Piñero

*No conozco a nadie que haya estado aquí ese día y esté enojada por el cese del fuego

Sinaloa, México.- Estaba en mi trabajo, entro a las 2:30 de la comida, como siempre, escuchando música con mis audífonos, y se escuchaba el rumor y ambiente extraño, me quito los audífonos y escuché metralletas, el sonido venía de los videos que, ahora sí, todos pusieron a todo volumen. Me levanté, había balacera era todo lo que sabía, fui recorriendo los pasillos hacia la salida porque no tenía ganas de escuchar esa orgía de balazos en la que todos participaban, y en todos lo mismo, la misma metralleta, todos viendo el mismo video, hablando de lo mismo.

“Es que dicen que están acá, dicen que están allá” todo era “dicen”. Desde que vivo en Culiacán no me había tocado nada así y tengo 4 años. En el centro ya había carros incendiados como en película apocalíptica, ya sabíamos de gente atrapada en negocios, resguardándose donde podían como podían. El terror estaba sembrado.

Parecía una telenovela y película de ciencia ficción, pocas cosas informativas escuché o se difundieron, a mí me estaban llegando reportes (de amigos), de gente de los medios, de gente que sabía más o menos qué iba ocurriendo y eso sí prestaba oídos. Era una especie de chisme un mal chiste sádico.

No vi videos, no quise verlos, no estaba dispuesta a colaborar, a entrar en ese juego morboso, era todo lo que la gente hacía mientras sembraban en sí mismos el miedo, y los otros, como quien ve una pelea de box disfrutando, hablando es una Calibre tal y una tal. “Los enfermos” es como se le llama a las personas que sienten fascinación por las armas, sangre y todo lo relacionado con el narco, hablando dejando entrever su satisfacción por la sed de sangre.

La compañía cerró las puertas, no dejaban salir, pero no sabíamos más, lo siguiente fue que no había servicio de Uber ni de camiones urbanos, no había como irse, miles de pesonas ahí dentro en la total incertidumbre, cómo iban a llegar a sus casas.

Yo, que vivo cerca, a 10 minutos caminando y usualmente voy y vengo a pie de  mi casa al trabajo, firmé, no sin nervios, salir bajo mi propia responsabilidad, me dijeron vete ahora antes de que oscurezca, si esto sigue se va a poner peor en la noche, de noche todos los gatos son pardos. Y ni modo, me amarré los ovarios y me guardé los miedos. El plan era que no había plan, solo el instinto de supervivencia latente.

El instinto me lo decía, ve a tu casa, muévete antes que baje el sol. Una compañera y amiga me acompañó, nos fuimos juntas, ella no tenía como irse a su casa, a reunirse con sus hijas, pasaría la noche en mi casa, era lo más seguro y el mejor plan para ella.

Salimos. Los consejos de los que más o menos han vivido esto fue súrtete donde puedas, ten comida y agua en tu casa. Mi casa está lejos, muy lejos de donde todo ocurrió.

Salimos y todo se veía normal, había un espíritu de pánico, se veía en la cara, en el gesto de la gente. Corrían muchos rumores, mi postura fue creerla mitad de todo lo que escuchaba. Hombres armados fuera de la empresa, toque de queda y cortar la luz a las 7 de la noche…cortar la luz para qué, no sé, se esparcían los rumores y la gente cada vez más en pánico.

Con el “aviso” o rumor de hombres armados afuera de la empresa, salimos, no había raite posible, nadie quería salir, ella y yo salimos.

Comenzamos a caminar lo más rápido que pudimos, ella que es de zancada más corta, la agarré del brazo para ir al mismo paso, para evadir el miedo y distraernos, me puse a cantar villancicos como si fuera tenor. Atravesando el puente vimos las columnas de humo en el centro, por unos segundos nos detuvimos, seguimos caminando, había carros circulando. Bajando el puente, entramos a mi barrio, solo estábamos a 3 cuadras de mi casa y ahí todo lucía tan normal, tan tranquilo que nos dio cierta paz. Pero no ibamos a estar en paz hasta cerrar la puerta por dentro.

Llegamos a casa, contestando mensajes, llamadas, correos, había mucha gente preocupada, sobre todo la de fuera, porque en las noticias se había encargado de hacerlo ver como Irak, no voy a mentir había humo y fuego, hubo muchos balazos, pero una y otra vez las mismas imágenes. Era más la extensión de territorio que no estaba incendiada o baleada, pero a medida que pasaban una y otra vez las mismas imágenes el terror se extendía, el alarmismo, la tragedia.

En redes me topé con bromas de panistas al respecto, empezando por el expresidente y terminando por un excompañero de la universidad, sí hay gente feliz por esto, que aman cuando una tragedia ocurre para decir: ven su presidente. Sí no ha sido el mejor manejo, pero me algo es cierto.

Esto no es algo de ayer, una ocurrencia, ni un caso aislado. Hablo de la liberación del hijo del Chapo, hablo de como sí todos en Culiacán tienen un pariente metido en esto, de cómo hay balazos de felicidad, una adoración y romantización de esta cultura, de la ostentación, desilfarro y dinero fácil.

Como hay series exitosísimas del narco y narcocantantes llenando estadios, gente pagando feliz por ir a escuchar esas canciones donde se adora el dinero, se usa a las mujeres y se deslumbra con balazos. No llegamos aquí en un día, donde antes sí, simulaban más, maquillaban tanto la verdad que “se les escapaba” el Chapo, pero jamás aceptarían decir: lo liberamos. Lo dejaban escaparse, obvio, con lana de por medio, ayer fue a seguridad.

Leo a las personas que dicen: Estado Fallido, sí, es un Estado Fallido, tiene siéndolo desde que la lucha contra el narco es mera simulación, desde que un virus mexicano ha extendido sus tentáculos al 70% de los países, y como no, si tiene ese poder, cómo no lo va a tener en un lugar tan pequeño, en la cuna y meca del narco. El Estado en México ha sido una simulación y un teatro desde “voy a defender el peso como un perro” hasta nos casamos mientras hacemos una telenovela entre el guapo y la actriz de novela.

Tan lleno de simulaciones que me he dado cuenta que como pueblo preferimos que nos mientan, que nos hablen bonito, que nos roben qué tiene pero está guapo, pero habla chilo, pero su familia tiene clase. Un Estado fallido no se va a volver un Estado fuerte primero en un año, dos o tres, y segundo mientras haya gente, miles de personas, por un lado festejando que le vaya mal a México y por otro adorando al narco, romantizando su cultura, viéndolos como el Robin Hood del pueblo y echándolea l gobierno.

Todo está podrido cuando ves que la violencia es entretenimiento. Culiacán trending topic, Culiacán en pánico, Culiacán en las noticias todo el día. Los noticieros ahora sí hablando de esto, las personas pegadas a la televisión disfrutando el circo de la sangre, felices, entretenidos diciendo: ya sabía yo, les dije, esto iba a pasar.

Hay gente sientiendo gusto de esto, por supuesto, gente que no está ni estuvo aquí, gente que jamás ha tenido que lidiar con las consecuencias del narco, gente que de la nada parece ser un experto en política, seguridad nacional otros imbecilmente solo se han limitado a bromear con la tragedia, esos tienen algo en común, son los únicos felices con esto, es la oportunidad perfecta para ellos para echar tierra, hacer leña del árbol caído. Ninguno de ellos, de esos seres “críticos” y que ahora parecen dominar el tema de Culiacán se acercó a preguntar cómo estaba yo o mis conocidos. Se les olvidó que esto además de política y fuego y narco incluye a personas.

No conozco a nadie que haya estado aquí ese día y esté enojada por el cese del fuego, porque todo se ve y se siente diferente desde adentro, porque para dar opiniones hasta los tontos, pero yo hablo desde la experiencia.

Fuente: https://vouyerismociego.blogspot.com

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