Luis Velázquez /Barandal
17 de agosto de 2019
ESCALERAS: El gobierno de Veracruz vive su mundo ideal. “Mundito color de rosa”. Incluso, vive en gerundio, es decir, planeando, más que hechos, sueños, utopías, ilusiones. Y de ñapa, vendiendo esperanzas. Dijo el jefe máximo:
“No vamos a permitir venganzas entre los grupos delictivos. No se permitirá que homicidas… arrojen los cuerpos de sus víctimas” en la vía pública.
Recién estaba el tiradero de cadáveres destazados en bolsas negras en Maltrata y Vega de Alatorre.
Lo peor: en Maltrata, los cadáveres de dos hermanos de Mariano Escobedo, negados por la secretaría de Seguridad Pública.
Y un padre, de 61 años, y su hijo, de 28. El padre, expolicía.
PASAMANOS: Caray, cada quien con sus rollos y fuegos pirotécnicos. Nunca en la historia nacional ni en el continente, una elite gobernante en turno ha evitado, digamos, las venganzas, el ajuste de cuentas, entre los carteles.
Bastaría referir un dato: desde el primero de diciembre del año 2018, Veracruz es un tiradero de cadáveres. En las calles y avenidas y en las carreteras y autopistas. En los ríos y lagunas flotando. A orilla de los cañaverales. En pozos artesianos de agua dados de baja. Colgados de los puentes. Desmembrados y arrojados los restos en bolsas negras.
Es el retrato de Veracruz de hoy, digamos, desde Javier Duarte. Es el paisaje urbano y rural del país. Es la pelea feroz, cruenta, bárbara, sórdida y siniestra entre los carteles.
Y de pronto, zas, ¡vaya maravilla del mundo!, el góber de MORENA y AMLO en Veracruz diciendo que “no permitirá venganzas entre los grupos delictivos”.
Habría de preguntar a un siquiatra si el Príncipe del Palacio de Xalapa tiene problemas con el tinaco mental.
CORREDORES: El gobierno estatal planteó su estrategia para evitar el tiradero de venganzas entre los carteles, todos, luchando de manera encarnizada por la distribución de la droga, el secuestro, el huachicoleo, el cobro de piso, la prostitución, la trata de blancas, el manejo de las plazas regionales y la alianza con los presidentes municipales, jefes policiacos y policías.
BALCONES: Uno, más coordinación Estatal para la Construcción de la Paz.
Dos, un operativo conjunto con el gobernador de Puebla para dar con los responsables del tiradero de cadáveres en Maltrata.
Tres, más patrullajes contra los malandros.
Cuatro, encomendarse a Dios. El Dios celestial, si se puede. El dios terrenal, AMLO.
Y cinco, la esperanza de un Fiscal (su pesadilla diurna y nocturna) que de manera “rápida y a fondo” ubique a los culpables de la masacre de Maltrata y Vega de Alatorre.
PASILLOS: Millón de veces hemos escuchado tales estrategias en los últimos 8 años y medio, cuando en Veracruz, con Javier Duarte, iniciara la desaparición forzada, todavía vigente.
Y millón de veces, el discurso hueco, superficial, insulso.
Ningún gobierno federal, por ejemplo, ha podido evitar “las venganzas entre los grupos delictivos”.
Ninguno…, para que el sexenio de MORENA en la tierra jarocha salga con tales inocentadas.
VENTANAS: Con todo, el sexenio de la izquierda jarocha, un gobierno de ocurrencias, como el presidente municipal de Coatzacoalcos cuando anunció que buscaría a los carteles en las montañas del sur de Veracruz para convencerlos de portarse bien.
Desde 1810, los realistas descubrieron la estrategia. Nada como colgar de los árboles a orilla del camino a los campesinos de Miguel Hidalgo para multiplicar el terror. Nada como ofrendar doncellas a Huitzilopochtli para aterrorizar a la población. Por eso, el tiradero de cadáveres.
Pero, bueno, lo dijo el góber, la violencia va a la baja “y estamos contentos, muy contentos, gracias abuelita amada”.