Yolanda Portugal Guzmán | El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca.- Loma Bonita hace todo lo posible por detenerse, sin embargo, la muerte no piensa igual, y es que sigue muriendo la gente, en nueve días contamos 33 muertos de causas, hasta el momento, inciertas, pero que se viven en el marco de esta pandemia por la COVID-19.
En medio del confinamiento por ocho días, ordenado por el presidente municipal Raymundo Rivera, el 95% de negocios cerró sus puertas, provocando que las calles se convirtieran en un amplio desierto, quedando en ellas el tránsito de aquellos que obligadamente tienen que salir a buscar el pan para sobrevivir y quienes, toda la vida, han estado expuestos a todos los riesgos.
Hoy, en medio de su chamba, usan cubrebocas y rezan al Dios de su preferencia que no les pase nada, máxime que la COVID-19 vino a llenar de incertidumbre un pueblo que parecía estar lejos de esta terrible realidad, y que golpeó, sin anestesia, con la muerte de decenas de nosotros.
La báscula ha sobrevivido a crisis piñeras desde los 90, sin embargo, hoy enfrenta un reto mayúsculo, no es la pérdida de toneladas la piña, sino la posible infección de jornaleros, tarpaleros y mujeres ante una pandemia que vino de China a arrebatarnos tanto.
vadiendo la realidad o tal vez incrédulos seguimos viendo hombres trabajar, sin la mínima protección que hoy representa un cubrebocas, mucho menos gel; sus manos, ásperas por cortar piñas tal vez no sean suficiente protección para el Coronavirus.
En las calles, hay pocos afuera, unos en bici, sin cubrebocas, otros a paso veloz camina, en banquetas para hacer sus pendientes y regresar a casa, tal vez, el lugar más seguro en este momento.
Otros, se sientan en banquetas, acompañados de niños, de ellos mismos, buscando respuestas o esperanza para vivir a este cuarto día de confinamiento.
No nos detenemos del todo, pero es imperativo hacerlo, detenernos en estos casos significaría detener el paso de la muerte por nuestro rinconcito oaxaqueño.
Estos días, para los pequeños, para nosotros si los superamos, serán recordados como días tristes, días donde nos pudimos unir la mayoría para rescatar a nuestro municipio, nunca antes la frase solo el pueblo puede rescatar al pueblo era tan cierta, porque como dicen, ahora los muertos comenzaron a tener rostros.