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López Obrador, ¿maquiavelismo o imprudencia?

El Piñero

Por: Jorge Zepeda Patterson | MILENIO

México.- Parecerían dos errores de Andrés Manuel López Obrador. Inflar a Xóchitl Gálvez hasta convertirla en candidata a la Presidencia y consentir la promoción descarada de Adán Augusto López, a pesar de que su favorita sea Claudia Sheinbaum. En papel ambas circunstancias serían inconvenientes para los intereses de Palacio Nacional. ¿Errores de un mandatario que tras cinco años en la cúspide comienza a perder el olfato político o jugadas de tres bandas cuyo alcance no resulta evidente a primera vista?

Lo de Xóchitl Gálvez parecería un sinsentido, porque sin la intervención del Presidente, quien la subió a su ring y con sus ataques le dio un protagonismo inesperado, el candidato de la oposición habría sido con toda seguridad Santiago Creel. Todavía podría serlo, es cierto, porque es el candidato de la dirigencia del PAN, pero le será muy cuesta arriba derrotar a la bola de nieve que se ha construido en torno a Xóchitl. El caso es que Creel habría sido un rival muy a modo para el abanderado de Morena, cualquiera que sea este. Una figura que no solo evoca al pasado (secretario de Gobernación con Vicente Fox), también es el símbolo perfecto, por orígenes familiares y perfil físico, para que el obradorismo afronte la contienda electoral como un choque de los dos Méxicos, el de los de abajo y el de los de arriba.

La candidatura de Xóchitl, como tanto se ha dicho, dificulta esta narrativa; la súbita e inesperada popularidad de la hidalguense ofrece combustible a los enormes recursos mediáticos que la oposición podría invertir para promocionarla. ¿Qué ha llevado a López Obrador a inflar tal candidatura?, ¿una imprudencia innecesaria o una estrategia disfrazada? Me inclinaría por lo primero, pero tratándose de un político hábil que en más de una ocasión nos ha sorprendido, me permito semblantear una hipótesis, por si acaso. Al “promocionar” a Xóchitl, AMLO propició la emergencia de un candidato a la Presidencia por parte de la oposición, es cierto, pero al mismo tiempo le quitó un candidato formidable a la alcaldía de la Ciudad de México. Si como se sospecha, las encuestas de intención de voto la ponían por delante de los candidatos oficiales para el gobierno de la capital, en particular por encima de Clara Brugada, la preferida del presidente y de Claudia Sheinbaum, quitar a Xóchitl de este escenario no era descabellado. Recordemos que en las elecciones de hace dos años la Alianza ganó en 9 de las 16 alcaldías de la Ciudad de México. Con una figura como Xóchitl resultaba altísima la probabilidad de que la oposición se quedara con el segundo más poderoso cargo político del país. Una verdadera pesadilla para quien encabece el gobierno federal desde el Palacio de enfrente.

Si esta fuera la tesis, es evidente que López Obrador estaría asumiendo una apuesta: que la candidatura de Xóchitl no pone en riesgo el triunfo de su corcholata en junio del año que entra. Pero es exactamente la misma apuesta que estaría haciendo la oposición, en sentido inverso; privarse de su mejor carta para la capital y tener así una oportunidad de ganar la madre de todas las batallas. En unos meses sabremos quién hizo mejores cálculos.  

La promoción de Adán Augusto López podría responder a un maquiavelismo similar. Tenía mucho sentido hace más de un año convertir a su secretario de Gobernación en una corcholata verosímil. Por más intentos que había hecho el Presidente para alargar la lista de suspirantes, solo existían dos nombres para la opinión pública: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Con tanto tiempo de distancia para la elección, era riesgoso. Primero, porque nunca pueden descartarse imponderables capaces de destruir súbitamente una carrera; la tragedia de la Línea 12 del Metro fue un aviso, por ejemplo, y rozó justamente a ambos precandidatos. Y, por lo demás, cuando solo existen dos antagonistas la ferocidad de la contienda termina siendo autodestructiva. Al presidente le urgía ampliar la baraja para que los ataques y contraataques se diversificaran. La opinión pública y los corrillos políticos aceptaron el invite de AMLO y asumieron a Adán Augusto como un posible candidato.

Pero lo que era útil hace 18 meses tendría que ser visto como un estorbo hoy en día, a seis semanas de la encuesta. En este momento los “votos” que vaya a obtener Adán Augusto, muchos o pocos, son en su mayoría votos perdidos por Claudia Sheinbaum, porque ambos se reparten las intenciones de los ciudadanos más cercanos al obradorismo. Está claro que el ex secretario de Gobernación no va a ganar, ¿por qué entonces continúa el enorme despliegue de recursos para promocionarlo? No pretendo decir que son dineros enviados desde Palacio Nacional porque no creo eso, pero es evidente que alguien está dispuesto a ponerlo incluso a fondo perdido y que el Presidente no ha hecho ningún gesto que, sin duda, habría parado tal promoción.

La explicación podría ser, de nuevo, una apuesta de alto riesgo. Según esta hipótesis, se estaría buscando que Adán Augusto López quede en segundo lugar en la encuesta interna. Esto dejaría a Marcelo Ebrard en tercer sitio, lo cual quitaría fuerza a cualquier impugnación sobre el triunfo de la preferida, pues constituiría un argumento en favor de quien quedó en la segunda posición. El valor simbólico de que el derrotado levante el brazo de la triunfadora, Adán Augusto a Claudia, convierte los reclamos del tercer sitio en mero berrinche. O por lo menos esa sería la idea. Y, por lo demás, el segundo sitio se hará cargo de la coordinación del Senado; una posición más estratégica que la coordinación de la Cámara de Diputados, destinada a quien quede en la tercera posición.

El éxito de esta estrategia pasa por encontrar el equilibrio perfecto en la promoción de Adán Augusto López: algo que no amenace las posiciones de Claudia pero derrote a Marcelo. Un error de cálculo podría generar un resultado inesperado: que el crecimiento de Adán sea con cargo a los votos de Claudia y Ebrard resulte inesperadamente beneficiado.

En suma, la promoción aparentemente involuntaria de Xóchitl Gálvez y voluntaria de Adán Augusto López constituirían piezas de un rompecabezas complejo de cara a la sucesión ideal para López Obrador. Eso o, simplemente, un error de cálculo. Un misterio por delante. 

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