Moisés MOLINA| LA X EN LA FRENTE
Oaxaca, México.- A estas alturas solo dos personas conocen la verdad en el caso “Malena”: Juan Vera y su defensa. Entre el cliente y su abogado no deben haber secretos. Solo ellos saben si el primero, como es vox populi, mandó a rociar con ácido a la saxofonista mixteca o no.
Usted y yo tenemos nuestra convicción y nuestra propia verdad en base a lo que públicamente hemos conocido y en gran medida, porque hemos sido sensibles a la tragedia de una mujer cuya vida hoy tiene dolorosamente un antes y un después.
Hay un hecho fuera de toda discusión: Hoy María Elena tiene el rostro y el cuerpo corroídos y hay uno o varios responsables que tienen que ser castigados.
En medio de flagelos biológicos, políticos y económicos que nos han golpeado, la vida sigue y necesitamos, como nunca, una prueba de que es posible seguir confiando en la justicia de los seres humanos.
Hoy los ojos están puestos en el juez, más que en nadie. La fiscalía hizo su trabajo y a la hora de la redacción de estas líneas Juan Vera duerme en una celda en el penal de Tanivet. Su defensa no logró evitar su vinculación a proceso y su prisión preventiva.
Ha trascendido que la defensa que el imputado eligió, corre a cargo de un “prestigiado” despacho que cobra en dólares y que es encabezado por la “madre” del Sistema Acusatorio en el que hoy se desenvuelve el procedimiento penal de Juan Vera.
Hemos recibido también señales que, por momentos, han despertado en más de uno empezando por Malena sospechas de que las cosas pudiesen tomar rumbo de impunidad.
La abogacía no se trata solamente de leyes, de fundar y motivar. La abogacía se trata, antes que otra cosa, de principios y de valores.
¿Qué veredicto le espera al abogado que defiende a su cliente a sabiendas de que es culpable? En este, más que en cualquier otro caso de trascendencia pública, sería inaceptable, deshonroso, ruin e imperdonable.
La abogada y los abogados de Vera Carrizal deben estar seguros y convencidos de la inocencia de su cliente. No hay marcha atrás. De otro modo estará promoviendo y ejerciendo en contra de la sociedad agraviada por el dolor de una oaxaqueña a quien le arrebataron la vida en vida.
Pocos abogados son los que no se han encontrado en su permanente proceso de formación con Eduardo J. Couture. Yo lo encontré en el grupo 100 de la Facultad de Derecho de la UABJO en 1996.
Couture resumió con genialidad en un decálogo la urdimbre moral de todo buen abogado.
Vale la pena recordárselo a la defensa del presunto responsable y darle a conocer a usted -amable lector- dos de ellos:
“Lucha. Tu deber es luchar por el derecho: pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”; y
“Sé leal. Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aún cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas”.
Los ojos del mundo están puestos en el juez, pero también en las abogadas y abogados que tienen el deber moral de poner la justicia por encima de los dólares, de ser leales para con el juez y eventualmente de abandonar a su cliente cuando comprendan que es indigno de ellos.
@MoisesMolina