Por: Luis Enrique Ramírez
Sinaloa.- Fernando Pucheta resultó ser el más hombre de los presidentes municipales de Sinaloa.
Para este momento, todos los alcaldes (y alcaldesas) están conscientes de que el gobernador Quirino Ordaz Coppel no quiere que ninguno se reelija en 2018, y al que intente hacerlo le jugará las contras con toda la aplanadora del aparato estatal.
Esto incluye a los diputados locales. «Quirino efectivo, no reelección», murmuran entre el miedo y la resignación: el gobernador quiere todos los espacios para su gente (la que decida el Grupo Coppel), para aplacar al PAN y para negociar su ya virtual alianza con Héctor Melesio Cuen y el PAS, que no se caracterizan por pedir poquito.
Es así que, por ejemplo, Quirino le ha cerrado las llaves del dinero a quien en campaña fue su favorito porque le fue útil en aquel momento, Jesús Valdés Palazuelos. Lo hace a través del tesorero que le impuso, como impuso a todos los tesoreros en los principales municipios.
Igual que le lanza a su jauría mediática al alcalde de Culiacán, el gobernador lo coloca entre la espada y la pared a la hora de cumplir compromisos, vía retención de recursos. El tiro de gracia para restarle popularidad a Jesús Valdés vendrá con la desaparición del par vial. Hasta los que estaban en contra se adaptaron ya a este modelo; solo dos familias siguen tercas, más por un tema de clase que de movilidad (mañana desarrollaremos este asunto), y el caos que se avecina para los culiacanenses amenaza con ser la tumba política del carismático alcalde.
Solo el presidente municipal de Mazatlán ha anunciado que, si no lo dejan reelegirse, «las peras se van a poner de a peso». Sabe que el proyecto de Quirino es cederle esa alcaldía al PAN, hasta chamba le dio al que fuera competidor de Pucheta en la reciente elección, Salvador Reynosa, como director general del Invies, a modo de compás de espera.
Del tercer piso salió la orden de talar árboles en el Centro Histórico de Mazatlán para confundir a la opinión pública y hacer aparecer a Pucheta como ecocida, pero este, ni tardo ni perezoso, aclaró la situación muy a su estilo, con una frase que ya se convirtió en un clásico
: «Nomás la mía les gustó» (suponemos que se refería a su plazuela).
Intuye por dónde viene la guerra sucia que le espera para intentar desacreditarlo, pero, amén de que la sociedad mazatleca se distingue por ser cosmopolita y open mind, como dice Pucheta a sus amigos:
«De mí ya todo se sabe; en cambio, lo que yo sé de este señor todavía no lo sabe nadie…».
En el Congreso ha mostrado más hombría una mujer, por cierto también mazatleca, que todos los varones: la diputada Maribel Chollet es la única priista que ha alzado la voz contra la inseguridad, llamando a las cosas por su nombre.
Ello en nada le resta su calidad de señora. Porque como decía Lupe Marín (quien fuera esposa de Diego Rivera y de Jorge Cuesta, un personaje en sí misma; muy recomendable su biografía Dos veces ubica, de Elena Poniatowska), cuando la sociedad de los años 20 le criticaba ser divorciada y no tener un hombre que respondiera por ella: «Yo soy más hombre». Más hombre que sus exmaridos y que cualquiera que se le pusiera enfrente.
Sinaloa, por cierto, es pródiga en ejemplos de que la hombría no tiene nada que ver con genitalidad ni con preferencias sexuales, sino con poseer valor, responsabilidad y, muy importante, palabra.
Porque una mujer que no tiene palabra es asunto grave, pero un hombre sin palabra es una catástrofe.
https://www.debate.com.mx/opinion/Los-alcaldes-de-Sinaloa-el-mas-hombre-de-todos-20170530-0442.html