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Los carteles más fuertes en Veracruz

El Piñero

Luis Velázquez Barandal

09 de abril de 2019

ESCALERAS: Durante unas 8 horas, el fin de semana, los sicarios mantuvieron el control de un rancho en el poblado El Laurel, de San Andrés Tuxtla. Dueños del escenario sembraron el terror y el horror.

Al padre, caporal del rancho, de 50 años de edad, y al hijo, de 24 años, los sometieron a la peor barbarie y saña.

Les cortaron las manos. Los decapitaron. Y el domingo 31, en la mañana, tiraron los cadáveres cerca del campo deportivo.

Luego, huyeron.

La policía, claro, investiga el caso. Tened fe y esperanza. Pronto amanecerá y el huracán de la violencia se habrá esfumado. Con trabajo y bienestar para todos repitió AMLO en el norte de Veracruz en su última gira.

 

PASAMANOS: Saña y barbarie como hermanitas gemelas. Secuestrar. Torturar. Cercenar las manos. Decapitar. Tirar los cadáveres en la vía pública.

El peor lado oscuro del corazón humano.

AMLO, el presidente de la república, sueña con volver buena a la gente a tono con su religión cristiana.

Y por eso, y luego de que el curita José Alejandro Solalinde Guerra presentara en sociedad a un Nuevo Niños Dios con la cara del presidente tabasqueño, ahora, con la concesión de una estación televisora a los evangélicos predicarán desde la caja chica (“caja idiota” le llamaba Carlos Monsiváis) los grandes valores cristianos de la vida.

 

CORREDORES: Hace más de dos mil años, Jesucristo lanzó al mundo los Diez Mandamientos de la ley de Dios. Desde entonces, un fracaso con aquello de “no mentir, no robar, no matar, no desear a la mujer de tu prójimo”, etcétera.

Los médiums gobernaron el país con Francisco Ignacio Madero y Plutarco Elías Calles. Ahora, corresponde el turno a los cristianos.

Y allá si Jesús fracasó con AMLO la Cartilla Moral, tan llena de virtudes, significa el advenimiento de un bello día paradisiaco donde todos se amen entre sí.

Nadie, entonces, será secuestrado, desaparecido, cercenado de los pies y manos, arrancados los ojos, asesinado y decapitado.

 

BALCONES: En el caso de Veracruz, el gobernador y los suyos se aplican con la seguridad pública o corren el riesgo de volverse el hazmerreír nacional.

Los malandros, sin embargo, tienen aterrorizada a la población, y de paso, doblada a la autoridad.

Y de ñapa, la Fuerza Civil secuestrando, desapareciendo y ultrajando en forma multitudinaria a una joven en los Llanos de Sotavento.

PASILLOS: Veracruz está en un fuego quíntuple en la espada y la espada.

Uno. Los malandros.

Dos. La policía abusiva.

Tres. La población haciéndose justicia por mano propia, caso Atzompa y el Valle de Uxpanapa con el linchamiento de malosos.

Cuatro. La población desprotegida.

Y cinco. El gobernador y el fiscal en un añejo pleito verdulero y verdulero porque la única razón de sus pasiones desaforadas en la conquista del poder total y absoluto.

La figura de Fernando Gutiérrez Barrios se agiganta, pues los primeros 40 días de su bienio fueron suficientes para pacificar Veracruz.

 

VENTANAS: En su tercer gira local, AMLO escuchó la demanda social de la inseguridad, la incertidumbre y la zozobra.

Y sin duda, y en corto, habrá tomado medidas con el gobierno del estado.

Manotazo discreto. Quizá un ultimátum. Una convocatoria de ponerse a trabajar.

Y es que los carteles y cartelitos, delincuencia organizada y común, siguen calando al gobernador y al titular de la secretaría de Seguridad Pública y al jefe político del gabinete, el secretario General de Gobierno.

El góber y el fiscal, sometidos por los carteles, cuando, caray, debieran estar unidos para tranquilizar a los 8 millones de habitantes.

Entre más divididos sigan uno y el otro… más se fortalecen los carteles.

 

PUERTAS: La ola de violencia se multiplica. Pareciera, por ejemplo, que el gobernador ha definido su política de seguridad con la siguiente estrategia:

Para los carteles… pan.

Y para el Fiscal… palo.

Pan y palo, la fórmula política del siglo pasado.

Y la población, desprotegida.

Un gobernador, sin embargo, es como un presidente de la república en miniatura.

Pero, y por desgracia, el góber de Veracruz ni siquiera llega a los talones de AMLO.

Diríase que MORENA gobierna la tierra jarocha, pero sin la estatura política y social de un AMLO.

 

CERRADURAS: Estamos en la peor miseria humana.

La vieja cultura política de la cortesanía en su dimensión estelar al gobernador.

Igual que la llamada familia revolucionaria del siglo pasado, un gobernador imperial y faraónico, el tlatoani del siglo XXI, a quien todo mundo desparrama incienso a su paso sin que nadie se atreva a reorientar el rumbo de la fallida política de inseguridad por miedo, quizá, a perder la chamba.

Solo falta que el diputado presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXV Legislatura proponga al gobernador a la medalla Belisario Domínguez en el Congreso de la Unión, y en un descuido así como el diputado federal, Gustavo Díaz Ordaz, propuso al presidente Miguel Alemán para el Premio Nobel de la Paz, la locura entre en el titular de la JUCOPO y también lance al góber, digamos, para el Premio Nobel de la Paz.

La JUCOPO bien vale una misa, como París.

PATIO: En la antología del infierno en Veracruz, los malandros cortaron las manos y decapitaron al padre y el hijo de un rancho en el poblado El Laurel, de San Andrés Tuxtla.

Y con todo, ya lo dijo el gobernador reproduciéndose la filosofía política de Javier Duarte:

“Aquí, todo está bien. Pronto vendrán tiempos bonitos. Muy bonitos. Lo bonito de lo bonito”.

Solo él y los suyos se creen sus dichos insulsos y frívolos.

Y entre más lo repita, más descarrila la confianza ciudadana en su persona.

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