•“Se tragó la tierra” al grupo de 19 personas; en su mayoría jóvenes y hasta una mujer de 75 años
•Desencanto y miedo a las autoridades; familiares mantienen la esperanza de ver a sus hijos
Antonio Osorio blog.expediente.mx Para El Piñero de la Cuenca
Atoyac, Ver.- Un misterio es el que sigue rodeando el caso de 19 personas desaparecidas, tras haber sido “levantadas” por policías, en la localidad Potrero Nuevo, y otras 6 en Córdoba, quienes este jueves 2 de agosto cumplieron cinco años de no estar con sus seres queridos.
Cinco años que han sido la peor pesadilla para sus familias, cinco años de incertidumbre, de llanto, de tristeza, pero también de reclamo hacia las autoridades.
Ni el paso del tiempo, ni la lucha de los Colectivos de Búsqueda,
ni el exgobernador Javier Duarte de Ochoa, y su exfiscal Luis Ángel Bravo Contreras -hoy preso en el penal de Pacho Viejo por presunta desaparición forzada-, ni el actual gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, con su fiscal Jorge Wínckler Ortiz, han logrado mitigar el dolor de las familias de los desaparecidos, a quienes literalmente “se los tragó la tierra”.
Enmedio de la desgracia y la incertidumbre, sólo un milagro podría traer a sus seres queridos de regreso, un deseo que abrigan a cada amanecer y en cada noche.
Este 2 de agosto se cumplieron cinco años de la desaparición más grande de personas de la que se tenga conocimiento en los últimos años, a manos de la Fuerza Pública en la entidad.
Aún cuando las autoridades han llevado a prisión a una veintena de exelementos y exmandos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), los afectados siguen igual, sin saber lo que pasó con sus desaparecidos.
Tampoco tuvo éxito la recompensa de hasta 250 mil pesos que la Fiscalía General del Estado ofreció por información que permitiera ubicar pistas de las víctimas, cuyas fotografías fueron exhibidas en la lista oficial de personas desaparecidas del gobierno estatal en el duartismo.
El 30 de abril del año pasado, fue capturado el ex delegado del Mando Único en Córdoba, Alfonso Zenteno Pérez, conocido como “El Comandante Tritón”, a quien se le atribuyeron las desapariciones, en venganza por un atentado que sufrió meses antes. Sin embargo, esto en nada ayudó al dolor que siguen padeciendo las familias porque no se les ha informado nada sobre las investigaciones.
Desde el anonimato, algunos familiares lloran al recordar a sus hijos, hermanos o nietos, quienes hoy forman parte de los miles de desaparecidos en Veracruz.
Son cinco años de dolor, de incertidumbre, pero también de miedo, de rabia y de constante lucha hasta con las autoridades, quienes se escudan en la criminalizacion de las víctimas o se burlan del dolor ajeno, justificando que ninguna prisa debe motivar a los familiares, “si de por sí los desaparecidos, desaparecidos están”, según el Fiscal de Atención a Víctimas de Desaparición, Luis Eduardo Coronel.
Hace tres años, algunos afectados promovieron amparos para sus hijos extraviados, a fin de poder entrar a varios reclusorios del país, para tartar de hallarlos, pero nada lograron.
Otros, se unieron a grupos, como el Colectivo Solecito, donde han participado en marchas, eventos y jornadas de búsqueda apoyados por afectados de otros estados.
Pero la mayoría poco a poco fueron desistiendo de la búsqueda, ante su imposibilidad para viajar; a otros, no les quedó más remedio que esperar a que ocurra un milagro y sueñan con que algún día sus hijos sean liberados si es que estuvieran, por ejemplo, en alguna cárcel.
Los afectados acusan que de las autoridades que iniciaron las denuncias en Paso del Macho, Atoyac y Córdoba, ninguna ha logrado aclarar los casos; aunado a eso, los familiares también fueron amenazados para dejar de insistir en el seguimiento de las investigaciones.
Las madres de los desaparecidos, se quejaron también en su momento de que en el sexenio del exgobernador, Javier Duarte de Ochoa, siempre pidieron hablar con él, porque sabían que él tenía información valiosa, pero las mismas autoridades les negaron el diálogo.
Por añadidura, en los últimos años, las familias ya no se reúnen con frecuencia para analizar el problema, como lo hacían en sus inicios, cuando incluso recibían el apoyo espiritual del obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal.
Enmedio de las adversidades, los afectados continúan cobijados por los colectivos de búsqueda de desaparecidos de Córdoba y Orizaba, que no los dejan solos, según dieron a conocer las voceras, Aracely Salcedo Jiménez y Marcela Zurita Rosas.
“A mis mamás de Potrero no les gusta hacerlo público, es algo doloroso para ellas y lo viven en oración, todas tienen fe y esperanza en qué volverán sus hijos, madres, hermanos. Ellas lo viven trabajando, andamos en búsqueda y así viven su dolor, es terapia para nosotros trabajar en el dolor de otras madres, nos ayuda a sobrevivir”, afirmó Zurita Rosas.
“EL 2 DE AGOSTO NO SE OLVIDA”
La tarde del 2 de agosto del año 2013, al menos 19 familias de la Villa General Miguel Alemán, mejor conocida como Potrero Nuevo, fueron privadas de la libertad por policías de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), quienes iban en patrullas con los números cubiertos, para que no fueran identificados.
En el grupo que desapareció había jovencitos de 14 a 17 años; una anciana de 75 años, así como una mujer de 46 años y su hija, de 20, que además estaba embarazada, y era esposa de un policía municipal, que en sus días de descanso también la buscaba, pidiendo ayuda hasta de los reporteros que cubrían la información policíaca.
Ese uniformado incluso le mandó a hacer una misa a su pareja, pero hoy, al igual que el resto de los afectados, su vida cambió por la ausencia de su esposa, aunque él rehizo su vida y se volvió a casar.
De acuerdo con las historias que oportunamente se conocieron, varios testigos se dieron cuenta cuando los policías detuvieron a las víctimas.
En una de las detenciones, una joven que vio cuando los elementos sometían a su hermano, quiso correr a pedir ayuda a otros familiares, pero nada pudo hacer porque fue amenazada y encañonada con armas largas por un policía, para que se “largara”, a pesar de que llevaba a su bebé en brazos.
Ese día, hombres y mujeres fueron apresados por los elementos y subidos a las patrullas, para después ser llevados con dirección al camino que va al municipio de Cuitláhuac, por el rumbo del exbasurero de Atoyac.
De inmediato, los familiares acudieron al Mando Único de Córdoba y a la VII delegación de Seguridad Pública de Fortín, donde les informaron que no tenían detenidas a las personas que buscaban y que los números de patrullas no pertenecían a esta zona, aun cuando entre las unidades señaladas había unas cuya numeración empezaba con 21, correspondiente a la delegación del Mando Único en Córdoba.
Por la noche, los familiares de los jóvenes y adultos que habían sido “levantados” empezaron la búsqueda, e inútilmente reportaron lo sucedido ante la Policía Municipal; luego acudieron a denunciar las desapariciones ante el Ministerio Público de Paso del Macho, donde les indicaron que tenían que esperar a que transcurrieran 72 horas y si no aparecían sus familiares, entonces les recibirían las querellas.
Por la gravedad del caso, los afectados llegaron a la entonces Subprocuraduría Regional de Justicia de Córdoba, donde dieron a conocer que entre los desaparecidos estaban los hermanos Margarito y Juan Carlos Martínez Peña, de 18 y 14 años; Carmen Arias, de 75 años, y su nieta Inés Sánchez Arias, de 35; Blanca Paula Gutiérrez Torres, de 46 años, y su hija María Isabel Mirón Gutiérrez, de 23, quien estaba embarazada.
Asimismo, Eduardo Alberto Ramos Tecalco, de 28 años, vecino de la unidad habitacional Sección 23; Ricardo Illescas Ramírez y Emma Guadalupe Pérez Arroyo, ambos de 25 años; Jairo Manuel Flores Donado, de 30 años; los menores Diego Jair Valerio García y Marco Antonio Fernández Flores, de 17 y 16 años.
EL HECHO QUE CAMBIÓ LA VIDA DE LAS FAMILIAS
Aunque el grupo de familiares de las personas desaparecidas han dejado de reunirse, en el pueblo algunos todavía les mandan a hacer su misa, según refiere un grupo de vecinos.
“Ya no nos reuníamos, ¿para qué?, nadie nos informa nada, lo que sí hacen algunas mujeres es que cada determinado tiempo mandan a hacer misas para sus familiares”, sostuvo una afectada.
El primer año, un expolicía municipal, esposo de María Isabel Mirón Gutiérrez, la mujer embarazada, que vivía en la avenida 12 de Octubre, de la colonia Buenos Aires, mandó a hacer una misa, en memoria de su mujer y su suegra, con la esperanza de que fueran encontradas.
El hombre dijo que el día de su desaparición, María Isabel vestía un pantalón de mezclilla deslavado, y una blusa negra de mangas, con un moño rojo en el hombro izquierdo. “No sean malos, por ahí si llegan a saber de alguna persona accidentada o fallecida, por favor me avisan”, indicó en esa ocasión a los reporteros.
Tras la espera y no tener noticias de su esposa, el expolicía decidió volver a casarse para rehacer su vida.
Desde que ocurrieron las desapariciones forzadas, las familias empezaron a realizar movilizaciones ante las autoridades, con pancartas en las que acusaban a los elementos de Seguridad Pública de haberse llevado a sus familiares. “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”, era las consignas que lanzaban hombres, mujeres y hasta niños.
Desesperados por el paso de los días sin saber nada de sus hijos, los afectados se buscaron en cañales, fincas, cerros, barrancos, ríos y carreteras, en medio del sol, tratando de encontrar pistas.
A pesar del tiempo, algunas familias todavía mantienen las esperanzas de volver a ver a sus seres queridos, ya que piensan que pudieran estar presos en alguna cárcel, o en otra ciudad trabajando de manera ilícita y bajo amenazas.
“Yo sigo pensando que mi hijo está en algún lugar, siento que pronto va a regresar; hago oraciones donde le pido a Dios que le diga que nosotros estamos bien”, exclamó la madre de uno de los jóvenes desaparecidos.
Con tristeza, Jovita recordó que su hijo ya tenía 11 años trabajando como supervisor en la compañía “Forma Vitrum”, ubicada en el kilómetro 9 de la carretera federal Córdoba-Veracruz, en la localidad Venta Parada, del municipio de Amatlán de los Reyes.
Aquel 2 de agosto, Jairo Manuel Flores Donado salió del turno por la tarde y se dirigió a su casa, en Potrero Nuevo, pero cuando llegó a la colonia Mercado Viejo pasó a tomarse unas cervezas a la cantina denominada “La Potra Zaina”, donde fue detenido por policías.
Un vecino le avisó a su hermana, quien con su bebé en brazos acudió al bar para ver lo que pasaba. Ella quiso intervenir, pero fue encañonada y, con mentadas de madre, obligada a retirarse.
Desde ese día, ya nada supieron de Jairo, y después sólo apareció su tarjeta del banco cerca del basurero de Mata Larga. Ahí también fue encontrado el zapato de uno de los hermanos Martínez Peña, “levantados” cuando se dirigían a un campo deportivo a jugar fútbol, junto con otro menor que logró escapar y dio aviso.
Testigos señalaron como responsables de la desaparición forzada a los policías de las patrullas 1420, 1154, 0812, 0085, y otras que llevaban cubierta la parte de los números.
Hilario Pérez Sol, obrero del ingenio “Central El Potrero” y tío de Emma Guadalupe Pérez Arroyo, denunció en esa ocasión ante la prensa, que “fueron10 patrullas de la Policía Estatal las que levantaron a mi sobrina cerca del corralón de caña, estaba esperando el camión en el camino que va a Cuitláhuac, cuando llegaron los elementos y la levantaron, no sabemos los motivos, eso fue a las 6 de la tarde del día 2 de agosto”.
EN CÓRDOBA HUBO OTRAS VÍCTIMAS
La madrugada de ese mismo día, otras 6 personas desaparecieron en Córdoba.
Entre ellas estaban dos jóvenes que habían sido sacados de un bar ubicado en el bulevar Córdoba-Fortín, donde incluso la novia de uno de ellos fue obligada a meterse al baño y desnudarse.
Mónica García, madre del desaparecido Diego Yair Valerio García, junto con la joven que fue agredida, presentaron las denuncias en la agencia Séptima del Ministerio Público.
LA CAPTURA DEL EXCOMANDANTE “TRITÓN” NO SIRVIÓ DE NADA
El excomandante del Mando Único en Córdoba, Alfonso Zenteno Pérez, conocido como “Comandante Tritón” fue detenido el 30 de abril del año 2017 en Ángel R. Cabada, por agentes de la Policía Ministerial.
Identificado con las iniciales A.Z.P., de 42 años, el exmando policial fue denunciado por haber abusado de un menor de edad, en la localidad de Tapalapan, perteneciente al municipio de Santiago Tuxtla, según la causa penal 10/2017.
A él se le atribuyeron las desapariciones de Potrero Nuevo.
Investigaciones arrojaron que la tarde del 2 de agosto del 2013, policías de Seguridad Pública adscritos al Mando Único de Córdoba, encabezados por Zenteno Pérez, llegaron a Potrero Nuevo, donde detuvieron a 19 personas, entre jóvenes, mujeres y hasta una anciana de 75 años, propietaria del bar denominado “La Potra Zaina”.
El excomandante Zenteno fue acusado oficialmente de la desaparición forzada de al menos cuatro personas de esa localidad.
No obstante, al ser intervenido, presentó un amparo contra ese delito, alegando que no estaba contemplado dentro de los ilícitos que ameritaban cárcel.
Sin embargo, ante la “ola” de protestas de los Colectivos de Búsqueda de Desaparecidos, se le negó la protección de la Justicia Federal y las autoridades judiciales determinaron dejarlo en prisión, sujeto a proceso por el juez de Control del Distrito Judicial de Córdoba, pero fue cambiado del reclusorio de “La Toma” al de Pacho Viejo, por motivos de seguridad.
Zenteno Pérez había sido condecorado como “Policía del Año” en el 2015, por el entonces secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.
MONTAN EN ORIZABA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA DE DESAPARECIDOS
“Una madre nunca olvida” fue el título de la exposición fotográfica que esté jueves fue presentada en el Teatro de La Llave, frente al parque Castillo en Orizaba, y que coincidió con los cinco años de la desaparición de 25 personas en la región de Córdoba.
Enmedio de la exposición, fue colocado un cartel donde se detalla el calvario que hoy viven cientos o tal vez miles de familias en Veracruz por los desaparecidos.
En cartel se puede leer lo siguiente:
“Una madre nunca olvida: La desaparición de personas en el estado de Veracruz es una aterradora realidad que viven cientos de familias, un problema que ha rebasado a las autoridades y que parece no tener fin”.
“En este contexto, la búsqueda que han emprendido las madres de los desaparecidos, es una luz en el camino que ellas mismas han creado, y así como permanecen abiertas las investigaciones, permanece también la esperanza de encontrarlos”.
“Una madre nunca olvida es un trabajo del fotógrafo Daniel Gm, junto con el Colectivo de Familias de Búsqueda de Desaparecidos Córdoba-Orizaba, en el que se muestra el dolor de esas mujeres incansables, por la ausencia de sus hijos, hermanos y esposos, así como se muestra de igual forma, a través de 27 fotografías, la confianza y la fe de que todos aquellos que hoy no están regresen a sus hogares, en donde siempre se les espera”.