Luis Velázquez | Escenarios
17 de abril de 2021
UNO. Un ejército inverosímil
El mayor ejército jamás conocido por el hombre en tiempo de paz ataca Veracruz todos los días y noches.
Es el ejército invisible pero presente de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malandros y malosos.
Pero también es el ejército de los halcones y los narcopolíticos y narcopolicías y hasta narcomujeres.
Y el ejército de la delincuencia común, los ladrones de casas, los rateros de comercio, los asaltantes de coches y de personas, incluso, de amas de casa saliendo del mercado y la plaza comercial con la despensa.
DOS. Ejército de narcopolíticos
Es un ejército que debutó en Veracruz en el sexenio de Patricio Chirinos Calero, hace unos 27 años, y desde entonces, se fue multiplicando como los peces y los panes, los ácaros y la humedad.
Ahora, y como dijera el experto Renato Sales en el Peñismo, en Veracruz operan “casi todos los carteles”.
Un ejército de sicarios y malandros que llegaron de Tamaulipas, allí donde en el siglo pasado florecieron par de gobernadores como fueron Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, y uno más, el panista Francisco Javier Domínguez Cabeza de Vaca, acusado por la 4T.
TRES. Poder maligno
Es un ejército poderoso. Muy poderoso.
Por ejemplo: a cada rato, la autoridad festina boletines anunciando la captura de “una banda peligrosa”.
Incluso, la detención de narcojefes de plazas.
Y vaya paradoja, si es así, en automático y en la escalera del poder maligno aparecen los nuevos jefes sin causar ningún descalabro, como si en automático se reprodujeran germinando en tierra fértil.
Más todavía:
Es un ejército, primero, que pareciera incalculable con más, mucho mayores reservas humanas que las corporaciones policías.
Segundo, mejor equipados y quizá hasta mejor entrenados.
CUATRO. El acelerador hasta el fondo
Y tercero, y lo que resulta inverosímil, un ejército dispuesto, más que a matar, a morir en la trinchera, en el frente de batalla, en el fuego cruzado, porque, en efecto, todos saben que tarde o temprano se les llegará su hora.
Pero mientras, claro, la usufructúan. Y cada día y noche la viven y disfrutan con el acelerador metido hasta el fondo y con bidones de gasolina para seguir implacables en su lucha fatídica.
CINCO. Lado oscuro de la vida
Por eso mismo, Veracruz huele a pólvora y a sangre.
Y desde el cielo llueve fuego.
Y Veracruz está convertido en un fosario, donde “hay más fosas clandestinas que municipios” con gente secuestrada, desaparecida, asesinada y sepultada en las horas de la noche o del día para hacer perder la pista.
El peor lado oscuro de la vida. El tiradero de cadáveres y de impunidad. El Veracruz feminicida. Aquí, donde la saña y la barbarie, la crueldad y la rudeza, se han conjuntado y hasta carta de adopción tienen ya.
SEIS. Lucha entre el bien y el mal
La lucha milenaria, histórica, legendaria entre el bien y el mal. Los buenos contra los malos.
Incluso, parecieran que se trata de batallas perdidas porque con todo y corporaciones policiacas, Fuerza Civil, Guardia Nacional, militares y marinos, etcétera, este poderoso ejército de malandros continúa dueño de las pelotas y las canicas.
Lo peor, sin concesionar un respiro a la población civil.
Y es que los negocios son muy productivos. Las drogas, el huachicoleo, la migración, el secuestro, la desaparición, la extorsión, la prostitución, los narcopolicías, los narcopolíticos, el cobro del derecho de piso, etcétera, significan ingresos millonarios cada mes.
Ninguna esperanza social, ningún indicio, ninguna lucecita alumbrando el largo y extenuante túnel del desencanto.