Por: Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Cuenca del Papaloapan. — En la atmósfera de San Miguel Soyaltepec, el viento corre libre y fresco gracias a las aguas de la presa Miguel Alemán, como si llevara consigo la esperanza de un pueblo que, durante años, ha sido testigo de la transformación lenta pero decidida.
Y en el epicentro de esta metamorfosis se encuentran dos figuras que no solo han comprendido su historia, sino que la han abrazado con el fervor propio de los que nacen de la tierra y vuelven a ella con cada paso: Toño y Mary Gómez. Hermanos de sangre, sí, pero más que eso, cómplices de un ideal que trasciende lo familiar para tocar las fibras más profundas de una comunidad ansiosa por un futuro mejor.
Toño, quien prefiere la reflexión pausada, mientras Mary, siempre un paso adelante, navega las corrientes políticas con la firmeza de quien sabe que su lucha es por algo más grande que ella misma.
Hoy, las redes sociales fueron testigo de una catarsis pública. En un gesto de agradecimiento y humildad, Toño alzó la voz para reconocer a esa hermana que no solo ha sido su compañera de lucha, sino también el corazón de un movimiento social que respira amor por el pueblo mazateco.
“Gracias por tus enseñanzas,” escribió Toño, en una prosa tan desnuda como emotiva, como si las palabras no fueran suficientes para abarcar la magnitud del agradecimiento que sentía. “Por tus consejos y por saber que contamos con una mujer que lucha todos los días… por los suyos y por los hermanos de los pueblos indígenas.” Aquí, la transformación que ellos buscan no es un eslogan político ni un simple cambio de administración. No. Es algo mucho más visceral, un movimiento de alma que se forja día a día, en cada acción y en cada gesto de amor hacia su gente.
Mary, la contadora, la mujer de números, pero también de sueños, ha enseñado con su ejemplo que ayudar no es solo un deber. Es una virtud, una especie de compromiso sagrado que trasciende las barreras de lo cotidiano para instalarse en el corazón de la Cuarta Transformación que ambos impulsan.
“Nuestro movimiento no es político, sino de amor”, concluye Toño en una frase que va más allá de lo digital, más allá de las pantallas. Es el eco de una verdad que, en estos tiempos convulsos, sigue siendo la más radical de todas las ideas: que el cambio real solo puede venir del amor profundo y sincero por el lugar que te vio nacer.