Por: Sarah Romero
México.- Los huesos hablan; lo hacen tanto con el cerebro como con el resto de órganos de nuestro cuerpo.
Además de proporcionar apoyo estructural a nuestro cuerpo, nuestros huesos también hablan. Producen hormonas que hablan con otros órganos y tejidos, incluyendo el cerebro, los riñones y el páncreas, según ha demostrado un experimento con ratones.
Al menos tres hormonas óseas actúan como mensajeras, según estudios recientes, y podría haber más. Los científicos apenas han empezado a descifrar lo que significa este tipo de mensajería para la salud, pero la catalogación e investigación de estas hormonas nos ayudará a comprender mejor cómo el cuerpo regula el azúcar, la energía y la grasa, entre otras cosas.
De la lista de hormonas mensajeras de los huesos,
osteocalcina, esclerostina y lipocalina 2, esta última llama especialmente la atención. Esta hormona secretada por las células óseas puede suprimir el apetito, según determinó un estudio del Centro Médico de la Universidad de Columbia (EE. UU.) y publicado en la revista Nature.
Los científicos pensaban que las células de grasa eran las responsables de la producción de lipocalina 2, o LCN2. pero en los ratones vieron que los huesos producían hasta 10 veces más de esta hormona que las células de grasa, sobre todo, después de una comida. “Es un nuevo papel para el hueso como un órgano endocrino”, afirma Stavroula Kousteni, líder de dicho estudio.
Los huesos se reinventan constantemente a través de la remodelación intensiva de energía. Las células conocidas como
osteoblastos (células del hueso encargadas de sintetizar la matriz ósea) producen hueso nuevo; otras células, los osteoclastos, destruyen hueso viejo. Con este cambio, “el esqueleto debe tener un mecanismo de ajuste muy delicado que permita que todo el cuerpo esté en sincronía con lo que está sucediendo a nivel del esqueleto”, comenta Clifford Rosen, del Center for Molecular Medicine en Scarborough (Reino Unido). Y es que los osteoblastos y los osteoclastos envían hormonas para cumplir sus órdenes.
Los datos más recientes sobre roedores indican que la osteocalcina puede desempeñar un papel clave en el metabolismo energético. Después de una inyección de la hormona, los ratones más mayores podían correr igual de lejos que los jóvenes. Los ratones viejos que no recibieron un aumento de osteocalcina corrieron alrededor de la mitad de distancia, según otro trabajo de los mismos investigadores publicado en Cell Metabolism. A medida que la hormona aumenta la resistencia, ayuda a los músculos a absorber más nutrientes. A cambio, los músculos se comunican con los huesos, diciéndoles que produzcan más osteocalcina.
Aún queda mucho por investigar, pero está claro que, en los últimos años, los estudios han demostrado que el hueso es un órgano endocrino y produce hormonas que afectan al desarrollo del cerebro, el equilibrio de la glucosa, la función renal y la fertilidad masculina. ¿Con qué nuevos enfoques nos sorprenderá nuestro esqueleto?
“La era del hueso como espectador silencioso ha terminado”, sentencia Rosen.
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