Luis Velázquez/ Barandal
15 de marzo de 2018
ESCALERAS: El viernes 19 de enero, en Agua Dulce, un adolescente de 13 años de edad fue asesinado.
Otro más, de 17 años, fue baleado, y cuando cayó al suelo se fingió muerto y sobrevivió.
La tragedia sucedió en un camino vecinal que lleva al rancho “La granja”, en la colonia Díaz Ordaz.
Unos sicarios los atacaron a balazos. Uno perdió la vida en el lugar de la desgracia. El otro, fue trasladado al hospital comunitario de Coatzacoalcos, en estado de gravedad.
Según declarara el sobreviviente caminaban en una calle de la colonia. Y de pronto, los malandros los interceptaron.
Intentaron huir. Las balas fueron más rápidas.
Ese mismo día fueron ejecutadas cinco personas más en Veracruz. Amatlán y Pánuco se tiñeron de sangre. La sangre que borbotea en el territorio jarocho.
Pero desde entonces, hace casi dos meses, el asesinato del chico de 13 años en Agua Dulce está olvidado.
Ya nadie se acuerda, ni tampoco, claro, desea acordarse, pues, decía Agustín Acosta Lagunes, “ni modo, la violencia es inevitable”.
Ninguna palabra del secretario de Seguridad Pública.
Tampoco, del Fiscal.
Menos, de los diputados locales y federales del distrito.
Menos, del cuarteto de candidatos a gobernador, pues la incertidumbre y la zozobra son asuntos ríspidos y rasposos.
Menos, del trío de Troncos candidato a una curul federal y local. Renato Tronco, su hermano y su sobrina. Los tres por el PAN.
PASAMANOS: Los días, las semanas y los meses son huracanados. Lo ha expresado el arzobispo de Xalapa en la homilía dominical: “Todos los días hay ejecuciones”.
Por ejemplo, la Premio Estatal de la Mujer, la activista María López De la Rica, cuantificó el número de mujeres asesinadas en la yunicidad (251, dijo), y luego del día siguiente ya nadie se acordaba.
En Coatzacoalcos fueron asesinados cuatro niños y sus padres y al día siguiente, una tragedia más enlutó otro hogar y el crimen ya estaba olvidado.
Un feminicidio hace olvidar al anterior y pasado un ratito, nadie se acuerda.
Dos niños fueron asesinados en Córdoba, una en una plaza comercial, y ya fue olvidado, tanto en las oficinas públicas como en los medios.
Los reporteros, decía Ryzard Kapuscinky, somos como perros de cacería, que cuando sucede un hecho social más relevante dejamos el anterior y salimos corriendo atrás del nuevo suceso.
El niño de 13 años de edad fue asesinado “con alevosía, ventaja y premeditación”, hace apenas, apenitas dos meses y sólo la familia lo recuerda.
La vida es así, dice un personaje novelesco de Carlos Fuentes Macías, “¡y qué le vamos a hacer!”.
Todo, sin embargo, queda y se va acumulando en el subsuelo de la conciencia social, y un día, ni hablar, emerge, como el famoso topo de Carlos Marx que vivía pendiente de las horas del día y de la noche para aparecer en la superficie de la política.
CASCAJO: Andrés Gide decía que todo estaba dicho, pero como nadie hace caso, entonces, ha de repetirse una y otra y otra y otra ocasión.
El politólogo Ramón Benítez dice que a todo puede acostumbrarse el ser humano, menos a tres cositas: ni a comer cuando está en libertad ni a consumir droga cuando está preso en una cárcel.
Pero tampoco la persona se habitúa a vivir atrapada y sin salida en la incertidumbre, la zozobra y la inseguridad.
Por ejemplo, resulta inverosímil que con todo y “el gobierno del cambio” y las dos Alertas de Género y las ONG de Colectivos reclamando el paraíso terrenal que fue Veracruz, 251 mujeres hayan sido asesinadas en los últimos catorce meses.
Y lo peor entre lo peor, que ninguna respuesta del gabinete policiaco y político ofrezca una respuesta satisfactoria, convincente.
Tampoco, oh desencanto social, se han ocupado del asunto los cuatro candidatos a gobernador, Miriam Judith González Sheridan, Cuitláhuac García Jiménez, Miguel Ángel Yunes Márquez y Pepe Yunes Zorrilla.
Menos, mucho menos, se ocuparían del niño de 13 años asesinado en Agua Dulce.
En todo caso, “son daños colaterales” de la guerra del gobierno y los narcos diría Felipe Calderón Hinojosa y que decía George W. Bush, presidente de Estados Unidos, de la guerra en el Medio Oriente.
Y todos, como si nada.
RODAPIÉ: Veracruz sigue volviéndose un largo y extenso y gigantesco cementerio.
Todavía sigue inculpándose a Javier Duarte de los males de la caja de Pandora, y cuando se puede un calambrito a Fidel Herrera Beltrán.
Pero quince meses después, ya nadie cree en “la lavada de manos y de cerebros”, pues cada gobernador ha de asumir sus aciertos y desaciertos.
Sólo ha faltado continuar satanizando a las víctimas y decir, por ejemplo, que el adolescente de 13 años de Agua Dulce era, digamos, un halcón al servicio de la conjura internacional en contra del gobernador Yunes.
Y/o en todo caso, que era un enviado telúrico, un tigre, de AMLO para provocar a la yunicidad, como los profesores de Chiapas, Oaxaca y Veracruz aglutinados en Xalapa el sábado diez de febrero para desestabilizar al gobierno azul.