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Los once hechos que debes saber sobre la fortuna de Trump

El Piñero

Russ Buettner, Susanne Craig y David Barstow

EEUU.- Donald Trump construyó un imperio de negocios y ganó la presidencia de Estados Unidos al proclamar que es una persona que logró convertirse en multimillonaria gracias a su propio esfuerzo, y ha insistido desde hace tiempo en que su padre, el legendario constructor neoyorquino Fred Trump, prácticamente no le dio ninguna ayuda financiera. “Construí lo que construí por mí mismo”, ha dicho el presidente en repetidas ocasiones.

No obstante, una investigación realizada por The New York Times ha revelado que Donald Trump recibió el equivalente actual a por lo menos 413 millones de dólares del imperio inmobiliario de su padre. Además, gran parte de ese dinero llegó a Donald Trump a través de estrategias fiscales dudosas en las que participó durante la década de los noventa, incluidos casos de fraude evidente, según descubrió The New York Times.

En total, los padres del presidente transfirieron más de 1000 millones de dólares a sus hijos, lo que les hubiera obligado a pagar impuestos de al menos 550 millones debido a la tasa del 55 por ciento en donaciones y herencias que estaba en vigor en ese momento. Ayudados por una variedad de esquemas fiscales, los Trump pagaron 52,2 millones, es decir, alrededor del 5 por ciento, según muestran sus declaraciones de impuestos.

El presidente declinó durante varias semanas las solicitudes para este artículo.

Un abogado de Trump, Charles J. Harder, ofreció una declaración por escrito. “No hubo fraude o evasión de impuestos de parte de nadie. Los hechos en los que The New York Times basa sus acusaciones falsas son extremadamente imprecisos”, dijo. “El presidente Trump casi no tuvo involucramiento con estos asuntos”, continuó, y dijo que el presidente había delegado esas tareas a parientes y profesionales tributarios. “Los asuntos fueron manejados por otros miembros de la familia Trump que no eran expertos y, por lo tanto, dependieron por completo de los antes mencionados profesionales certificados para asegurarse de que se cumpliera absolutamente con la ley”.

En un comunicado de la familia Trump, el hermano del presidente, Robert Trump, dijo: “Todas las declaraciones de impuestos apropiadas por donaciones e impuestos estatales fueron presentadas y los impuestos requeridos fueron pagados”.

Desde que Donald Trump rechazó por primera vez dar a conocer sus declaraciones de impuesto sobre la renta, su campaña y después su presidencia han estado llenas de cuestionamientos sobre la extensión y las fuentes de su fortuna, preguntas que solo se han intensificado con la investigación por la trama rusa. Este nuevo trabajo periodístico de The New York Times revela poco sobre sus recientes tratos de negocios. Pero la investigación —basada en un vasto acervo de declaraciones de impuestos confidenciales y registros financieros, y las más de trece mil palabras de uno los artículos de investigación más largos publicados en The New York Times— ofrece el primer examen completo de la fortuna heredada y de los esquemas fiscales que le garantizaron a Trump una vida rodeada de lujos.

Estos son algunos de los puntos principales de la investigación:

La línea entre evitar pagar impuestos de manera legal y la evasión fiscal ilegal es a menudo borrosa, y abundan los trucos astutos para evitar pagar impuestos que han sido aceptados por las cortes o el propio Servicio de Impuestos Internos (IRS); los estadounidenses más acaudalados en escasas ocasiones pagan algo cercano a la carga tributaria completa. Las maniobras fiscales de los Trump recibieron poca resistencia por parte del IRS, descubrió The New York Times.

No obstante, expertos fiscales informados sobre los hallazgos del Times dijeron que parece que los Trump hicieron más que aprovechar lagunas legales. Dijeron que la conducta descrita aquí representaba un patrón de engaño y ofuscación que repetidamente evitó que el IRS gravara grandes transferencias de riqueza de Fred Trump a sus hijos.

En la versión de Donald Trump de cómo se convirtió en millonario, él fue el maestro de la negociación que se liberó de la operación inmobiliaria “diminuta” de su padre en Brooklyn y Queens y construyó un imperio de 10.000 millones de dólares que estamparía el apellido Trump en hoteles, rascacielos, casinos y campos de golf en todo el mundo.

No obstante, la investigación de The New York Times aclara que en cada etapa de la vida de Trump, sus finanzas están intrínsecamente entrelazadas con, y dependen de, la riqueza de su padre. A los tres años ganaba el equivalente actual a 200.000 dólares al año del imperio de su padre. Era millonario a los ocho años. En sus 40 y 50, recibía más de 5 millones de dólares al año.

Había un patrón claro en esta generosidad: cuando su hijo comenzaba nuevos y costosos proyectos, Fred Trump incrementaba su ayuda. A finales de los años setenta, cuando Donald Trump llegó a los relucientes vecindarios de Manhattan —al convertir el viejo Hotel Commodore cerca de Grand Central Terminal en un Grand Hyatt— su padre pidió numerosos préstamos. Cuando hizo sus primeras incursiones en los casinos de Atlantic City unos años después, su padre creó un plan para incrementar súbitamente el flujo de asistencia.

En los libros y programas de televisión de Trump y en la campaña, una figura central de su mitología ha sido esa: a medida que comenzó a construir su propio imperio, la única ayuda financiera que obtuvo de parte de su padre fue un préstamo de un millón de dólares. No solo eso: “Le tuve que pagar con intereses”, ha dicho el actual presidente.

De hecho, The New York Times descubrió que Fred Trump le prestó a su hijo por lo menos 60,7 millones, que equivalen hoy a 140 millones. La gran mayoría de ese dinero nunca fue pagado, según muestran los registros.

Conforme la década de los ochenta terminaba, las apuestas más grandes de Donald Trump comenzaron a reventar —Trump Shuttle (una aerolínea), el Hotel Plaza, los casinos de Atlantic City—. Sin embargo, mientras él naufragaba de un desastre financiero a otro, las sociedades y las compañías familiares incrementaron dramáticamente sus pagos.

Entre 1989 y 1992, cuatro de las entidades que Fred Trump creó le pagaron a su hijo el equivalente actual a 8,3 millones de dólares. Y cuando Donald Trump suplicó a banqueros para obtener una línea de crédito de emergencia, usó como garantía la participación de acciones que su padre le había dado en un grupo de edificios de apartamentos.

Los registros fiscales también revelan que en el momento más difícil de los problemas financieros de Trump, en 1990, su padre sacó una cantidad extraordinaria —casi 50 millones de dólares— de su imperio. Aunque The New York Times no pudo encontrar evidencia de que Fred Trump realizó algún pago significativo de la deuda, donaciones benéficas o gastos personales, hay indicios de que deseaba tener mucho efectivo a la mano para rescatar a su hijo si era necesario.

Eso fue lo que sucedió en el Trump’s Castle cuando un pago de bonos de 18,4 millones vencía en diciembre de 1990. Fred Trump envió a un contador confiable a Atlantic City con cheques para comprar 3,5 millones en fichas de casino sin hacer apuesta alguna. Con esta estrategia —un préstamo ilegal ante las leyes de apuesta de Nueva Jersey, que resultó en una penalización civil de 65.000 dólares—, Donald Trump evitó caer en impago de sus bonos por un estrecho margen.

Para 1987, la deuda de Donald Trump por los préstamos de su padre había crecido a por lo menos 11 millones. Si Fred Trump simplemente se hubiera olvidado de la deuda, su hijo hubiera debido millones en impuesto sobre la renta. Ellos encontraron otra solución —una que aparentemente constituye tanto una donación multimillonaria no reportada y una deducción de impuestos ilegal—.

Ese diciembre, muestran los registros, Fred Trump gastó 15,5 millones para comprar el equivalente al 7,5 por ciento de las acciones de Trump Palace, la torre de condominios de su hijo en el Upper East Side de Manhattan. Cuatro años después, según las declaraciones de impuestos y los registros financieros, Fred Trump vendió esas acciones por solo 10.000 dólares. El comprador, indican otros documentos, fue su hijo.

De acuerdo con expertos fiscales, con las exitosas ventas de los condominios de Trump Palace, vender acciones con valor de 15,5 millones a tu hijo por una pequeña porción del valor constituye una donación multimillonaria bajo las reglas del IRS. Sin embargo, las declaraciones de impuestos de Fred Trump no muestran tal donación a Donald Trump. Lo que sí revelan es que usó la transacción para declarar una enorme deducción. Eso aparentemente viola la ley de impuestos federal que prohíbe deducir cualquier pérdida proveniente de la venta o intercambio de propiedades entre familiares.

En total, Fred Trump evitó pagar alrededor de 8 millones en impuestos por la donación y 5 millones en impuesto sobre la renta por la transacción.

En total, el Times documentó 295 fuentes distintas de ingresos que Fred Trump creó a lo largo de cinco décadas para canalizar la riqueza hacia su hijo.

Pero la asociación entre Donald Trump y su padre iba más allá de la búsqueda y la preservación de las riquezas. También se unieron en un proyecto más ambicioso: crear el mito de Donald J. Trump, el multimillonario que se hizo a sí mismo. Si Fred Trump era el socio silencioso que ayudaba a financiar la acumulación de riqueza, fue Donald Trump quien lo convirtió en una narrativa seductora.

Un símbolo de esa dinámica es la Trump Tower, el ícono que estableció a Donald Trump como un importante actor en Nueva York. El dinero de Fred Trump ayudó a construirlo. Su hijo reconoció y explotó su poder icónico tanto en El aprendiz como en su campaña presidencial.

En diciembre de 1990, Donald Trump le envió a su padre un documento que lo dejó enojado y alarmado. Era un codicilo que buscaba hacer varios cambios al testamento de Fred Trump. Entre ellos: el fortalecimiento de las disposiciones que establecían a Donald Trump como el único ejecutor de su patrimonio. Pero, en medio de la confusión financiera de Trump, fue el mes del rescate de Trump’s Castle con 3,5 millones de dólares, por lo que Fred Trump temía que el documento pusiera en riesgo el trabajo de su vida. Temía que su hijo pudiera usar el imperio como garantía para salvar sus propios negocios fallidos, según consta en las declaraciones recogidas años más tarde durante una disputa familiar.

Fred Trump rechazó la maniobra y se negó a firmar el codicilo. Pero el episodio provocó un juicio familiar: Fred Trump estaba envejeciendo y sufría por su condición física. Sin una intervención rápida podía morir y dejar un vasto patrimonio: no solo su imperio de bienes raíces, sino también decenas de millones de dólares en efectivo, vulnerable al 55 por ciento del impuesto a la herencia.

Entonces, con Donald Trump jugando un papel central, la familia formuló un plan que incluía estrategias fiscales poco ortodoxas que los expertos le dijeron a este diario que eran legalmente dudosas y, en algunos casos, parecían ser fraudulentas.

El primer componente importante fue crear una compañía llamada All County Building Supply & Maintenance. En papel, All County era el agente de compras de Fred Trump y adquiría todo, desde calderas hasta artículos de limpieza. Pero All County era, de hecho, una compañía solo en papel: los documentos y las entrevistas muestran que era un vehículo para extraer dinero del imperio de Fred Trump simplemente marcando las compras ya realizadas por sus empleados. Esos millones en compras, que eran como obsequios libres de impuestos, luego pasaron a los propietarios de All County: Donald Trump, sus hermanos y un primo.

Lee-Ford Tritt, un destacado experto en leyes de impuestos en la Universidad de Florida, dijo que el uso que hizo Trump de All County era “altamente sospechoso” y podría constituir un fraude fiscal. “Ciertamente parece un regalo disfrazado”, dijo.

All County también resultó ser un inconveniente para los inquilinos de Fred Trump. La empresa utilizó las facturas alteradas para justificar los aumentos de los alquileres en los edificios regulados, según muestran los documentos.

Harder, el abogado del presidente, impugnó los informes del Times: “Si el Times declara o implica que el presidente Trump participó en fraude, evasión de impuestos o cualquier otro delito, se expondrá a tener responsabilidad sustancial y daños por difamación”.

Con el efectivo que sale del imperio de Fred Trump, los Trump comenzaron a transferir parte de las propiedades a Donald Trump y sus hermanos. El instrumento que crearon para hacer eso fue un fideicomiso de anualidades retenidas, también conocido como GRAT.

El propósito de un GRAT es transferir riquezas a través de diversas generaciones familiares sin pagar el 55 por ciento del impuesto al patrimonio. Los padres de Trump tuvieron que pagar impuestos de regalo basados ​​en un número crucial: el valor de mercado del imperio de Fred Trump. Pero el Times encontró evidencia de que esquivaron cientos de millones de dólares en impuestos sobre donaciones mediante la presentación de declaraciones de impuestos que subestimaban los activos colocados en dos GRAT, uno para cada padre.

La declaración de impuestos de 1995 de Fred Trump afirmaba que los veinticinco complejos de apartamentos y otras propiedades en los fideicomisos valían solo 41,4 millones de dólares. La inverosimilitud de esta declaración se aclararía en 2004, cuando los bancos valoraran los mismos bienes raíces en casi 900 millones de dólares.

“Juegan con las valuaciones de manera extrema”, dijo Tritt, el experto en derecho tributario, quien recibió información sobre los hallazgos del Times. “Hay fluctuaciones dramáticas dependiendo de su propósito”.

Harder, el abogado del presidente, dijo: “Todos los asuntos de patrimonio fueron manejados por abogados licenciados, licenciados en propiedad intelectual y tasadores de bienes raíces con licencia que respetaron estrictamente todas las leyes y reglas”.

Cuando Fred Trump murió en junio de 1999, a la edad de 93 años, la mayor parte de su imperio no se encontraba en ninguna parte de su patrimonio, lo que demuestra el éxito de las estrategias fiscales elaboradas por los Trump a principios de los noventa. El ítem más grande incluido en su declaración de impuestos fue un pagaré de 10,3 millones de dólares de Donald Trump, un dinero que su hijo parece haber tomado prestado el año anterior a su muerte. En cuanto a los remanentes del imperio que quedaron en el patrimonio de Fred Trump, la declaración de impuestos citó evaluaciones que una vez más subestimaban sus valores de mercado.

Como ejecutores de su padre, Donald, Maryanne y Robert Trump eran legalmente responsables de la exactitud de su declaración de impuestos. Fueron obligados no solo a entregar al IRS una contabilidad completa del valor de los bienes de su patrimonio, sino también de revelar todos los donativos sujetos a impuestos que Fred Trump había hecho durante su vida. Los expertos en impuestos aseguran que, si sabían que algo estaba mal y no lo revelaron, podrían haber violado la ley tributaria.

Harder, el abogado del presidente, defendió las declaraciones de impuestos presentadas por los Trump. “Las declaraciones fiscales y las posiciones fiscales que el Times ataca ahora fueron examinadas en tiempo real por las autoridades fiscales pertinentes”, dijo. “Estos asuntos han estado resueltos por más de una década”.

En 2003, una vez más en problemas financieros, Donald Trump comenzó a diseñar la venta del imperio que Fred Trump soñó que siempre quedaría en manos de la familia. La venta, completada en 2004, le reportó las mayores ganancias que obtuvo de su padre: su parte fue de 177,3 millones de dólares, unos 236,2 millones actuales.

Pero resultó que, en ese momento, los bancos valoraban al imperio en cientos de millones más que el precio de venta. Donald Trump, maestro en el arte de negociar, vendió barato el legado de su padre.

https://www.nytimes.com/es/2018/10/02/investigacion-fortuna-donald-trump/

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