Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).- “¿Me tomas una foto? Tantas veces que pasé por aquí y nunca pensé que iba a poder entrar”, dice una señora que está parada frente al portón de Los Pinos.
Pide a los reporteros que le saquen fotos y ella posa. Se agarra a la puerta. Y repite: “nunca pensé entrar”.
Igual que ella, un hombre pide también que le saquen una foto, varias para ver cuál es la buena. Tiene en su cuello el gafete de delegado que le dieron en septiembre de 2006, cuando se realizó la Convención Nacional Democrática, el primer intento de organización de Andrés Manuel López Obrador, para enfrentar el resultado de la elección de 2006.
-Ese gafete ya tiene años. Puros años de lucha, dice.
En esa Convención Nacional que se realizó en el Zócalo hace 12 años, el ánimo de las personas iba de la tristeza al enojo y viceversa.
Aunque hay un clima de incertidumbre, hoy muchos están de fiesta. Por fin ganaron y están en la puerta de Los Pinos para festejar, aunque aquí no viva ya el nuevo Presidente, aunque esté la esencia de los anteriores.
“No viviré en Los Pinos”, dijo López Obrador hoy en su discurso en San Lázaro, “esa residencia se abrió hoy al público y formará parte del Bosque de Chapultepec. Se convertirá en uno de los espacios más grandes del mundo dedicado al arte y la cultura”.
Una huerta en Michoacán y una historia de amor, bautizaron este emblemático lugar: Los Pinos.
Son las ocho de la mañana de un día que no es como cualquier otro. Llega gente con banquitos a esperar solo una apertura que se anunció desde el periodo de campaña.
Desde la semana pasada, los últimos inquilinos de esta residencia la abandonaron: la familia de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera fue la última que habitó aquí y lo hizo bajo críticas de excesos y despilfarro en un país donde la mitad vive en condiciones de pobreza.
Aquí, en la casa que hoy abre sus puertas, vivieron 14 mandatarios. A partir de este día, cualquiera podrá recorrer las calzadas, las galerías y andar por el Camino de la Democracia. Siqueiros pintó a Venustiano Carranza y ahí está el cuadro.
Una hora antes de la hora de apertura la gente ya estaba formada, los carros pitan y un copiloto grita: “tu madre, Peña”.
Un señor despliega una manta en la que está el famoso Obrador de caricatura y dice “se acabó la mafia, se acabó la mafia”.
Y entonces se abrió la casa de Cárdenas, Ávila Camacho, Alemán Valdés, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez, López Portillo, De la Madrid Hurtado, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón Hinojosa, Peña Nieto.
Por lo menos en los siguientes seis años nadie vivirá aquí.
En el jardín “la hondonada” se instaló la pantalla para ver la toma de protesta en vivo.
“Nunca hubiéramos podido imaginar entrar. Es un día difícil de explicar como un sueño”, dice un joven que vino desde Iztapalapa.
El recinto se construyó en 1853, pero su historia inicia desde quede lugar era el rancho “La hormiga”. Por lo ostentoso de vivir en Palacio Nacional, Lázaro Cárdenas decidió que viviría en otra parte para poder ser visitado. Y, el Castillo, se volvió museo.
Le cambió el nombre a Los Pinos, ya que así se llamaba la huerta en la que se enamoró de Amalia Solórzano, cerca de Tacámbaro, Michoacán.
Fue Miguel Alemán el que decidió construir una casa más grande y así se dio paso a ser nombrada Residencia Oficial.
En la casa Miguel Alemán está el despacho del presidente, en el Salón Blanco se dieron las recepciones.
Por tradición, los presidentes habitaban en la casa Miguel Alemán; los panistas lo hicieron en la zona de Cabañas.
En esta zona de Los Pinos, un pianista recibirá a los visitantes. Los candelabros, acabados de madera, la biblioteca Vasconcelos. Todo está puesto para lucir como un museo. Se tienen programados eventos culturales para el día de hoy y mañana. Posteriormente la Secretaría de Cultura irá informando sobre los planes que tenga para este sitio.
Las habitaciones están vacías, el vestidor del Presidente también.
El espacio con más concurrencia es la Calzada de los Presidentes, donde están las estatuas de cada uno de ellos. Los comentarios no son positivos: “este [De la Madrid] fue un culero. Este [Fox] también”, dice alguien.
La de Peña Nieto causa aún más molestia: “¿cómo dejaron esa cosa?”
“Es darle dignidad al pueblo. ¿Sabe por cuántos años nos negaron la Presidencia?”, comentó una señora frente a la estatua de Felipe Calderón.
Es un tramo de este espacio que parece funcionar más para el desfogue de coraje que de admiración.
“¡Bienvenidos a la cuarta transformación!”, gritó una señora en una de las entradas a Los Pinos. Le siguió el grito que no da tregua desde hace 12 años: “es un honor estar con Obrador”.
A las 10:30 de la mañana, la gente se comenzó a acomodar frente a una pantalla. Siguió la ruta del Jetta de Obrador.
Y llegó a Los Pinos. La gente estalló. La izquierda partidista tomó el poder y cuando lo hizo formalmente, la gente gritó “sí se pudo”.
Las puertas de Los Pinos se abrieron a las 10 de la mañana de un 1 de diciembre de 2018.