Luis Velázquez | Escenarios
05 de junio de 2021
UNO. Chupan la sangre los políticos
Los políticos, escribió Octavio Paz Solórzano, chupan la sangre, sorben la sustancia social, y la vuelven hueso y piedra.
Así son y han sido en toda la historia, refirió el Premio Nobel de Literatura, gran ensayista, pleno de autoridad moral.
Y el día cuando, entusiasmado pero escéptico, aceptara la embajada de México en la India ofrecida por Gustavo Díaz Ordaz, por aquí ocurrió la masacre de Tlatelolco en el movimiento estudiantil del 68, simple y llanamente, se deslindó y renunció, vaya escándalo internacional.
DOS. El México heredado…
Luego de casi 60 presidentes de la república y 79 gobernadores de Veracruz, el saldo social es el siguiente:
6 de cada diez ciudadanos, en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate a casa con el ingresito obtenido con el changarro en la vía pública vendiendo tacos, garnachas y tortas.
Treinta millones de mexicanos que han huido a Estados Unidos, la mayoría como migrantes sin papeles, de los cuales, un millón son jarochos.
TRES. Hacienda porfirista
Por supuesto que los políticos “chupan la sangre social”.
Más, aquellos que convierten el palacio de gobierno en una hacienda porfirista y actúan como latifundistas y capataces y heredan el poder a la esposa, los hijos, los primos, los tíos.
Una casta divina que se proclama. Y de ñapa, se vuelven mesiánicos y se declaran enviados por un Ser Superior para salvar la tierra.
Insólitos “los golpes de pecho” que todos ellos se dan, con desparpajo y cinismo, declarándose ángeles de la pureza luego de “ordeñar la vaca suiza”.
CUATRO. Pillos impunes
Lo peor de todo es que cada vez que una tribu política termina el periodo constitucional se va enriquecida y pocas, excepcionales ocasiones, enfrenta la procuración de justicia.
Y peor porque una nueva tribu política asciende al poder y es igual, igualita, o peor, a la antecesora.
Desde Miguel Hidalgo y José María Morelos luchando contra las elites políticas (virreyes, grey militar y ministros de la iglesia, tan poderosa que era) a la fecha, los políticos “chupando la sangre”.
CINCO. Diógenes y el Hombre Nuevo
Buscar, rastrear la pista de un político y/o una tribu política íntegra, honesta, parece tanto como encontrar “una aguja en un pajar”.
A menos, claro, que la persona se pique y queda prensada y sangre.
Habría de preguntarse, por ejemplo, ¿cuántos de cada diez políticos se salva del estercolero público en que han caído en el ejercicio del poder?
Nadie dudaría de que por ahí existieran. Pero se trata de una proeza insólita como Diógenes rastreando la pista del hombre nuevo.
Cínicos, muchos políticos alardean de que son los más honestos entre los honestos, ¡vaya petulancia!
SEIS. Vida principesca
Si alguna duda habría bastaría con mirar alrededor de cada político para detectar la forma de vivir de la familia.
Entonces, el ciudadano de a pie confirmaría que con el simple hecho de que un hermano, por ejemplo, ascienda al poder total sirve para que el resto de la familia enaltezca su diario vivir.
Nueva mansión con jardín gigantesco, con las luces prendidas toda la noche. Camioneta grande y blindada. Choferes y guaruras a las órdenes. Buenos restaurantes y viajes en el mundo. Ropa y zapatos de marca. Buenas escuelas para los hijos. Casita de campo. Automóviles último modelo. Vida licenciosa. Etecé, etecé.
La vida es así y así es la vida, ¡y qué le vamos a hacer!