Por: Roberto Polo Hernández
Loma Bonita, Oaxaca; 11 de agosto de 2016.- La infraestructura carretera en la geografía del Papaloapan se olvidó y resumió a sus grandes ciudades en pueblos de polvo que se echaron de reversa ante una promesa de “cambio” que Gabino Cué prometió.
Esas carreteras que empujan la economía de un campo ávido de auxilio, resisten los profundos baches que las convierten en “zonas de guerra”, cuyo tránsito se tiene que lidiar a vuelta de rueda y amén de la suerte.
Y es que las destrozadas arterias han sido, en los últimos años, el blanco perfecto para el hampa, el cual ha mantenido aseguradas sus oportunidades para delinquir, aprovechando el paso lento de los automovilistas.
A pesar de las robustas denuncias y quejas ciudadanas, los oídos sordos han sido la excusa perfecta para un gobierno que prometió todo, excepto la “paz y progreso”.
La dependencia encargada de reparar los caminos de vergüenza -Caminos y Aeropistas de Oaxaca (CAO)- lució con sombras de negligencia y oportunismo para lucrar con el descontento social, pues nunca, en todo el sexenio, rehabilitó las carreteras de la región. Y como ejemplo están los municipios de Tuxtepec con carreteras alejadas del desarrollo, destruidas; Soyaltepec, con su vía más importante completamente destrozada, de vergüenza; San Felipe Usila con caminos de polvo, donde el asfalto desapareció y donde un tramo carretero, colapsado y rehabilitado en dos ocasiones por CAO, exhibió su “podrido” trabajo; y Acatlán y Cosolapa, cuya historia los identifica como los municipios más abandonados por el poder de los tres niveles; sus carreteras, sus caminos, fracturados por la omisión.