Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- 1
Hay en Veracruz una lucha intestina. Pasional. Volcánica.
Pero esa lucha en ningún momento es por la libertad ni por la dignidad humana, ni menos, mucho menos, por el bienestar social.
Es una lucha atroz y cruenta por la rapiña de los políticos por quedarse con los cargos públicos, entre ellos, la presidencia municipal en puerta a decidirse el 4 de junio en las urnas.
Por eso, los políticos están luchando de frente. Con todo.
Creyéndose paridos por los dioses, mesías elegidos por un Ser Superior para, según ellos, enaltecer el destino común de los 8 millones de habitantes del territorio jarocho.
Lo peor de todo es lo siguiente: muchos, la mayoría, sintiéndose protegidos por un karma, una buena vibra, ha migrado de su partido político tradicional a otros, argumentando un arrastre popular del que carecen.
Entre ellos, y por ejemplo, los siguientes:
Pablo Anaya Rivera. Presidente municipal y diputado local y federal por el PRI. Además, secretario de Salud en el gobierno priista del duartazgo. Ahora, candidato que busca por el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado. Tránsfuga del poder le llamaría Giovanni Sartorius. Apóstata le llamaría Renato Alarcón.
Rafal Acosta Croda. Diputado federal por el PAN. Ahora, háganos favor, buscando la candidatura de MORENA a la alcaldía jarocha, además de que como buen panista que fue, el día en que anunciara su afiliación al partido propiedad de Andrés Manuel López Obrador se desbordó en elogios para Alberto Silva Ramos, Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán.
Yolanda Gutiérrez Carlín. Hija de un priista fervoroso, ella misma tricolor, fue secretaria de Protección Civil en el duartazgo y titular de la Comisión de Agua de Xalapa en el Fidelato. Busca la candidatura de MORENA a la alcaldía de Boca del Río, como si se cambiara de ropa.
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Rafael Arias Hernández, economista, académico, investigador en la Universidad Veracruzana. Antes, priista a morir, y/o en todo, funcionario público al servicio de varios gobernadores priistas. Hoy, seguidor y fans de AMLO, quizá, reproduciendo la filosofía de vida de Albert Camus de que “cuando se envejece ha de recuperarse un poco la dignidad perdida”.
Rafael Fuster. Empresario jarocho que soñó brincar a la política. Se enroló en varios partidos, desde el PRI hasta el PAN. Soñó con la alcaldía de Medellín como si el pueblo fuera tierra de conquista. Hoy, cuando las puertas se le cerraron en el PRI y el PAN pues soplan vientos adversos, se convirtió en factótum de AMLO en la región conurbada Veracruz-Boca del Río, acaso, porque se presenta con la carta de mecenas.
Domingo Bahena. Ex diputado local. Ideólogo del PAN, al lado de su amigazazazo Enrique Cambranis, ex presidente del CDE del PAN rojo, en que cada quincena lo miraban en la oficina de Érick Lagos. Soñó, ajá, con la nominación a gobernador el año pasado. Y como se la negaron, entonces, muy digno, renunció al partido azul y hasta peleó con Cambranis. Entregado en cuerpo y alma a “El peje”… para ver si amaciza el poder político en su pueblo, Jáltipan, en manos de un familiar.
Gerardo Buganza Salmerón. Alcanzó las grandes ligas como diputado federal y senador por el PAN. En todas las ocasiones como legislador pluri, sin hacer campaña electoral, sin arriesgarse a una derrota y sin gastar un solo centavo. El PAN lo nominó candidato a gobernador en el año 2004 y perdió ante Fidel Herrera. La buscó en el 2010 y Felipe Calderón nominó a Miguel Ángel Yunes Linares. Emberrinchado, renunció al partido azul. Primero, pactó con Fidel Herrera. Luego, con Javier Duarte. Quiso candidatura independiente a gobernador y hasta se lució con “El bronco”. Luego, de pronto, zas, declinó.
Entonces, reapareció como candidato del PVEM a diputado local, vía pluri, claro, para ser congruente consigo mismo. Y en la curul, se volvió independiente. Un día, con el sol nublado en Xalapa, se declaró fans de Yunes Linares.
Juan Bueno Torio. Igual que Buganza, panista de toda la vida. Alcanzó el estrellato en el cielo azul. Fue con Vicente Fox. Director de Pemex-Refinación, por ejemplo. En dos
ocasiones, 2016 y 2010, soñó con la candidatura a gobernador. Se la negaron. Y el año anterior, siguió los pasos de Buga. Irritado, renunció al partido. Fue candidato independiente y vaya descalabro. Ahora, escribe un artículo semanal como vía segura para abrir brecha a la candidatura a presidente municipal de Córdoba.
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Ellos, entre tantos otros, figuras icónicas que son, tienen fans y seguidores. Capillas con feligreses. Parcelas de poder con una población electoral cautiva y segura. Casi casi, digamos, como el voto duro del que alardeaba el PRI en el siglo pasado.
Algunos han fallado en operativos anteriores. Pero como “en política no hay hombre muerto”, siguen cavando piedra. En todo caso, siempre pueden servir como Narcisos Mendoza a otros partidos y a otros candidatos, digamos, para contrarrestar votos, y/o cuando menos, armar escándalo.
El transfuguismo político, sin embargo, se multiplicará en los días y semanas por venir cuando los partidos registren a sus favoritos a las alcaldías y dejen fuera a otros más que se creen merecedores.
Y en nombre del populismo mesiánico construirán su Arca de Noé para migrar a otro frente de batalla.
La vida política es así, y como escribió Carlos Fuentes en el último párrafo de una de sus novelas, “¡qué le vamos a hacer!”.